XLIV CAPITULO-BREVE HISTORIA DE CÁCERES-LA GANDERIA (III)

                             BREVE HISTORIA DE CÁCERES

                                XLIV CAPITULO SIGLO XIII

La Ganadería (III)

Crónica desde la calle Cuiba de mi Llopis Ivorra

Las circunstancias que se dieron al nacimiento de la ganadería cacerense, impusieron la necesidad de dar a su defensa un carácter de señalado  militar, el peligro de las algaradas y razias musulmanas estaba ya muy alejado al redactase el Fuero de Ganados, pero no se habia eliminado por completo el peligro, siempre estaba dentro de los posible un reacción por parte de los moros andaluces, o una temida nueva invasión africana, el peligro existía de la situación de la tierra que aún no se encontraba libre de partidas musulmanas, del bandidaje de los golfines o robadores de ganado que se encontraban en plena actividad en las sierras del sur cacerense, las sierras de las Villuercas eran una enorme guarida de desalmados de todas las razas y de todas las procedencias, y por el norte acechaban al termino de Cacerense poderosas ambiciones, habia pues  que, precaverse contra estos peligros y asegurar la paz de la  ganadería naciente, y para ello habia que ponerla bajo la protección de una fuerza armada, con este motivo se creó la Rafala, o caballería  de ganados.

Adquirió con prontitud gran importancia la cabaña cacerense, la mayor parte del ganado se exportaba para su venta fuera del término, mucho era adquirido  por los trashumantes, a los que por venir a través de las sierras del norte, se les llamaron serranos, este ganando iba a engrosar la cabaña de las mestas, leonesa y Segoviana, donde se formó la raza merina castellana, que se extendió por toda castilla y León, pasando a Logroño y Burgos, donde y andando en el tiempo se produjo una raza de gran rusticidad a causa de lo extremado del clima y lo precario de la alimentación, de a qui seguramente paso a difundirse por Aragón, y las provincias de Teruel, Zaragoza, Huesca, Navarra y la Rioja que es llamada raza aragonesa, de la rama cacereña derivo la rama manchega.-

La vaca no se exporto o casi, apenas si abastecían las necesidades de la zona, si se vendía y mucho el ganado equino y mular que, aunque no muy abundante, era el preferido por los labradores castellanos por su sobriedad y dureza. Nombra el Fuero, los productos derivados de la ganadería, la leche, que en fresco se consumida o se dedicaba a la elaboración de quesos, la quesera era ocupación de los pastores, fabricaban quesos de cabras y de ovejas de excelente calidad, se podían exportar sin más restricción que no hacerlo a tierra de moros, también se  cita la manteca, que debida pagar impuestos por ella las recuas que la traían a los mercados de Cáceres, por lo que se deduce que erra producto importado, también era prohibido llevarla a tierra de moros.

La lana se aprovechaba, por una parte las ruecas y telares de la V illa, pero también en su mayor parte se exportaba hacia el norte, seguramente el origen de las manufacturas de Torrejoncillo y Béjar, fuera merced a la lana importada desde Cáceres, fama tenían desde siempre los esquiladores de la villa por su habilidad, limpieza e integridad con que sacaban los vellocinos, el esquileo comenzaba pasado abril y los esquiladores cobraban un vellón por cada cuarenta de las ovejas, y otro por cada veinte de los corderos.

La Caza, La Pesa, y La Colmena

Dice el Fuero, que ave domestica se denomina a la domada, se reducen a tres especies, la gallina, la paloma de palomar, y los ánsares, bajo cuya denominación se comprendían a las diversas clases de patos y gansos, siendo natural que en un terreno bravío y cubierto de monte y maleza, la caza abundara, y más si tenemos en cuenta que en el aquel Cáceres del siglo XIII no era muy activa, ni como necesidad ni como deporte, Caza en el fuero tiene el significado de aprehensión de animales terrestres que viven en estado salvaje, para aprovechamiento de carnes o sus pieles, distinguiendo dos modalidades, caza menor, que es la caza en la edad media, conejos, liebre, perdices, y caza mayor o montería, caza menor es la cetrería. Abundantísima era la caza menor, las liebres se criaban en las llanuras al norte y al sur de la villa, el conejo por todas partes, la perdiz por las sierras y el rivero, la paloma en todos sitios donde hubiera encinares, se cazaba con trampas, o bien al salto por medio de perros, entre los que el fuero menciona, el sabueso y el perro rastreador, o perro pequeño capaz de entrar en las madrigueras para echar la caza fuera, el podenco, y el galgo, siendo este especialmente dedicado a la caza de la liebre a la carrera, siendo estos dos últimos los más apreciados, penándose con dos maravedis al que los matase. De la caza mayor solo se nombra al venado, aunque debía de ser muy abundante el jabalí, si algún cazador mataba un venado que fuera perseguido por un perro propiedad de otro, podía tomar un cuarto de la carne dela res, correspondiendo el resto al dueño del perro, también se cazaban con trampas, lo que solamente el dueño de estas tenía derecho a la pieza, multando con el doble de su valor al que sacara la pieza de la trampa ajena. La cetrería se practicaba a gran escala, estando prohibido a los extraños prender en el termino cacerense azores, halcones o gavilanes, y si alguno mataba aves de esta especie ya adiestrada para la caza los alcaldes, los sex, y los hombres buenos debían investigar acerca de la calidad del ave y sus condiciones de adiestramiento para tasarla y obliga al matador a pagar su precio.

No era, porque no podía ser muy activa la pesca en el término cacerense, las corrientes de agua son escasas y solamente se podía pescar en las charcas, en el Salor o en el Guadiloba, no en mucha abundancia, y pesca en el Tajo  no compensaba por estar este rio amas de una jornada dela población, el  Fuero dicta alguna norma para asegurar el abastecimiento adehesando las pesqueras, llamándose así a las presas de los molinos en las que se formaba un ensanchado remanso donde se criaban los peces, no se podía pescar en ellas ,sino en veinte estadales  aguas arriba y dos estadales aguas abajo, salvo con anzuelo, pero nunca con redes ni menos envenenado las aguas, el pescado tenía que ser vendido en el mercado de la Villa, por el pescador mismo, su mujer o sus hijos, estaba prohibido venderlo en viernes a los judíos.

Las colmenas eran una de las riquezas más copiosas del campo cacerense y a la que siempre se prestaron mucha atención y cuidados, el Fuero Alfonsí, contiene disposiciones bastantes precisas para su explotación, los enjambres adquieren gran auge a partir del siglo XIII, un colmenar se llamaba corral, y el vecino que quisiera establecerlo, por el solo hecho de hacerlo, adquiría el terreno en propiedad en que se asentaba, prohibiéndose que a otro pudiera establecer colena en el mismo lugar, ni a un tiro de piedra alrededor, y si lo establecida tenía que pagar cuatro maravedis por noche hasta que lo desalojase, también se hacían se podían juntar varias colmenas de propietarios de enjambres en un solo corral, obligándose todos ellos a cuidarlas por turnos, el dueño de un colmenar, siempre que fuera el que las cuidara, estaba exento del pago de impuestos.(pecha y facenda) llamándose colmenero a fuero, requiriéndose un mínimo de sesenta enjambres para poder gozar de esta calidad.

El enjambre que saliera de su corral, si marchaba a otro y regresaba luego trayéndose más abejas, estas eran propiedad a medias de colmeneros de ambos corrales, la miel y la cera se vendían en el mercado de Cáceres, pudiendo exportarse, pero con la prohibición de hacerlo a tierras de moros

(fuentes Floriano Cumbreño-Historia de Cáceres)

Agustin Díaz