APELLIDOS DE LA VILLA CACERENSE-MOGOLLON
APELLIDOS ILUSTRES DE LA VILLA CACERENSE
XXV
Mogollón
Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra
De este apellido nos dice don Publio Hurtado, que es un apellido vulgar, carente de todo interés, como si pareciera que el que lo lleva, careciese de cualquier idea de finura, delicadeza, buen gusto, inteligencia y distinción y urbanidad, pero aparte de todos estos prejuicios, Mogollón, fue un sobrenombre de mucho lustre, y al que enaltecieron personas de distinguida posición social, al punto de que su grandeza no debio de haber parentela en la villa cacerense que se igualase en comparación con ella, la parroquia de San Mateo, donde tenían sus enterramientos dan testimonios de ello.
Y sin olvidar su esplendidez, famosa y notoria en su linaje, como era el dicho de “Comer de Mogollón” frase que es conocida y usual en España, tanto que la Academia de la Lengua la recoge “Comer de Mogollón” es comer sin escotar, y comer de balde, mas popular comer de gorra, ya que el que llegaba a casa de esta familia en algún tiempo, ya pasado, y le sorprendía en ella la hora de comer, lo hacía en su mesa, deduciéndose que con esta largueza, la familia no debía de comer nunca a solas, y que tenían en su mesa siempre a si no convidados, al menos compañía.
El escudo de armas de este linaje, destaca dos osos sobre campo de oro y tiene por orlas ocho aspas de oro en campo de gules.
Su solar de origen estaba en el lugar del ayuntamiento de Oya. Partido judicial de Túy, llamado Mogollón del que tomo apellido este linaje, algunos de los caballeros de esta familia llegarían a la villa cacerense con las huestes leonesas de Alfonso IX, a la conquista definitiva de Cáceres, pues ellos se tenían por ser la familia de conquistadores de la villa, don Publio Hurtado nos dice que, Pellicer, los reputa como tales en el Memorial de Ulloa, pero no datos de ningún Mogollón de esto, ya que el primero de los que hay documentos es de Pedro Gil Mogollón, que tenia casa en Cáceres en 1260 o 1320, a cuya fecha esta unido el apellido con el de Gil, linaje regio este, y que al parecer el Pedro gil, vivía en la casa fuerte de los Mogollones, finca que debio tomar nombre del de los propietarios.
Ulloa, Acosta, Espadero, Pizarro, Cámara, Orellana, Ovando, Blazquez, familias todas de mayor representación en la localidad estaban emparentada con los Mogollón, feligreses de San Mateo, donde tenían sus enterramientos, en la capilla primera del evangelio que era de su propiedad.
Su casa estaba en la colación de la misma parroquia de San Mateo, y según el cronista debió de ser inmensa, ya que abarcaba todo el perímetro que ocupan la casa existente en la actualidad junto al arco de Santa Ana, frente a la muralla donde se ubica el postigo, y el colindante adarve abajo, llamado hoy de la Generala, cuya barbacana da a la plaza de Caldereros.
Con los Figueroa tambien se enlazaron, llegando a unir con los de estos sus blasones, como se puede observar en sus escudos, ya muy deteriorados por el paso del tiempo, en la morada de los Figueroa-Mogollón, ubicada en la cuesta del Marqués, junto a la Puerta del Rio, o Arco del Cristo, ya desaparecida e incluida desde hace siglos en la casa de los Golfines de Abajo.
La edad de oro de esta parentela discurrió por los siglos XIV y XV, aportando su cuantioso patrimonio a otras casas, ya fuera por dotes, o por donaciones, y que por en discurrir de los tiempos, fue decayendo en mucho su importancia y fortuna, y que sus principales individuos de este linaje fueron:
Pedro Gil de Mogollón
Dueño de la casa en 1230, casado con Maria Jimeno, de la familia de los Jiménez, Señores de la casa fuerte de la Higuera, uno de los hacendados principales de la villa cacerense, dueño de la dehesa Arroyo Pece y Tresquila Modorros, que debio alcanzar hasta los reinados de Alfonso X, Sancho IV y Fernando IV, tuvieron dos hijos, Pedro Gil Mogollón y Maria Gil Mogollón, casada con Juan Alfón de la Cámara, Señor de Orellana la Vieja, y perteneciente a la servidumbre de palacio del Rey Alfonso XI, en 1355 partieron los dos hermanos la herencia del padre.
Parece que existe cierta confusión en el tiempo, según nos dice don Publio Hurtado, que hijo Pedro Gil de Mogollón, fue Alfón Gil y Sancho Gil Mogollón, y consta de que este fue Procurador del consejo cacereño, a la par que Gómez Tello, en las corte de Medina del Campo en 1305, siendo rey Fernando “el emplazado”, y que Sancho que fue hijo del segundo Pedro, tendría al menos veinticinco años, para poder ser representante en cortes, y no cuadra con la edad de su padre, que seguía vivo en 1340, y con la de su abuelo que moría en 1335, por lo que el cronista deduce que Pedro Mogollón era nombre común entre los de esta familia, y se repetía de generación en generación, y que el primer Mogollón del que hay noticias , 1260, fuera hijo tal vez de aquel Mogollón, que viniera como conquistador y que se desconoce su nombre, y que casado con una de las damas Giles, antepuso este apellido a su descendencia, como de estirpe regia, al de Mogollón.
Hernando Mogollón.
Bachiller, y que fue el que, bajo la Puerta Nueva en 1477, requirió a la reina católica, para que jurase como así lo hizo, guardar y no revocar los fueros, privilegio libertades, franquicias, y buenos usos costumbres de la villa cacerense.
La reina Isabel “la Católica” visitó la Villa de Cáceres en dos ocasiones: la primera en 1477 y la segunda en 1479, esta vez acompañada de su esposo, Fernando “el Católico”, alojándose en ambas ocasiones en el palacio de los Golfines de Abajo, situado cerca de la Iglesia de Santa María. Durante su estancia dejó varias anécdotas.
Era costumbre en la época que los Reyes antes de entrar en una Ciudad o Villa debían de jurar los fueros y privilegios que las regían. Por eso el 30 de junio de 1477, la reina Isabel «la Católica» antes de entrar en Cáceres por la Puerta Nueva (hoy Arco de la Estrella), acompañada de un gran séquito entre el que estaba el Cardenal Mendoza y un numeroso grupo de caballeros, escuderos, oficiales y hombres buenos de Cáceres, juró sobre los Santos Evangelios conservar y defender los fueros, privilegios y libertades de la Villa.
Testigo de ello fue el bachiller Hernando de Mogollón quien, arrodillado ante la Reina le presentó el misal y le dijo: «jura defender y acatar los fueros, privilegios, buenos usos y costumbres de la villa de Cáceres que fueron dados por Alfonso IX, rey de León y de Galicia», y doña Isabel, con su mano derecha en el libro sagrado, majestuosamente le respondió: «sí juro e amén».
La visita formaba parte de un programa de sometimiento de los señores a la autoridad real. Cáceres era una villa de realengo, según lo establecido en el fuero otorgado a la ciudad por el rey Alfonso IX de León, pero los nobles hacían y deshacían a su antojo, lo que daba lugar a continuas confrontaciones entre los integrantes de uno y otro bando, principalmente por el control del gobierno municipal.
(fuente Publio Hurtado-Ayuntamiento y Familia)
La reina Isabel “la Católica” visitó la Villa de Cáceres en dos ocasiones: la primera en 1477 y la segunda en 1479, esta vez acompañada de su esposo, Fernando “el Católico”, alojándose en ambas ocasiones en el palacio de los Golfines de Abajo, situado cerca de la Iglesia de Santa María. Durante su estancia dejó varias anécdotas.
Era costumbre en la época que los Reyes antes de entrar en una Ciudad o Villa debían de jurar los fueros y privilegios que las regían. Por eso el 30 de junio de 1477, la reina Isabel «la Católica» antes de entrar en Cáceres por la Puerta Nueva (hoy Arco de la Estrella), acompañada de un gran séquito entre el que estaba el Cardenal Mendoza y un numeroso grupo de caballeros, escuderos, oficiales y hombres buenos de Cáceres, juró sobre los Santos Evangelios conservar y defender los fueros, privilegios y libertades de la Villa.
Testigo de ello fue el bachiller Hernando de Mogollón quien, arrodillado ante la Reina le presentó el misal y le dijo:
-jura defender y acatar los fueros, privilegios, buenos usos y costumbres de la villa de Cáceres que fueron dados por Alfonso IX, rey de León y de Galicia.
- y doña Isabel, con su mano derecha en el libro sagrado, majestuosamente le respondió: -sí juro e amén-
La visita formaba parte de un programa de sometimiento de los señores a la autoridad real. Cáceres era una villa de realengo, según lo establecido en el fuero otorgado a la ciudad por el rey Alfonso IX de León, pero los nobles hacían y deshacían a su antojo, lo que daba lugar a continuas confrontaciones entre los integrantes de uno y otro bando, principalmente por el control del gobierno municipal.
Los Reyes habían enviado un Corregidor en 1476 con la orden de amonestar a los dueños de las torres existentes en la ciudad para que eliminasen los elementos ofensivos y defensivos (arqueras, saeteras, troneras y almenas) y redujesen su altura a la de la casa a la que pertenecían. Esta última acción es la que se conoce como el «desmoche»; incluso les amenazaba con derribar la torre entera si persistían en su actitud belicosa.
Como no respondieron al requerimiento del corregidor, la Reina les hizo jurar que acatarían y cumplirían esas normas, cambiando de este modo la fisonomía arquitectónica de la Villa. Dicho juramento fue realizado por 96 caballeros y escuderos.
(fuente Biografías)
Agustin Díaz