APELLIDOS DE LA VILLA CACERENSE - PANIAGUA I

05.07.2021 12:14

          APELLIDOS ILUSTRES DE LA VILLA CACERENSE

                                  XXXII

Paniagua (I)

Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra

Aunque hay algún que otro más de este apellido avecindado en la villa cacerense, uno de los más conocidos es uno que precisamente no era nacido en la villa, era natural de las Casas de Millán, aunque su vida y milagros se concentraron en Cáceres, por lo que se hizo acreedor quizás más que ninguno al recuerdo, y su gracia era:

Francisco Paniagua

Buscando hacer una vida de asceta, llego a la villa cacerense sobre el año de 1600, y encontró un sitio solitario en la sierra de la Mosca, no consta que fuera clérigo, ni tampoco seglar, y en esta sierra construyó la primitiva ermita, de una extensión de seis pies en cuadro, donde vivió, murió, y fue enterrado.

Era lugar agreste y peñascoso en su origen, donde situó Francisco de Paniagua el Santuario de Nuestra Señora de la Montaña, y que solo servía para apacentar ganados cabríos, situado a unos dos kilómetros al sur de la villa cacerense.

A la abrupta sierra, acudió Francisco de Paniagua, a hacer vida contemplativa y practicar humilde culto a la madre de Dios, y para ello construyó con sus propias manos una reducida capilla con un pequeño altar, que se conserva aún, frente a la puerta de entrada a mano izquierda subiendo al coro, el cual no se sabe si llegaron a bendecir, donde el anacoreta colocó una pequeña imagen de Nuestra Señora de Monserrat.

                    Imagen virgen de la Montaña

Al punto se enteró de la labor que en la sierra acometía Paniagua, el vicario de la villa Sancho Figueroa y Ocano, y en asociación con Paniagua, se pusieron a trabajar juntos en pro de mayor devoción y gloria de la santa imagen, y empezaron a construir otra capilla con más amplitud y de bóveda debajo de la primitiva, en la que tambien con sus propias manos Paniagua siguió trabajando, y que en que a principios de 1626 se dio por termina, siendo bendecida en 24 de marzo del mismo año, por el licenciado don Gonzalo Bocarro Espadero, siendo este a la sazón vicario de la villa cacerense, por comisión que le confirió el Prelado Jerónimo Ruiz de Camargo, quien en 8 de octubre concedió licencia para que en dicha capilla se pudiera celebrar misa.

Y llego el día tan soñado por francisco Paniagua, el día de la celebración de la primera misa en la ermita que tanto empeño y esfuerzo habia practico el bueno del de las Casas de Millán, y con enorme entusiasmo por el enorme éxito que tanto trabajo le habia costado, escribió sobre la puerta del templo:

                        “Este cuerpo hizo Dios,

                          Dando fuerza a Paniagua

                          Don Sancho le ha dado alma

                          Dándole gracias a Dios”.

La constitución de la cofradía, y que cuya constitución aprobó el obispo de Coria don Juan Roco Campofrío, en 24 de agosto de 1635.

En 1636 falleció Francisco Paniagua, dejando al páter y amigo don Sancho de Figueroa por heredero de sus bienes, y este, tan celoso como Paniagua en el culto a la Virgen, mandó construir otra efigie de ella, que domino como de la Encarnación, esta imagen ya estaba en su poder en 1641, era y sigue siendo, una imagen acabada, en cuya pena se pude leer que es Nuestra Señora de Monserrat, habiendo ido a parar la original al convento de las monjas de San Pablo.

 Imagen primitiva  Virgen de Monserrat y de la Encarnación o Virgen de la Montaña, estaba en el Convento de la Concepcion hasta su desaparicion por la desamortizacion de Mendizabal en 1836, actuialmente en el convento de San Pablo 

El año de 1642 fue de gran calamidad en la villa cacerense, por seco, causando enorme quebranto en la ganadería y la agricultura, ocurrió que habiendo entrado ya la primavera, no habia llovido ni una gota de agua en lo que iba transcurrido de año, así las cosas, el ayuntamiento accediendo a la petición y deseos del pueblo, cuya devoción por la nueva virgen, superaba a la que hasta entonces se le tributo a los antiguos patronos de la villa, y se `pusieron en concordancia con la hermandad, y bajó la imagen en procesión, en rogativas por primera vez a la población, y sucedió que, los cielos se encapotaron, y llego tan ansiada lluvia regando los campos y llenado charcas y pantanos, y fue aquella manifiesta protección de la madre de Dios, fue lo que erigió pedestal en el corazón de los cacereños.

Se labró un nuevo retablo, obra de Micael Godino, y que se colocó en 1648, más al punto el ferviente fervor de los vecinos cacerenses, lo consideró pobre, y reducido en sus dimensiones el santuario, y fue que, desechado algunos proyectos, se aprobó otro, y acordaron los de la cofradía, la erección de la tercera capilla con un altar mayor y su camarín, y cuyas obras dieron comienzo en 1716 quedando terminadas en 1721, siendo el directo de las obras Juan Sevillano, como así mismo el retablo del altar mayor, de estilo de la casa Churriguera, pagado con las limosnas que recogieron de entre el vecindario ilustres caballeros como don Juan de Carvajal y Sande, Conde de la Enjarada, don Fernando de Aponte, Marques de Torreorgaz y García Golfín del Águila, quienes aportaron de su propio bolsillo los dineros que faltaban para completar el montante del presupuesto, que ascendía a 16.000 reales, importe que cobró por su elaboración el tallista salmantino que lo labró, el cual coloco en la parte superior la coronación de la Virgen, sobre la corona, la paloma, simbólica del Espíritu Santo, y angelillos voladores.

      

                                                       Ermita primitiva de Francisco de Paniagua

En 27 de noviembre de 1716, bendijo la obra nueva el párroco de Santa Maria, Juan de la Mata y Rivero, con el permiso de Sancho de Velunza y Corcuera, quedando en el centro del retablo, el hueco de la virgen, con las de San Joaquín y San José, a uno y otro lado.

Ya en 1767 se fabricó la capilla existente al lado del evangelio, y cuyo retablo de estilo renacentista, fue obra del escultor Juan Barbadillo, avecindado en Cáceres, donde se colocó el Santísimo Cristo de la Salud, imagen que se acaba de tallar en Madrid, En 1769 y siendo mayordomo de la cofradía Juan Boxoyo , “padre o Hermano del presbítero don Simón Benito Boxoyo, que compuso la novena”, se pintó el camarín, y que, en cada una de las cuatro pechinas se trazaron medallones emblemáticos en los que resaltan:

                                   “un castillo

                                     Un sol

                                     Una luna

             Y un cuarto que al parecer es una nave”

Seria en 1770 cunado se construyó al lado de la Epístola la capilla y retablo de Santa Ana, del mismo estilo que el Cristo de la Salud, y probamente obra del mismo artista.

Estamos en 1782, fecha en que trazó y empedró la calzada que partiendo de la Fuente del Concejo, y casi tocando las capillas de San Marcos, el Señor del Amparo y el Calvario, conduce al Santuario de la Virgen, para comodidad de los visitantes, y convertida en carretera a expensas de la cofradía y algunos devotos, siendo mayordomo don Santos Floriano durante los años de 1896-1898.

Fue durante el año de 1782 cuando se reconstruyó y se amplió el templete, que ya existía, como el pulpito desde 1703, de la plazuela de la ermita, donde se instala la imagen de la virgen, durante el sermón de la tarde, en el día de su festividad.

(Fuente Publio Hurtado-Ayuntamiento y Familia)

 (Fuente ESTUDIO HISTÓRICO-ARTÍSTICO

DE LAS ERMITAS Y
ORATORIOS DE LA TIERRA DE CÁCERES)

Agustin Diaz