APELIIDOS DE LA VILLA CACERENSE-MIGOLLA

17.06.2021 11:03

      APELLIDOS ILUSTRES DE LA VILLA CACERENSE

                                   XXIV

Migolla.

Crónica desde la calle cuba de mi Llopis Ivorra.

De mucha antigüedad vine esta familia, tan antigua como pocos fueron sus individuos, pero estos bien heredados y mejor emparentados, y lo fueron con la gente más noble y preeminente de la provincia cacerense, poco cuenta la historia de esa familia, pero el cronista si nos relata un sucedido desgraciado ocurrido a un miembro de esta desaparecida familia:

Juan Alfonso Migolla.

Corría el segundo tercio del siglo XV, era Maestre de la Orden Militar de Alcántara Gutierre de Sotomayor, caballero inteligente y astuto como ambicioso, y aunque al pertenecer a una orden religioso militar, debía obediencia y jurado votos  castidad, eran gran aficionado al sexo femenino, como dan fe, los varios hijos que tuvo a pesar de los votos, era normal que todos los Maestres y grandes dignatarios del estado, trajeran a sus casa, escuelas de caballeros, cierto números de jóvenes hidalgos, que después de impuestos en la Orden de Caballería, ingresaban en las instituciones religiosa-militares,  eran armados caballeros con arreglo a las leyes del reino. En el año de 1446, y entre los tenía el Maestre Gutierre de Sotomayor, se encontraban tres jóvenes hidalgos cacerenses, Diego de Cáceres y Ovando, Juan de Saavedra y Juan Alfonso Migolla.

Este Juan Alfonso Migolla, casado hacia muy poco tiempo con una muy noble y bella joven, de nombre Jimena Álvarez de Sotomayor, prima a la sazón de Saavedra, como Migolla lo era del de Ovando, a resultas de que al Maestre Gutierre de Sotomayor, solía pasar largas temporadas en la villa cacerense, vio a la muchacha recién casada, y le gusto tanto, que empezó a galantearla con tan poco recato, que al punto se percataron los parientes y el marido de la dama, de los propósitos del Maestre, y a resultas de que este no habia encontrado en su camino amoroso, más que padres, esposos y hermanos complacientes con los deseos eróticos del de Sotomayor, las licencias que se permitió con doña Jimena, ofuscaron a su marido Juan Migolla y a sus parientes y colegas, estos se conjuraron para tomar venganza en la afrenta que con sus requerimientos insolentes infería Sotomayor a los tres caballeros.

Cierto día de invierno, terminado ya el año de 1446, hallándose el Maestre en la casa de la dehesa Araya (Brozas), se le puso en antojo salir muy temprano en jornada  de caza, para mitigar algo el frio se cubrió con un tabardo de pieles que le cubría por completo, iba, por que así lo ordeno, acompañado de los conjurados, al considerarlos gente de su confianza, con sus lanzas y pertrechos de guerra, como era la costumbre, algún cronista afirma que le salieron al camino, donde le prepararon la celada, como quiera que fuese, y lo cierto fue que esperando la ocasión más propicia , Migolla, el mas ultrajado de los tres, espolea a su caballo y asesta un tremendo golpe de lanza a don Gutierre, que pasándole de parte a parte da con él en tierra.

Que lo habia matado, pensaron sus dos acompañantes, y que lo habia matado pensó el ofendido Migolla, y sin más convenio, todos se ponen en fuga, huyendo de lo que presagiaban les iba a caer encima.

Apenas si llegados a sus casas respectivas, se detuvieron para la despedida, y salieron unos Ovando para Aragón, Saavedra para Navarra y Migolla partió para Sevilla, lugar que él consideraba seguro.

En tanto que los tres conjurados emprendían la huida, el Maestre, que resulto ileso del lance, ya que la lanza no habia atravesado más que el jubón de pieles, ideaba el plan para atrapar y dar castigo a los culpables, más las fronteras de Navarra y las de Aragón, libraron a Saavedra y al de Ovando de la ira del Maestre, pero Juan Alfonso Migolla, confiado, y más al alcance del de Sotomayor, diose preso en las redes de este, fue conducido a Alcántara y allí ajusticiado.

Conocido por el Rey el sucedido, concedió al Maestre los bienes confiscados a Migolla, el cual lo dono a su vez a Juan de la Peña, tambien de Cáceres, por los muchos y leales servicios que habia prestado en las guerras, tanto a él, como al Rey Juan II de Castilla, Jimena Álvarez de Sotomayor, que no tuvo hijos, dejó sus bienes a su hermana Beatriz, esposa de Garci Álvarez de Toledo, a cuya casa pasaron.

Del sucedido con el Maestre, se puede decir que fueron los cimientos, para que Diego de Cáceres y Ovando, forjara su destino, al llegar a Aragón, se convirtió en el protegido de don Juan, que más tarde reinaría con el nombre de Juan II de Aragón, y que con cuyo hijo trabó cocimiento, Fernando de nombre y que reinó junto con Isabel, convirtiéndose andando la historia en el Paladín de los Reyes Catolicos.

(Fuente Publio Hurtado-Ayuntamiento y familia)

(Fuente Miguel Muñoz de Sanpedro-Tres Paladines)

Agustín Díaz