XLIII CAPITULO-BREVE HISTORIA DE CÁCERES-LA GANADERIA (II)

                         BREVE HISTORIA DE CÁCERES

                             XLIII CAPITULO SIGLO XIII

La Ganadería (II)

Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra

Habia mulos, aunque no en abundancia, nos cuenta el historiador que España siempre mostro repugnancia a la hibridación, se nombran mulas de silla, cabalgadura propia de labradores acomodados y de gentes de iglesia, pero más generalmente se emplea este animal para la labor o en recuas para el transporte de mercancías o como acémilas en las guerras.

El asno o borrico, era la cabalgadura del pechero y la ayuda indispensable para su trabajo, se emplea en la labor de las huertas en el acarreo de leña para los hogares y para los hornos y en todos los menesteres del trabajo diario, una asno tenía que entraren el haber de la viuda del poblador. Todo el ganado equino es designado en los Fueros con el nombre común de bestias, el número de su posesión indica signo de riquezas y se las toma frecuentemente como prenda de garantía o garantía judicial, el mercado de caballerías era poco activo durante el año, pero se intensificaba en las ferias, las transacciones se hacían como cosa corriente en cambio o trueque y siempre bajo sanidad, de forma que el adquiriente podía devolver la caballería adquirida si dentro de un plazo notase que estaba enferma  o tenía mataduras.

Las bestias se podían dar o se daban en alquiler, bien para camino o para trabajo, estas bestias de juntaban en el herradero, Potro, hoy llamado plaza de Santa Clara, era en centro de contratación donde se acudía para arrendarlos a aquellos que lo necesitaban, otras caballerías estaban adscritas a la tierra que trabajaban siendo inseparable de ellas y cambiando de dueño cada vez que se transmitía la propiedad, estas eran denominadas bestias de heredad.

En núcleo principal lo constituida el ganado lanar, no se sabe cómo se llegaron a formar los primeros rebaños, pero cabe suponer que, en el reparto del botín, y al mismo tiempo que se otorgaron las heredades a los primeros pobladores, junto a estas heredades se les adjudicase un número determinado de cabezas y que estas debieron ser muchas, ya desde el comienzo se hallan en gran abundancia de merinas en el término cacerense, teniendo casi todos los pecheros en sus casas una o dos cabezas, otros formaban rebaños cuidados por sus propios dueños o por pastores, las lanares tenían trato de privilegiado en el Fuero, pues aún en los casos de pastoreo abusivo, estaba prohibido prender ovejas ni carneros sementales, ni el manso, que sirviera de guía para la  grey al que se denomina carnero adalid o cencerrada.

El ganado cabrío, escaso en sus principios, hasta el siglo XIV se incrementa notablemente, sobre todo el Norte y Este del término cacerense, el vacuno también andaba escaso, el Fuero nombra al buey, la vaca y el ternero, pero apenas bastaba para cubrir las necesidades del trabajo agrícola, se cree que la mayoría de los bueyes fueron importados de Salamanca, el Fuero consideraba como ganadero acomodado el que poseyese solamente diez cabezas de vacuno. También menciona el ganado de cerda, que pastaba en piaras numerosa en los terrenos del común, el porquero tomaba los cerdos a su cuidado por un año, de San Juan a San Juan, cobrando un maravedí porcada cinco cabezas más el cuarto de las crías, siendo por su cuenta la que se perdieran.

Varias cabañas de ganado, se extendían por el territorio cacerense, se denomina cabaña al conjunto de ganados que pastan, viven y se multiplican en un territorio determinado, cuando estos conjuntos ganaderos permanecen siempre en el término y son propiedad de los vecinos, se llaman cabañas afumadas, pero si el ganado es forastero o de dueños ajenos al termino, que con permiso del concejo van de paso para  aprovechar los pastos de Cáceres, se le llaman cabaña trashumante, fue desvelo constante de Cáceres, defender sus cabañas, se vio forzada a ello apenas conquistada la villa, aplicando las normas protectoras que ya figuraban en el Fuero, prohibiendo la entrada en el termino al ganado forastero sin consentimiento del concejo y estableciendo un montazgo de carácter punitivo, sin tener en cuenta el número de cabeza sorprendidos dentro de los mojones se le apresaban de la cabaña de vacas, dos cabezas, diez de carneros, cinco de ovejas, y cinco de los puercos, y esto cada ocho días hasta que abandonen el termino cacerense, que erala pretensión de estas sanciones, este rigor se suavizo progresivamente conforme la trashumancia fue adquiriendo privilegios, peo persistió  una gran hostilidad hacia el ganado forastero, que habia de obtener el visto bueno del Concejo para cruzar el territorio cacerense

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Para formar una cabaña se necesita un nucleo numeroso de ganado que como mínimo debería tener dos mil lanares, cuatrocientas de vacunas, y doscientas yeguas, no era frecuente que fueran de un solo dueño, por lo que los ganaderos hacían mestas, creando un modelo que se llamó la aparcería de los ganados, un dueño de ganado para ser aparcero necesitaba aportar a la cabaña al menos cincuenta ovejas o cabras, diez vacas o veinte  puercos sin contar las crías, la asociación era de San Juan a San Juan y durante este tiempo ninguno de los aparceros podía apartarse de la cabaña, salvo que se viese obligado de salir de la tierra por necesidad o cautiverio, bajo pena de pagar cincuenta maravedis a los demás aparceros, cada uno de los parceros contribuía en la proporción correspondiente al número de cabezas que llevase a la aparcería y su parte para la manutención del ganado en época de escasez de pastos, en el calzado para los pastores, y en la soldada para estos y los caballeros de la Rafala, encargados de la defensa del ganado.

Todas las cabañas de la tierra cacerense estaban regidas por una especie de Concejo de ganados, cuya máxima autoridad recaía en el Juez de Caballeros, formándose junta compuesta por varios alcaldes y por un numero de jurados variables, estos eran los que ejercían la autoridad directa e inmediata en todas las cuestiones que afectasen a la cabaña. Aun perteneciendo a la misma cabaña, los aparceros gozaban de cierta autonomía para el gobierno de su rebaño, de esta forma cada señor se entiende con sus pastores y distribuye los rebaños de la forma que más le conviene a sus intereses, cada modalidad de ganado tiene el pastor su nombre, vaquerizo, cabrerizo, porquero, etc. así lo recoge el Fuero, y teniendo en cuenta la modalidad de su trabajo, eran solariegos si pastoreaban a sueldo de un señor perteneciendo a su casa, y cuarteros si tenían una parte en el ganado, en contrato también duraba de San Juan a San Juan y hasta este plazo el pastor no puede abandonar el rebaño, ni  despedirse sin causa justificada, debiendo en este caso notificar al dueño ante dos jurados de ganado o tres vecinos, la soldada del pastor variaba según el ganado encomendado a su custodia generalmente el cobro era del producto o diezmo  de los corderos nacidos durante su pastorazjo, un  queso de cada diez y el diezmo de la lana delas ovejas, el señor no podía retener la soldada del pastor, a no ser  que tuviera pleitos con él a causa de alguna falta cometida, en este caso el señor no recibe satisfacción antes del año o el pastor no reclama su soldada , no estaba obligado a reponer a su pastor, salvo si este hubiera salido por enemigo, o caído en cautiverio.

(fuentes Floriano Cumbreño)

Agustin Díaz