HISTORIAS DE LA VILLA DE CÁCERES-LA TORRE DE LA MORA

13.12.2018 11:09

 

Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra

Cuenta el cronista que aquel 23 de abril de 1.229, las tropas del Rey IX de los que llevan el nombre de  Alfonso de los de León, en todas y cada una de las torres  en total veintiséis de las que defendían la fortaleza de Qazris, flameaban al viento los colores del de león , en todas menos en una , soberbia ,majestuosa,  inexpugnable torre albarrana  de la llamadas torre redonda pero en realidad es ochavada, torre de planta cuadrada fabricada con lienzo de adobe sobe sillares romanos , que se va ochavando conforme se eleva en su grandeza y vistosidad, construida en el siglo XIII, sobre cimientos de otra  romana ya existente vigilando  desde su posición la más avanzada de la muralla los terrenos del sur de la fortaleza  de Qazris, al preguntar la razón de que no hondeara su insignia en la atalaya de la torre, le dijeron que las entradas estaban tapiadas, ordeno que al momento se echaran abajo aquellos tapiales  que impedían la entrada a la torre, una vez dentro ese encontraron con una pieza acomodada , habilitada como estancia y surtida de muebles para hacer vida en ella y una cama de cojines y sedas, en la cama el esqueleto de dos personas en posición de abrazo y una mueca de sonrisas en sus calaveras, observando más de cerca se dieron cuenta de que pertenecían a  un hombre y una mujer , enlazados en mortal abrazo, y al pie de la cama un documento que relata los hechos acaecidos.

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Corría el siglo XI ya estábamos en el año de 1.027, y la magnífica  fortaleza de Qazris gozaba de fama y grandeza por su poderío  y belleza, gobernaba la ciudad y los terrenos pertenecientes con mano de hierro y no por eso falto de bondad, un joven guerrero de impresionante y apostura, presencia y modales , pero bravo como ninguno y temido  en la batalla por sus enemigos , dotado con gran pericia de estrategia militar y mano generosa, bien puede dar cuenta el cronista de sus victorias en las razias y defensa de la marca, evitando que las huestes leonesas de Alfonso V cruzaran la frontera natural del rio Tajo y poner en peligro el territorio a él encomendado , así como  para el buen gobierno de la ciudad desde el imponente alcázar en la parte más alta de la ciudad de Qazris.

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Este joven Caíd de buena mano para el gobierno y la guerra no era otro que el simpar Al-Mansur, no confundir con Manzor , Almanzor, que fuera  canciller de Córdoba y hayid del califa Hisham II no, este no, además había fallecido en 1.002, el Al-Mansur de la crónica , se había criado en el barrio de los Fratres en la época que todavía era de la estación , por estar ubicada la estación de tren en él , trenes que llegaban y salían a sus horas no como en épocas de un tal Vara, hijo de la señora Eduviges  que vivía en el camino de Maltravieso en los hornos de cocer la cal del “Mealla “ y viuda de nacimiento , ya desde su más tierna infancia enseño a su hijo A-Mansur el pastoreo de las cabras que le salían en las piernas al calor de un braserillo de picón al que tenían gran afición, para paliar los rigores del frio invernal, el padre por la explicaciones, salió un día a un mandado y se le encontró años después en un pueblecito de Alemania de impronunciable nombre trabajando en una fábrica como tornero fresador , y cuando l dijeron que volviera que su hijo iba a tomar la primera comunión , dijo ¡ verdes las han segado ¡.

Tantos éxito cosechó en su empreño del buen gobierno de la fortaleza de Qazris y del  territorio que tenía a su custodia, tanto y bien escribieron los cronistas tantas fueron las loas, que la fama llego a odios del califa de Córdoba Hishan III, que decidió premiar a Al –Mansur , con esposarle con una linda princesita de su familia , la todopoderosa familia de los Omeyas  fundada por el gran Abderramán III,, y así entre razias y escaramuzas en la marca, teniendo controlado el territorio pasaba algún tiempo de descanso en la ciudad , y cierto día los vigilantes desde las atalayas avisaron de la llegada de gran caravana de mercaderes y mercaderías y gran número de  soldados de elite de las mesnada real , lo que suponía que un personaje de abolengo visitaba la ciudad , al mando de la caravana el enviado especial del propio califa Hisham III Abu-Jalek, al dar la bienvenida a tan insigne visitante, se corrieron las cortinas y velos de seda de una litera que venía bien custodiada dejando a la vista para la turbación del joven, una muchacha de gran hermosura y fina estampa, era nada más y nada menos que Amira ( princesa ) la enviada por el Califa para su casamiento con el valiente Al-Mansur , el flechado fue fulminante por ambas partes y al poco de tratarse locos de amor comunicaron al enviado del tío de Amira Abu-Jalek, que estaban dispuestos a contraer matrimonio y con las autorizaciones otorgadas en una mañana luminosa se desposaron en la gran mezquita situada en la parte más alta de la ciudad fortaleza de Qazris .

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Apenas terminada la luna de miel, Al-Mansur  tuvo que volver a los asuntos de gobierno y es que las tropas de Alfonso V de león no dejaba de tocar los huevos y habían vuelto a cruzar la marca allá por el rio Tajo y tuvo que salir a ofrecer batalla para controlar la zona, ella Amira desde apenas despuntaba el alba hasta ya bien anochecido pasaba las horas mirando desde la atalaya de la torre más avanzada de la muralla por el suroeste de la ciudad, la hermosa torre redonda ,  la zona por donde tenía que volver su amado Al-Mansur , y tanta era la congoja que llego a quedarse a vivir en la torre para ser la primera en divisar el regreso de su marido, una mañana de cielos claros diviso gran humareda por la parte sur de la fortaleza, por la zona de las cuevas de Maltravieso y pensando que quizás eran las tropas del caíd de la ciudad que entraban en combate no pudiendo con la incertidumbre pidió le ensillaran su caballo y con su guardia personal se acercó al sitio en cuestión , al llegar vieron que era una cabaña que ardía en los llanos de la dehesa de Alba-Plata, y que la guardesa lloraba con gran estruendo de  griterío pidiendo ayuda ya que sus hijos pequeños estaban dentro de la cabaña , Amira sin pensárselo dos vece y sin dar tiempo de actuar a su guardia personal , entro rauda en el incendio sacando a dos criaturas de corta edad sanas y salvas, solo ella la princesa Amira sufrió quemaduras severas , ya de vuelta a la torre que no quería abandonar se dejaba curar por los mejores médicos de la zona  sin resultados de mejoraría más bien  al contrario empeoraba día tras días, al regreso de Al-Mansur corrió a ver a su querida princesa Amira y los médicos le dieron la noticia del mal que padecía su esposa y del que no había remedio para su salvación, el mal que sufría  el más temido de y por  todos había contraído la peste , sin que nadie supiera ni cómo ni cuándo se había contagiado.

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Entro en la estancia con lágrimas en los ojos el buen Al-Mansur  y se abrazó a su querida esposa  sentado en la cabecera de su cama tratando de consolarla sin resultado y al preguntar por la terrible enfermedad Amira le conto que un antepasado participo en un asalto a una villa que tenía cruces blancas marcadas en las puertas con cal entrando al saqueo y en una de estas casas  contrajo la peste, que se reproducía en los descendientes saltando alguna generación , escuchando la triste historia Al-Mansur  para que no hubiera contagio en la población , ordeno a su capitán que tapiaran la torre con ellos dos dentro.1                                       

                                            

 Y así fue como muchos, muchos años después las tropas del rey  Alfonso IX de León al reconquistar la ciudad encontró a los dos enamorados, desde entonces la torre se llamó de la Mora.

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Agustín Diaz