LXIV CAPITULO-BREVE HISTORIA DE CÁCERES-ADEHESAMIENTOS (II)

                     BREVE HISTORIA DE CÁCERES

                        LXIV CAPITULO-SIGLO XIII

Los adehesamientos del concejo (II)

Crónica desde la Calle Cuba de mi Llopis Ivorra

En los primeros tiempos del poblamiento en el término cacerense por parte de los particulares, no habia necesidad de adehesar permanentemente ninguna tierra del término, esta era tan amplio que cubría con sobranza las necesidades de todos, cada poblador se bastaba con su partición de concejo, y si escasea un producto, como a veces ocurría con la bellota, por estar su producción más expuestas a las oscilaciones climatológicas, el Consejo, la acotaba en todo el territorio jurisdiccional para distribuirla convenientemente.

Las Yerbas, en principio tampoco presentaban grandes problemas, tenían bastante para las cabañas afumadas entonces en formación entonces en formación, la Rafala cuidaba celosamente de que son se agotara, pastando los rebaños de merinas en las participaciones, cada una en tierras de sus dueños o todas en común en las participaciones de los aparceros que integraban las cabañas.

Aparece en el 1273, el nacimiento de las Mestas, el monarca Alfonso X, acoge bajo la real protección a toda la ganadería del Reino, las distintas Mestas locales o hermandades ganaderas se funden en una sola con la denominación del Honrado Concejo de las Mestas, lo que hace que se active la trashumancia, que, contenida hasta entonces en la antigua Trasierra, trata de extenderse al Sur del rio Tajo, con la amenaza de una invasión pecuaria del termino cacerense. Las Mestas lo primero que hizo fue señalar   los caminos por donde los rebaños habían de pasar en los movimientos migratorios en buscas de los pastos, estos caminos eran llamados las Cañadas Reales, que habrían de tener de anchura seis sogas de cuarenta y cinco palmos cada una, noventas varas castellanas, (alrededor de más de 75 metros) en el cual no se podía pastar los ganados de la tierra, si no solamente el trashumante y solamente al paso, tenían que seguir los rebaños una misma dirección y sin retroceder. Las Cañadas reales eran tres, La del Oeste o leonesa, la Central o Segoviana y la del Este o manchega, las dos primeras confluían en Béjar, procedentes de León y de Cameros (Soria) respectivamente y juntas por el Puerto de Béjar, penetraban en la provincia cacerense, siguiendo dirección Sur por la Via Lata del romano, Camino de la Plata del moro, o Via Guinea del cristiano, mientras la Manchega afluía a esta vía por el puente del rio Salor.

Serios conflictos se produjeron por las Cañadas Reales con los concejos por donde atravesaban, unos partían de los mismo municipios que las invadían con los ganados del común, o eran detentados por los particulares adentrado por las Cañadas los mojones de las tierras colindantes, otros eran los mismo trashumantes los que los provocaban , sintiéndose amparados por el Rey, no tenían el menor reparo en meter los rebaños por fincas y baldíos y aun por los prados amojonados y labrantíos, la protesta resultaba del todo inútil, las reclamaciones por asuntos ganaderos abrían de solventarse ante los Alcaldes de la Mesta (estos llamados alcaldes entregadores de la Cabaña) estos siempre se inclinaban por los trashumantes, mostrando un celo riguroso cuando la culpa era de los concejos o de los hombres de la tierra, y una benignidad cuando la culpa era de los pastores, así las cosas muchas veces estos conflictos  se resolvieron por la violencia, formándose autenticas peleas en tres vecinos y pastores. Cáceres se defendió bien, y tuvo a estos en respeto con los Caballeros de la Rafala (como hemos visto en capítulos anteriores) esos no se andaban con contemplaciones, apresaban los ganados mesteños tan pronto como entraban en pastos ajenos, pero el Concejo encontró un camino legal para solventar la cuestión, este fue con los adehesamientos que, respaldados por la autoridad real, hacían inútil todas las discrepancias, y sin embargo las hubo.

Puede que la primera dehesa establecida por el concejo cacerense, en 1270fue la Zafra, nombre de tres o cuatro lugares dentro del  término, pero por las descripciones y referencias de los documentos, entre ellos el de la primitiva Dehesa Boyal de Cáceres, que se trata de la Zafra del Salor, esta era por entonces, un extenso pastizal, con manchas de encinares, que se extendía al Sur del rio Salor, desde la Via de la Plata, hasta los limes de Torreorgaz, cerrándose al Sur por las Arguijuelas, el ángulo Noroeste lo delimitaba el puente viejo, punto de concurrencia de las tres vías pecuarias, El Camino de la Plata, El cordel Real del Este, o Cañada Manchega, y el Cordel del Oeste que se dirigía a Badajoz, en el centro contaba con una enorme charca de más de Kilómetro y medio de largo por más de doscientos metros de ancha ( la llamada de la Generala, desde el siglo XVIII) esta constituía una magnifica reserva de agua para el verano, era este un territorio a la  par que un magnifico invernadero, un lugar de pastos para el verano, estos se conservaban frescos hasta muy avanzada la estación en las márgenes del rio, los encinares sin ser espesos, de muy buen arbolado y limpias de malezas. (Segunda dehesa Boyal de Cáceres, no seria hasta 1890, cuando se vendió en diez lotes a particulares)

En la Zafra ni en la Zafrilla, se habían adjudicado porciones durante la repoblación, quedando como terrenos del concejo, de aprovechamiento vecinal, siendo pastoreados por los rebaños que se formaban reuniendo las cabezas pertenecientes a muchos propietarios que no tenían número suficientes para entrar en aparcerías, rebaños que se llaman los ganados  del común, quedaban también a beneficio de los vecinos los demás aprovechamientos, ente ellos la bellota que cuando estaba en sazón era permitido cogerlas libremente.

Debió ser hacia 1270, cuando el concejo decidió cotar estos aprovechamientos para regularizar su distribución y así evitar la invasión de los ganaderos forasteros, solicitando al Rey establecimiento de dehesas, el Monarca encargó la delimitación de ambas, la Zafra y la Zafrilla, a Alfón Durán y Rodrigo Yannes, y estos fueron los dos primeros territorios que se adehesan en Cáceres. Al hacer esos acotamientos, la villa cacerense se curo en salud, y fue muy oportuno, al año siguiente del adehesamiento de la Boyal, la Mesta, que hasta entonces se contenía en la orilla derecha del Tajo, hace pasar el rio a sus rebaños, unos se expanden , saliéndose de la cañada por el Oeste, a invernar en los que actualmente son los pastos del Casar de Cáceres, Arroyo y Malpartida, otros bajan hacia el sur de la villa y ocupan la Zafra y la dehesa Boyal, acuden prestos los del concejo con las cartas de adehesamiento, pero los pastores se niegan a reconocerlas, y esgrimen los privilegios de si institución y que si Cáceres tenía alguna reclamación que lo hiciese ante los Alcaldes entregadores, vía que no convenia a la Villa cacerenses, por intuir el resultado, acuden  al Rey en Toledo y en 15de febrero de 1279, expide mandato a  los entregadores, ordenándoles se atengan a los dispuesto, los mesteños reciben las cartas con mucho respeto pero con muy poca obediencia, y entre idas y venidas reclamaciones y vuelta a empezar, consiguieron lo que propinan que no era otra cosa que invernar en Cáceres, lo repitieron a la invernada del año siguiente , no sin que se produjeran reyertas con el vecindario, pero al final del verano de 1280, pasa el Rey por Cáceres y el Concejo le plantea la cuestión, la invasión de la cabaña mesteña era la ruina para Cáceres, por tanto la extinción  de su ganadería pujante, la aniquilación o el bastardamiento de las merinas, una violación del Fuero, y una descarada desobediencia a las ordenes reales, el Monarca ante esto, ordena nuevamente en 22 de noviembre de 1280, y de manera tangente se respeten los cotos puestos por el Concejo, que se devuelvan las presas que los mesteños habían hecho con los ganados de Cáceres, dándose a las autoridades de la Villa cacerense ,poderes para obligar a los pastores al cumplimento del Rey , por la fuerza si fuera necesario.

A si se logro una paz relativa, pero el choque entre la cabaña afumada y la Meseta, renació poco después, y las contiendas continuaron a lo largo del siglo siguiente, ahora incrementados por los adehesamientos que tomaron entre los particulares.

(fuentes Floriano Cumbreño-Historia de Cáceres)

(biografías)

(adehesamientos Cáceres)

Agustin Díaz