-CAPITÁN DIEGO DE CÁCERES OVANDO 1425-1446 (IV)
HISTORIAS DE LA VILLA DE CÁCERES
CAPITÁN DIEGO DE CÁCERES OVANDO
1425-1446
Paladín de los Reyes Católicos
Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra
En los tres capítulos anteriores, se ha revisado por encima la genealogía de tan ilustre casa, para llegar al nacimiento del personaje en cuestión, los enlaces de los que hablábamos, reforzaron el encubrimiento familiar, repercutiendo en las aportaciones económicas la hora de los Ovando.
Hernán Blázquez y Leonor Alfón de Ovando, casaron en 1424, naciendo en 1425, (aproximado, pues no existe mención de su fecha de nacimiento) su primogénito el que andando la historia se convertiría en el capitán Diego de Cáceres Ovando, no era su casa rica en demasía, pese a su brillante alcurnia, la bolsa paterna no disfrutaba del mismo brillo.
Hernán Blázquez, abuelo del capitán, dejo dos hijos, Hernán Blázquez Mogollón y Nicolás Ruiz, tío carnal, es figura íntimamente ligada a los primeros tiempos de don Diego, los citados hijos heredaron los bienes paternos, que quedaban en gran parte en proindivisión, la muerte del padre futuro Capitán, cuando este tenía dieciocho años, cortándole las posibilidades de aumento de fortuna, bajo la gestión del cabeza de familia.
A comienzos de 1443, murió Hernán Blázquez Mogollo, dejando cinco hijos de su matrimonio, diego el primogénito, todos quedaron a carga de la tutela de la madre, fue enterrado en la iglesia de San Mateo, en un modesto pero decente entierro, eran escasas las monedas en la bolsa de la viuda, para hacer frente a las mandas testamentarias del finado y salvar deudas contraídas por él, más tarde se convertiría en fastuoso arco sepulcral, a costa del nieto mayor. Fue preciso que doña Leonor Alfón de Ovando, vendiera un huerto que tenían en la Ribera de Cáceres, ella mismo cuenta en la escritura que la venta se hizo para pagar y cumplir el testamento de Hernán Blázquez y las mandas en el contenidas, y ciertas deudas que él debía, por el precio de dos mil maravedíes, compraron el huerto Diego García y su mujer, Beatriz de Villalobos, firmándose la escritura en 3 de enero de 1443, el nombre de los cinco hijos los relatas doña Leonor, Diego, Francisco, Nicolás, Juana y Catalina. Apenas realizada esta venta, Nicolás Ruiz entró en acción, disconforme con la venta, alegaba su preferencia en poseer el huerto, al tener parte en él, esta complicación puso en peligro el desenvolvimiento económico de su cuñada y sobrinos, menos mal que los que compraron no tuvieron ganas de pleitos, y accedieron a vendérselo a Nicolás Ruiz por el mismo precio que lo compraron.

Bajo la tutela materna el futuro capitán vivió en, en Cáceres años oscuros, durante los cuales la energía de doña Leonor Alfón de Ovando iba rigiendo con acierto la casa familiar, unas veces ayudada otras obstaculizada por el hermano del difunto marido, sobre el hogar sin el cabeza de familia, la sombra de Nicolás Ruiz se proyecta incesante, en aquel mismo año de 1443, el 29 de abril, doña Leonor Alfón de Ovando y su cuñado, pusieron en orden parte de la herencia de los Blázquez. La casa de los abuelos en la colocación de la iglesia de San Mateo, lindera a la de Diego García de Ulloa, fue adjudicada a los huérfanos de Hernán, a Nicolás se le concedió, la dehesa el Majuelo y una cierta parte en las Argüijuelas, los menores no recibieron de este trato, hacienda rustica alguna, quedando obligado Nicolás a pagarles ochocientos maravedís en plazos. El tío del que sería el capitán Diego de Cáceres Ovando, Nicolás Blázquez, era un hombre activo, se movía regularmente entre la sociedad cacerense, casado con Inés García, estaba emparentada con los Ulloa, disfrutando de buena posición económica, sobre 1449, actuó como regidor del concejo, en el reparto con sus sobrinos se había quedado con el castillo de las Agüijuelas, el de Arriba, que su padre había edificado en un altozano de la finca, no lejos de la de Blasco Muñoz, por orgullo de raza, para tener castillo propio que sustituyera al que por derecho de primogénito le debiera pertenecer, También Nicolás, el segundón, le quitaba ahora a Diego, primogénito, el representativo feudal que un poco más tarde recuperaría. (las Argüijuelas , fue uno de los primeros adehesamiento de Cáceres tras su conquista, lo que por entonces tenía su singularidad).
La orfandad de sus hijos, avivó en doña Leonor Alfón de Ovando, el deseo de irlos colocando en adecuadas condiciones, tanto profesionales como caseras, de momento acordó rápidamente la boda de su primogénito, no en Cáceres, si no en la villa de Brozas, donde encontró para emparentar con la noble e influyente familia de los Flores. Era Brozas, otro viejo e importante solar nobiliario, próximo a Alcántara, e íntimamente ligado a la Orden alcantarina, los Flores, de procedencia asturiano-leonesa, anduvieron por Extremadura desde los tiempos de la reconquista, asentándose en Alcántara don Hugo Flores, el más representativo de, los de esta casa, casó con doña Elvira Gutiérre de Toledo, hermana del Gran Maestre de la Orden de Alcántara Gutiérre de Sotomayor.

El enlace de don Diego, fue otro nuevo encumbramiento de la familia, los Flores ostentaban en la villa de Brozas, la primacía social y económica, don diego Cáceres de Ovando pasó al hogar conyugal por los años 1443 a 1445, no hay fecha exacta en la que poner el matrimonio con doña Isabel Flores, en plena juventud, esperando al acecho su porvenir, aun por orientar, mientras empezaba a nacer la prole, observado el desenvolvimiento del proceso político.
Miguel Muñoz de San Pedro-Tres Paladines.

Agustin Díaz
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