APELLIDOS DE LA VILLA CACERENSE - SOLIS III
APELLIDOS ILUSTRES DE LA VILLA CACERENSE
XLIII
Solís (IV)
Crónica dese la calle cuba de mi Llopis Ivorra
En el capítulo anterior veíamos como:
La Edad Media fue acreditada como época de caballeros e hidalgos, de cumplir la palabra dada y de fidelidad a sus señores naturales, pero los tiempos de Enrique IV de Castilla “el impotente”, fueron tiempos licenciosos y faltos de pudor, la lealtad era por días y lugar, y que no se hallaba ni en palacio ni en casa humilde, todo era arrimase al vencedor, tiempos de caballeros sin escrúpulos y perjuros, con tal de obtener ventajas personales, sim importarles que se fuera por los suelos la cosa pública, así andaban las cosas en la tercera parte del siglo XV, y en este ambiente extraño se movía don Gómez de Solís, por campo abonado que incitaba a la deslealtad y revuelta.
Los enemigos del Rey enrique IV, que en distintas ocasiones habían intentado sustituirlo por el infante don Alonso, habían requerido a Gómez de Solís, para que se pasase a su bandería, hasta el momento sin éxito, pero cierto día después del suceso con Alonso del Monroy en los esponsales de su hermana doña Juan con Francisco de Hinojosa, fue llamado el Maestre por el Rey, este se encontraba en Olmedo (Valladolid), hacia donde partió en unión del conde de Medellín, que tambien habia sido llamado por el monarca, por aquel entonces, los de la liga ya habían resuelto que Enrique IV fuera destronado, y la proclamación de su hermano don Alonso como Rey de Castilla, entre los conjurados destacaba el comendador Gonzalo de Saavedra y Alvar Gómez de Ciudad Real, quienes por temer al soberano, habían huido de la Corte para reunirse con los demás partidarios del Infante, en estas unos que iban y otros que venían, el azar hizo que se encontraran en el camino y tras conversar de cómo se iban desarrollando los sucesos, y siendo advertidos los caballeros procedentes de la Extremadura por parte de Alvar Gómez y Saavedra, que aunque con disimulo don enrique los llamaba para prenderlos, y quizás porque no tuvieran la conciencia muy tranquila, o quizás porque quisieron dar crédito a lo oído, desviaron su ruta y marcharon con los dos caballeros del aviso hacia Plasencia. Ciudad donde se encontraba el Infante don Alonso con sus parciales, y a los que prestos se sumaron, Gómez de Solís, acudió al poco al acto famoso de Ávila en que se despojo en efigie al Rey Enrique IV, y se proclamó a su hermano el Infante don Alonso, rey de Castilla, estamos en 1465, en el día 5 del mes de junio.
Tras estos hechos, el Maestre Gómez de Solís, se vino a la villa cacerense, a mantener en esta tierra la causa del Infante, nombrado nuevo Monarca, y entrando en la villa por la fuerza, destruyo el Alcázar, poniéndose a la cabeza del bando de los de abajo, y encendiendo cada vez más, el odio entre los convecinos de la villa.
Poco reposo disfrutó el Maestre de la Orden alcantarina a partir de esta época, el Clavero de la Orden de Alcántara, don Alonso de Monroy, que le habia declarado la guerra sin cuartel, logro reunir a la mayoría de los comendadores de su Instituto, y se hizo elegir Maestre del mismo, bajo la protección del Rey legitimo enrique IV, el que habia sentido grandemente, la deserción de su amigo, y antiguo y querido mayordomo.
Mientras estaban en estas, murió el Infante don Alonso, y estamos en el día 5 del mes de julio de 1468, y ya sin causa que defender los sediciosos, toda vez que la Infante Isabel no quiso entrar en la disputa, volvieron a sometimiento uno a uno al legitimo Rey, encontrándose en el año de 1469 en Trujillo, acudió a pedirle perdón Gómez de Solís, y quizás por la necesidad de un reinado en la tranquilidad, o bien por que le siguiera mirando con buenos ojos y le conservase afición, Enrique IV lo recibió con complacencia, y hasta otorgo al felón, mercedes para él y para sus hermanos.
Pero de vuelta a estar dentro de la gracia real, no hizo que gozara del gran poderío antiguo que gozara, los descalabros que el Clavero don Alonso, le proporciona una y otra vez, le obligaron a quedarle el campo abonado, de carácter muy duro y agriado, su ambición, y contrariado por los reveses que una y otra vez sufría, hizo que la buena voluntad que los Caballeros de la Orden le tenían fuera cambiando, las guerras y conjeturas políticas en las que de nuevo se embarcó, consumieron el enorme capital que logro juntar en los primeros años de su Maestrazgo, y pobre, olvidado, sin mas adeptos que su familia y pariente Francisco de Solís, Diego de Cáceres Ovando y Francisco de Hinojosa, murió en Magacela, fortaleza esta en el Valle de la Serena, y Encomienda perteneciente a la Orden de Alcántara, en el año de 1473, y lo hizo no como Maestre, sino como Gómez de Cáceres, villa donde nació y habia entrado en la Casa Real.
Aquí nos cuenta el cronista, que en realidad este Gómez de Solís, jamás tuvo por familiar el sobrenombre de Cáceres, aunque hay algunos historiadores que ello lo dan por bueno, y que este le vino de que el Rey Enrique IV, durante los primeros años que le tuvo a su servicio, para diferenciarlos de otros y referirse a él, le decía el de Cáceres, por la razón de su villa de nacimiento, que a base de repetirlo el Rey y cortesanos quedo como apellido, siendo el de el y de todos los suyo Solís.
No se saben dónde se enterró don Gómez con certeza, alguien lo sitúa en la iglesia de Santa Maria, en Cáceres, donde en u sepulcro que mandar erigir su sobrino Gutierre de Solís, Obispo de Plasencia, otros lo sitúan en el convento de los Padres Franciscanos de la villa cacerense, en la capilla que allí tenían los Solís, otros que en el convento de San Agustin de Badajoz, pero sin duda lo más fiable es la versión que aparece de Fernán Gómez de Solís, que en su testamento afirmó que el cuerpo de su hermano el Maestre, se enterró en el convento de San Francisco del Real en Cáceres.
Gutierre de Solís y Noroña
Hermano mayor de Gómez, tan ambicioso como su hermano y un tipo aun mas intrigante, afiliado tambien al partido del Infante don Alonso, obtuvo de él el Señorío de la ciudad de Coria, y de ella tomo poder por las armas, el Rey indignado de que la esclarecida poblacion quedara a merced de un rebelde felón, ordenó al clavero de la Orden de Alcántara don Alonso de Monroy, que fuese sobre ella, y sacase de allí al de Solís, como no, cumplió Monroy lo ordenado, “siempre cumplidor y leal a la legalidad, y que mal lo trataron, excelente vasallo para servir a buen Rey, que hasta los Reyes Catolicos, se la jugaron, pero esta, esta es otra historia”, y rescato la ciudad del obispado para la corona, sin que el Maestre Gómez de Solís y sus secuaces pudieran evitarlo.
Tras la muerte del Infante don Alonso, quedaron sin norte y con gran desconcierto los magnates felones de la liga, y una vez sometidos los Solís a la obediencia de Enrique, y encontrándose este en Trujillo en 1469, el Maestre Gómez, se interesó por los asuntos de su hermano al Maestre de la Orden de Santiago, don Juan Pacheco, que era gran privado del monarca, con la intención de que este le devolviese la ciudad de Coria, ciudad que el Rey le dio, mostrándose con gran deferencia con la familia Solís, otorgándole además el titulo de Conde bello ideal de don Gutierre, siendo además señor de Portezuelo.
Mientras se repartían las mercedes por un Rey horrible en su gestión a personajes del todo dudosos de merecerlas, las guerras entre el Maestre y el Clavero dieron su continuidad, estas guerras no paraban de consumir dineros y hombres, obligado don Gutierre en la ayuda a don Gómez, uvo la necesidad de pedir prestados dineros, acudiendo en la demanda al Conde de Alba de Liste, tío de su mujer, y empeñando de la ciudad de Coria, como garantía de pago, este se lo dio, más al no poder cumplir con los pagos comprometidos Gutierre perdió la ciudad couriense y con ella el título de conde, llegándole la muerte como a su hermano Gómez, pobre y oscurecido.
(Fuentes Publio Hurtado-Ayuntamiento y familia)
(Fuente Alonso de Maldonado-Hechos de Alonso de Monroy)
(Biografías)
Agustin Díaz