LA CONQUISTA DE HINS QAZRIX (II)

19.11.2020 13:10

                          LA CONSQUITA DE HINS QAZRIX (II)

                       626 DE LA HÉGIRA-1229 DEL CRISTIANO

La fortaleza, así la llamó Al-Mumin cuando la conquisto para el moro en 1147.

Ciudad bien definida, como colgada de las nubes, dijo de ella cuando la vio Al-Umari, cronista árabe del siglo XV.

Preparativos.

Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra

     En el capítulo anterior, dejábamos al cristiano montando el campamento y con los preparativos de asedio, asedio que se preveía largo, ya sabían lo bien aprovisionada de víveres y de agua de boca que tenia la ciudad, con lo que podía resistir mucho tiempo, por otra parte, las murallas y torres defensivas hacía de Hins Qazrix una fortaleza inexpugnable.

    Alfonso IX de León, desde el mirador privilegiado  donde tenia implantado su campamento y (hoy cerro de San Marquino) acompañado de sus capitanes, observaba el trajín de sus huestes, que estaban ocupados en desbrozar los alrededores de la Villa, piedras, jaras , carrascas, encinas, para que las máquinas de guerra y arietes pudieran avanzar sin obstáculos, las cuadrillas de ingenieros, arropadas y bien protegidos por escudos enormes y arqueros pronto al disparo en cuanto cualquier moro se asomara a almenas, el Monarca Alfonso IX de León, repartía su mirada por el recinto amurallado, desde  su posición en la  mitad de la falda de la Sierra de la Mosca, lo veía nítido, la clara mañana de 6 de abril de aquel 1229. 

     Según relata Al-Idrisi, el gran cartógrafo árabe, en 11147, Al-Mumin, ordena la construcción de 400 viviendas, para dar cobijo a una poblacion permanente y activa de unas 2.500 personas, poblacion que no solo nos dejó construcciones militares, si no también civiles, así mismo nos dice que la cerca amurallada estaba claramente definida en tres partes, como era habitual en las construcciones Almohades, esto era la Alcazaba, zona noble y que ocupaba la zona más alta de la cerca, con un palacio que debió ser fortaleza impresionaste edifico con su aljibe del siglo XI-XII, y la gran Mezquita, (plaza de San Mateo y Plaza de las Veletas, el Albacar, gran espacio diáfano, donde se alojaba las tiendas de la tropa, y la Medina, donde residía la población estable, tres espacios bien definidos y marcados con muros de separación.

      Esto también observaba el de León, tomando nota mental para cuando fuera menester, y pensaba, pensaba que no podía ser un asedio largo, habia tenido que pedir dinero prestado a sus súbdito para la campaña, incluso a la iglesia de Santiago, en Compostela, la que por orden del papa  Inocencio III, pignoro sus bienes para financiar la campaña, y poder pagar a las mesnadas, que  al declarar el monarca como Cruzada la empresa de conquista, se habían alistado todas las ordenes militares, que traían sus milicias, pero estas corrían con sus propios gastos, dejando el recuperarlo a cargo del botín, ya en dineros ya en tierras ya en encomiendas, por todas estas circunstancias se habia apresurado el monarca a iniciar la campaña, nada más recién comenzada la primavera, fecha elegida para comenzar cualquier campaña de guerra., pensaba el leoneses, ya que estaba en el mismo sitio, que no podía ocurrirle con en aquel trágico 1222.

     El joven Capitan Amin, también observaba los movimientos del cristiano desde la atalaya de la Torre Redonda, con la llegada del alba habían comenzado a lanzar proyectiles con sus máquinas de guerras, enormes piedras que causaban gran quebranto en los muros, y entre la población, matando alguna gente al moro, los que por su parte, Amin habia sido protagonista de ello al frente de una sección, en rápidas salidas, con sus rápidas y agiles monturas, habían hecho daño, matando muchos cristiano que no estaban al aviso, bravos caballos, y bravo era el moro en combate, que se lo pregunten a Rodrigo Diaz de Vivar, (el Cid Camperador), el moro, estaba al cuidado por crónicas de guerra de lo que habia pasado aquel 1222, y pensativo no creía que volviera a ocurrir.

    En aquel 1222, tras muchos meses de asedio, las maquinas de guerra y loa arietes habían producido mucho daño entre, se podían apreciar muchos boquetes en los muros, señal de que las maquinas habían hecho su  trabajo, mucho y bien, ese fue el momento elegido por el monarca Alfonso IX de León, para ordenar a sus huestes el asalto final, al pronto se vieron ocupando gran parte de la muralla y hasta mandando en alguna torre de las defensiva, con excesiva celeridad se abrieron boquetes por los que el grueso de la tropa entro en el recinto amurallado, mucho y bien mataba el cristiano, mucho y bien se luchaba el moro, por el adarve corrían regatos de sangre entremezclada de los dos bandos combatientes, roja la cristiana, roja la mora, ya se luchaba en las calles, unos al grito de Santiago y cierra España, Alá es el único dios y Mahoma su profeta los otros, batiéndose bien, valiente el moro, pendenciero el cristiano, y cuando parecía que todo el pescado estaba vendido, sonaron bovinas y cuernos de guerra ordenando la retirada, extrañados los unos con esta orden, los otros también, nadie comprendía que cuando lo tenía a un golpe de espada ordenara el cristiano la retirada, confusión general entre unos y otros, el moro ya solo esperaba encontrarse con las Huríes en el Janah, y el cristiano en la rapiña y el botín.

     Aquella campaña de conquista de 1222, ya iba para largo , tras cinco meses de asedio, con los gastos de sueldos e intendencia, comida, para hombres y animales, y sin dineros con que pagar a las mesnadas, aquel día ocurrió, que, en pleno combate se presento en el puesto de mando del cristiano de León, un emisario del Califa Abu-Ya Qub, proponiendo al monarca que le darían un potosí en joyas y maravedis, se aceptaba a dejar el sitito y cruzaba la marca, endeudado el de León, no pensó en nada más, y ordenando la retirada, el moro no solo no cumplió lo pactado, sino que lo persiguió en la retirada hasta la Marca del rio Tajo, matándole muchos cristianos de la retaguardia, cogiendo muchos prisioneros.

     En eso andaban pensando los dos, el cristiano y el moro, cada uno por su motivo, sabiendo que nada era igual que entonces, el cristiano porque sabía tener asegurado los pasos por las Sierras de San Pedro y Montánchez, con lo que no podría recibir el moro refuerzos, el moro porque también lo sabía, como sabia también que la villa no contaba con suficientes defensores, las luchas internas habían debilitado y mucho a la sesta Almohade.

 

Agustin Díaz