XLV CAPITULO-BREVE HISTORIA DE CÁCERES-ORGANIZACIÓN MILITAR (I)

                             BREVE HISTORIA DE CÁCERES

                                 XLV CAPITULO SIGLO XIII

Organización Militar (I)

Crónica desde la calle Cuba de mi llopis Ivora

No existía en la España Medieval un ejército permanente, no existía fuerza armada con organización fija, ( solamente la fija, era la milita Regis, que era la guardia palatina, encargada de la escolta de las personas reales) todo el pueblo tenía la obligación del servicio militar, pero no se reunía para cumplir este deber sino cuando, por exigirlo las circunstancias, era llamado para ello, el constante estado de lucha con los musulmanes hacía, sin embargo, que las ciudades, villas y lugares, estuviesen siempre preparados para acudir a estos llamamientos, todos los Fueros, también el de Cáceres, contienen disposiciones relativas a la organización militar y  a las obligaciones castrenses en sus habitantes.

Presentan las disposiciones en el término cacerense, dos aspectos, el primero el del servicio real, y el segundo el de Rafala, o caballería organizada para la defensa de los ganados, durante los primeros treinta años, Cáceres no estuvo en condiciones de prestar servicio militar, la escasez de habitantes por un lado y las necesidades de colonización por otro, lo hacían imposible, teniendo en cuenta que el imperio de las armas no era ya en tiempos de la promulgación del Fuero una necesidad esencial para la defensa de la Villa, el peligro musulmán quedaba ya muy alejado, las campañas de Fernando III, y una posible reacción del moro, que amenazara la Villa habia quedado ya muy reducida a una eventualidad, posible pero improbable.

Con todo, los habitantes cacerenses, cumpliendo con los deberes de todos los hombres del estado de condición libre, en todo momento debían de encontrarse a disposición a incorporarse al ejercito real, así lo determina el fuero Alfonsí, aclarando que solamente pueden ir en huestes con la persona del Rey y en sus fronteras por un plazo de treinta días. Cáceres como lógica consecuencia de las formas de vida que se impusieron a sus habitantes desde los primeros momentos de su conquista, tenía que defender la ganadería, defensa que tenía que hacerse con la protección de una fuerza armada, fue la Rafala o caballería de los Ganados, esta nació de la aparcería pecuaria de la mesta territorial cacerense. En la villa existía ambiente guerrero, lo que explica que el Fuero contengan tantas disposiciones a la vida militar y datos sobre las instituciones castrenses.

Los hombres libres de Cáceres, los que se asentaron en durante la población, que es el tiempo que se refleja en los Fueros, eran villanos, entendiéndose por esto como hombres que vivían en la Villa, pero no de clase noble, por lo que las milicias tanto las que se formaban por llamamientos reales, como de la hermandad ganadera, eran fuerzas formadas por elementos ciudadanos, bajo las órdenes del Concejo, sin perjuicio del servicio real, dedicados especialmente a la defensa de sus intereses. La organización militar en la villa cacerense, se ciñe a las características generales de esta institución en todos los estados dependientes de la Corona Castellano-leonesa, todo servicio de las armas de el derivados o dependientes, se conocen con el nombre de fonsados, esta palabra, ir al fonsado es como decir ir al servicio militar, formar parte en las filas del ejército, o prestar servicio de vigilancia en las atalayas o de escucha. Se refiere su significado, al ejercito Real, o tropa movilizada por el Rey, que la convoca y dirige, debiendo acudir a formar parte de ella, todos los hombres que estuvieran en condiciones de servir, lo mismo en los dominios reales que en los distritos o en los señoríos, la ausencia del fonsado, el incumplimiento de los deberes militares, se castigaba con fuerte multa, con el tiempo llego a convertirse en un impuesto (fonsadera)

Con sus excepciones como es natural, no prestaban servicio ni pagaban su redención en metálico los oficios cuya paralización podría acarrear quebranto a la economía, y aun a la propia acción bélico, herreros, yuguero, molineros etc. Tampoco estaban obligadas personas quien justificase su exención, tener la mujer enferma o esta falleciere dentro de los quinces días anteriores a la convocatoria del fonsado, ni el caballero al que enfermase el caballo en el momento de la incorporación, y en Cáceres, durante el proceso de la repoblación, el primo viniente durante el primer año de su asentamiento, estos eran los llamados excusados, lo que quería decir que era eximidos por el Fuero, pero  perdían por ello algunos derechos de ciudadanos, como el de echar a suertes en los oficios y ocupar portiello del concejo durante el año de exención.-

El ejército movilizado para empresa de guerra, formaba la hueste, era mandada por el Rey, un caudillo o capitán, y se dividían en aces, o cuerpo de ejército, generalmente dos, el de caballeros o milites cavallarius, y el de infantería o peones, se agrupaban por compañías militares, que constaban de un numero variable de hombres, costumbre era que formasen compañía, todos los hombres que durmiesen en la misma tienda, o que viviesen agrupados en el mismo sector del campamento, estos recibían el nombre de compañeros de pan, un número de compañías formaba la quadriella, que estaba al mando de un Adalid para la caballería, y de un quadrellario para la infantería, este era  además el encargado de la administración y velar por los intereses de los soldados, de organizar la evacuación de los heridos y reparto del botín, el  Adalid es además guía del ejército, se encarga de las patrullas y de las descubiertas, a veces el Adalid opera con absoluta autonomía, organizando sorpresas y guerrillas, esas expediciones que tanta fama cogieron en la edad media y a las que se dio el nombre de Cabalgadas, del Adalid dependían los servicios de vigilancias en los puestos avanzados, y el de los escuchas  que estaba al cargo de atalayeros, estos se situaban en lugares elevados, para descubrir la presencia enemiga.

(fuentes Floriano Cumbreño-Historias de Cáceres)

Agustin Díaz