CURIOSIDADES DEE LA VILLA CACERENSE II
DE NORBA CAESARINA A CAZIRES
II
Crónica desde la calle Cuba de mi llopis Ivorra
Pero los investigadores de la historia, siguen un orden racional en su cometido, y por ello nos cuentan que, no existen datos ni vestigios de los que se pueda suponer que hubiera existido un asentamiento anterior a la época romana, tipo Castro, como los asentamientos conocidos que se levantaban a orillas del rio Almonte, ya que nada tienen en común con los levantados en Cáceres, Castro Servilia y Castra Caecilia, murados, los otros tienen en común el sitio donde se levantaron, eligieron sitios con visualización reducida de los alrededores, estos asentamientos los elevaban en sitios que no eran prominentes, de difícil defensa, Cáceres al contrario, la levantaron en sitio donde se visualiza muchos km y en un alto, de fácil defensa.
Entre sierras de diferentes cotas, y con muy poca diferencia de alturas entre ellas, separadas ente si por profundos barrancos, por donde discurrían cauces de agua de regular y buen caudal, si miramos de Este a Oeste, vemos la sierra de Buitrera cuya cota es de 445 metros, siendo este el primer escalón, sirviendo al ascenso de la Sierra de la Mosca, a la que se hallaba unido. Entre él y la cota de altura donde se construyo el recinto murado, circulaba un regato de regular y constante agua, que denominaron el rio de la Ribera y Madre, desembocando en el rio Guadiloba, por el trayecto de este cauce se generó una importante actividad de trabajo, cultivos de huertas, molinos, tintes de lana, batanes, y la cría de peces en las pesqueras-
“la cantidad de frutas, hortalizas, así como el pescado que salía diariamente de las huertas al mercado, estaba controlado y regulado por los alcaldes, para que nadie se quedara sin productos ni tampoco que sobraran por exceso”
(Floriano Cumbreño-Historia)
Nos encontramos con que Norba Caesarina tiene su cota más elevada en la plaza de San Mateo, con una altura de 459 metros, también delimitado por un arroyo, dirección Noroeste, llamado de Ríos Verdes que, cuyo cauce discurre desde la Plaza Mayor hasta la zona de San Blas, lugar este donde otro profundo barranco que se conectaba con otro de mayor profundidad denominado Cagancha, y entre ambos se encuentra el recinto murado y el cerro del Teso que, delimita la villa por el Noroeste y que se conectaba con el alto del Rollo, o Paseo Alto, o Paseo de Ibarrola como es su nombre actual, a través de un estrecho otero, por cierto, este sería el lugar escogido para establecer el paso hacia Castilla, su cota es de 149 metros, por el Oeste están situados otros dos cerros, la denominada Sierrilla de 521 metros de altura, y por los arroyos de Aguas Vivas y la Madrila.
Entre la corriente de estos dos arroyos y la de Ríos Verdes, se levanta la llamada Peña Redonda, con grandes pendientes por todas direcciones, que arrancan en su cima, sobre unos enormes peñascos con una cota en altura de 472metros.
Hacia el Sur, la Peña del Cura o Peña Aguda, y más al Sur el Cerro de Cabeza Rubia, también conocido como Cerro de los Pinos, aunque de estos queden pocos ya, de 516 metros de altura, resultado todo esto de que los romanos a la hora de construir Norba Caesarina, tuvieron en cuenta una posición lo más elevada posible, con el fin de tener una mayor visibilidad sobre el terreno que lo circundaba, para evitar sorpresas de ataques no deseados.
Un punto de fácil acceso y desde donde se puede tener visibilidad a mayor distancia hacia el Norte, alcanza la Sierra de Cañaveral, Cáceres el Viejo y Santa Marina, aunque algunas de esta zona solo son visibles por el Sur de Casar de Cáceres, siguiendo el trazado del Camino Real, siendo la única localidad visible la de Monroy y cerca de Santiago del Campo, hacia el este se puede ver Trujillo y parte de cauce del Guadiloba, la Solana de la Montaña y parte del camino dirección Mérida, junto al Puerto del Trasquilón, la Sierra de los Alcores es el límite visual dirección Sur, por el Oeste, la Peña Redonda y la Sierrilla y ya borrosa aparece las Sierras de Montánchez.
Un punto de vigilancia de referencia es la Peña Redonda, desde donde se puede visualizar mucho terreno de campo dirección Norte y Este, pero perdiendo de vista l entrada del camino de Mérida, al contrario ocurre con el Camino de Castilla, por el Este la vista alcanza hasta Trujillo y la Sierra de Santa Cruz, desde el cerro del Rollo se visualiza terreno situado al Norte y al Este.
Los caminos de aproximación hacia la antigua villa cacerense, junto con Peña Redonda y San Mateo, si mantienen a la vista al menos cinco kilómetros de distancia. Más también debieron tener en cuenta en las técnicas de construcción posibles asedios y defensa la accesibilidad, la facilidad para penetrar desde el exterior a través de alguna tierra llana nava próxima, aunque se tuviera que tener en cuenta para este fin, el fortificar aun más estos puntos, más la captación de aguas en el casco urbano de la Colonia Norba Caesarina.
Ya sabemos que de material para la construcción no tenían carencias, el cuarzo y el granito, con canteras situadas a unos 10 kilómetros de la villa.
La justa combinación de todos estos factores, permitió el asentamiento, primero los romanos, después la Medieval Islámica “Los Almohades” y ya a partir del siglo XIII los cristianos, siendo a partir del siglo XV, cuando se modifica con una regular potencia, toda la mejor parte de estos solares datan de este siglo XV, solares que ocupa la nobleza, que tuvieron sus principios en varias propiedades domesticas de reducidas dimensiones y que tras un proceso de adquisiciones de dudosa legalidad, desembocarían en las tremendas casonas que hoy se pueden admirar.
“algún cronista pone en duda esta nobleza, y la califica como nobleza autóctona, ya que según parece, estos nobles eran segundones de sus respectivas casas, y su venida a la villa cacerense fue con motivo de matrimoniar con las ricas hembras, hijas de aquellos que llegaron a la conquista con las huestes de Alfonso IX y se quedaron a repoblar, llegaron con títulos de nobleza, de mucha en algunos casos, pero con la bolsa vacía”.
Por la época aquella, la villa cacerense debía ser un laberinto de callejones y callejas que daban el acceso a pequeñas construcciones que servían como viviendas, en el trascurrir del siglo XV, se l a cabo la elevación de las casas fuertes de la nobleza, dotándolos de torres del homenaje y demás elementos defensivos u ofensivos de la época.
“para elevar sus casas fuertes, fue necesario derribar manzanas enteras de construcciones de casas humildes en los intramuros, siendo sus habitantes desplazados extramuros donde buscar alojo, es fácil deducir que así nacieron las calles de la villa por oficios o profesiones, Caleros, Curtidores, Tenerías, Pintores, Carniceros, Hornos etcétera, vamos que con su nobleza los echaron de sus asentamientos”.
Nos encontramos con callejas y callejones que, junto con las cuestas empinadas impiden la accesibilidad, impidiendo apreciarse el Cardu Maximo que en el trazado romano cruzaba la villa de Norte a Sur, así como el Decumano, que discurría de Este a Oeste, por este mismo impedimento de accesibilidad, es decir por la inclinación de las cuestas no se pudo llevar a cabo el trazado más lógico romano llamado Hipodámico, es decir un trazado urbano en que las calles se organizan en ángulos rectos formando cuadriculas, de fácil transcurrir, este diseño es atribuido al gran arquitecto Griego Hipodámo de Mileto.
Pero como se comentaba, recién empezado el siglo XV, el caserío fue expulsado del recinto murado, que propicio la construcción de arrabales, que se acomodaron al entorno y en especial a la de la corriente del agua que se generaba durante el periodo de lluvias, estas lluvias que desde las cotas elevadas se canalizaban de forma natural y corrían hacia los arroyos que lo circundaban, nos comenta el cronista que quizas sea esta la explicación a la disposición de las calles de la villa cacerense.
Existe un apunte de un hallazgo de mina de oro en Cáceres en el año de 1629:
“En la villa de Cáceres, se descubrió en el año de 1629 una mina de oro y que se ofreció a beneficiarla por don Gerónimo de Godoy y Obando, como se le hiciere a persona inteligente que estudiase la materia, en 1630 se remitió tierras y algunos granos de oro d ley de hasta diez y nueve quilates, pronosticando las señales todo indicaba de rendir grandes riquezas”
Más de este hallazgo no existe noticia alguna que lo mencione ni de pasada.
Agua
Había un dicho o refrán popular, quizás todavía corra de boca en boca, que ya en el siglo XVI, resumía la llegada de la lluvia a la villa cacerense, y que hacía referencia a las nubes que cubren las alturas de la Sierra de la Mosca que decía:
“cuando la Sierra de la Mosca, de toca, toda la villa se hace sopa”
“La Sierra de la Mosca es cabo Cáceres hacia el abrigo, que cuando está cubierto de nubes, llueve mucho”
Pero esta observación no indicara la cantidad de lluvia, ni siquiera que lloviera, ya que la sequía en la villa cacerense le viene de mucha antigüedad, pero en la época que nos ocupa era muy frecuente la escasez de agua destinada a consumo de boca o a las necesidades básicas de limpieza, eso sea el motivo quizás de que toda casa fuerte que se preciara tenía aljibe o pozo, o cisterna en sus interiores o patios apara cumular el agua de lluvia, donde más se notaba era en las cosechas, y en las incidencias en el ganado, en con el desabastecimiento de la villa cacerense por este motivo, llegando a tener que importar el cereal y regular el precio de trigo, es decir del pan y de la carne, esto era como medida para que, todos los habitantes estuvieran abastecido de lo más necesario para subsistir.
Como paliativos de la sequía y cosechas escasas, se sacaba a pasear a los santos con rogativas con motivo de atraer las lluvia y el aumento en las cosechas, a pesar de todo nada impide que la producción de frutas, hortalizas, y pesces sigue por la Ribera del Marco.
“Desde el año de 1650, principió el noble ayuntamiento de esta villa a instar a la cofradía, acompañando el estado eclesiástico y procurador del común, para que se bajase a ella a la Santísima Virgen, en rogativa por las públicas necesidades que se experimentaba ya de peste, guerras, sequias, langosta, enfermedades, etc.”
(Benito Simón Boxoyo-Noticias)
Más según los cronistas, de siempre tuvo Cáceres escasez de agua de boca, debido entre otros inconvenientes en la conducción de las aguas del interior del recinto murado, esto implicaba obras de ingeniería de elevado coste y que jamás se llevaron a efecto, y a finales del siglo XX, José Castell, presentó al Concejo una propuesta para de abastecimiento del agua en todo el casco urbano de Cáceres.
“Castells, hizo un estudio sobre a cuenca fluvial de estas agua, allá por el año de 1890, y resultó que:
EL AGUA DE LAS MINAS
La cuenca fluvial de las aguas de las minas, está constituida por una franja de terreno calizo de un kilómetro de anchura por tres de largo, resultando una superficie de tres kilómetros cuadrados aproximadamente, y cuyas lindes ocupan:
Camino viejo de las Corchuelas al Noroeste, la pizarra que se observa a mitad del cerro de Cabeza Rubia y el centro de la Cañada, hasta la casa de Santa Ana al Noreste, y la barrera de los alcoces, continua de las minas y era de las Corchuelas al Oeste, sucede que, en esa cuenca y por término medio al año recibe en forma de agua de lluvia 1.671.000 m3.
Si se tiene en cuenta que la superficie de la cuenca es casi en su totalidad de piedra caliza y que pongamos, la tercera parte del agua llovida es de 557.000 m3, y que repartidos en una corriente uniforme durante todo el año, darían un caudal de 63 m3 por hora, es decir 17 litros por segundo, cantidad igual o muy parecida que la que corre por la dehesa proveniente de la mina San Salvador, y siendo esta la que ha sustituido a los caños de Santa Ana, y que para la extracción del agua del pozo, las maquinas trabajando intermitentemente, llegaban a extraer un caudal entre 30 y 40 litros por segundo, y sin tener en cuenta que este venero estaba en la creencia de ser inagotable y sin limitaciones de cantidad, precisamente de ahí, surgió la idea de abastecer la ciudad con aquellas aguas, habiéndose comprobado que efectivamente y en el supuesto de que el agua fuera potable, este caudal daría para abastecer y de sobras el consumo de Cáceres, y aunque elevada de costo su extracción, elevación a la cañería general, el problema del agua de la ciudad, quedaría resuelto de una vez por todas.
Pero sucede que estas aguas no son aptas para el consumo, al no ser potables para el servicio de boca, les recuerdo que estamos ante un estudio hecho por don Joaquín Castells en el año de 1896.
Y se da la circunstancia, de que, para extraer esta agua de la mina, de cerca de sesenta metros de profundidad, y para ponerlas en nivel para la ciudad, es necesaria una elevación de 20 metros más, y siendo el gasto de una elevación total de 80 metros, más elevado que el coste total el agua, un agua que en definitiva solo podría utilizarse como riego y limpieza.
El coste de la elevación de 17 litros por segundo, trabajando doce horas diarias es:
2,5 toneladas de carbón para la máquina de vapor- 15 duros día
Gastos personal, grasas etc. Elevarían a 20 duros el gasto diario, que sin contar con el redito y amortización del capital necesario para obras, elevación y conducción y distribución del agua que sería de unos 60.000 duros, y que, por todo, la ciudad tendría que pagar a la empresa concesionaria unos 120.000 duros por año, para que el negocio no resulte ruinoso.
¡ah, pero se nos hizo muy tarde y los fogones sin encender, y todavía queda agua para dar y regalar en Cáceres. En el próximo capitulo seguiremos con las aguas de las fuentes de Cáceres.”
(Fuentes Joaquín Castells-Aguas)
Para el abastecimiento de aguas, existían muchas viviendas dotadas de pozo para el consumo doméstico, y con previsión de almacenaje para tiempos de sequias que a menudo sacudían a la villa, estos eran pozos o aljibes que recogían las aguas de lluvia.
(Fuentes Licenciado Juan Rodríguez de Molina)
(Fuentes Martin Cerrillo)
(Fuente Benito Simón Boxoyo)
(Fuente Floriano Cumbreño)
Agustín Díaz Fernández