BREVE HISTORIA DE CÁCERES-GANADOS II

06.02.2022 12:07

    BREVE HISTORIA DE CÁCERES

                 LIV

Ganados II

Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra

En el capítulo anterior veíamos que:

Los caballos pacían en libertad, mezclando con los distintos dueños en los pastos comunales, llamados “dehesa de los caballos” marcados con hierros (paraperas) y creciendo así hasta la época de la doma, en la que se estabulaban y eran llevados a pactar a las heredades. Los sementales se separaban en los prados amaionados, y quedaba prohibido mezclarlos con las yeguas (echar yegua a oio de caballo), Estas se criaban en las yeguadas, y podían contar con hasta doscientas cabezas pastaban en las dehesas en compañía de sus crías, hasta que estas contaran con dos años de vida, entonces se la separaba llevando el ganado joven a los potriles.

Habia mulos (mulo-a muleto) aunque no en abundancia, ya que en España hubo de siempre repugnancia a al cruce o a la mezcla, pro si nombran a la mula de “siella” cabalgadura de las labradoras acomodadas y de las eclesiásticas, aunque generalmente se empleaban estas bestias en la labor o en recuas para el trasporte de mercancías o como acémilas en la guerra.

El asno, (asno, borrico) era la cabalgadura del pechero que le servía de ayuda para su trabajo, se emplea en la labor de la huerta, en el acarreo de leña para los hogares y para los hornos, y en todos los demás menesteres del “omne de afán”, un asno entraba en el haber de la viuda del poblador.

Todo el ganado equino es designado en los Fueros con el nombre común de bestias, el numero de estas que se poseen se estima como signo de riqueza y es tomada con frecuencia como prenda o garantía judicial (meter bestia). Poco activo era el mercado de caballerías durante el año, que se intensificaba en las ferias y las transacciones se hacia como era corriente en la época por medio del trueque o cambio, y siempre “bajo sanidad” de manera que el adquiriente podía devolver la caballería adquirida si dentro del plazo de nueve días notase que estaba enferma o con mataduras.

Las bestias se podían dar, y así lo hacían en alquiler, bien para camino o bien para trabajo, las bestias se juntaban en el herradero del Potro, hoy Santa Clara, este era el centro de contratación hacia donde se acudía para arrendarlas aquellos que las necesitaban. La bestia de alquiler para el trabajo tenia que ir provista de cabezón, ronzal y anguera o enguera, armazón de madera que se ponía encima de la albarda para ajustar la carga, de ahí el termino de angarilla, por lo que es designado por el fuero con el nombre de enguera a todas las bestias de alquiler, tambien habia caballerías que estaban inscritas en las tierras donde trabajaban, y eran inseparables de ésta, cambiando de dueño cada vez que se transmitía la propiedad, estas eran denominadas bestias de heredad otorgadas.

Más el centro principal de la ganadería llego a constituirlo el de las cabezas lanares, no nos dice el cronista como se iniciaron los primeros rebaños, pero se supone como producto del reparto del botín, y al mismo tiempo que se otorgaron las heredades  de quadriella a los primeros pobladores, con estas se les adjudicase un  numero determinado de cabezas y que fueron muchas, ya que desde el comienzo se hallan rebaños de merinas en abundancia en el termino cacerense. Los habia de recrío domésticos, teniendo casi todos los pecheros en sus casas una o dos cabezas, otras formaban rebaños cuidados por sus propios dueños, o por pastores y otras, formaban parte de los rebaños de las cabañas. El ganado lanar, tenía trato privilegiado en el Fuero, pues en los casos de pastoreos abusivos, estaba prohíbo prender ovejas, ni caneros sementales “moruecos” ni el manso, que sirviera de guía para la grey, el cual se denominaba carnero adalid o cencerrado.

El ganado cabrío, no parce que en principio fuera abundante, ya que se les menciona escasamente, tan solo señala el fuero, el número de cabezas que necesitaba un dueño para entrar en aparcería, y de establecer las penas y pagos por los daños que las cabras hiciesen en las mieses, con el transcurso del tiempo, la cabaña de cabras se aumento notablemente durante el siglo XIV.

El ganado vacuno tambien se encontraba escaso, el Fuero nombra al buey, la vaca y el ternero, pero se supone que el recrío apenas bastaba para cubrir las necesidades del trabajo agricola, más se cree que la mayor parte de los bueyes, fueron importados de tierras de Salamanca y que el Fuero considera como ganadero acomodado, al que poseyese diez cabezas de vacuno.

Menciona por último el Fuero el ganado de cerda, tambien este ganado era en buna parte del recrío doméstico, que pastaban en piaras numerosas en los terrenos del común, aunque habia tambien piaras de particulares, que cuidaba los porquerizos en las heredades y en las dehesas. El porquerizo tomaba los cerdos a su cuidado por un año, de San Juan a San Juan, y cobraba un maravedí por cada cinco cabezas más el cuarto de las crías, pero corrían por su cuenta las que se perdieran.

Cabaña, es el conjunto o totalidad de los ganados que pastan, viven y se multiplican en un territorio determinado, generalmente a un conjunto de ganado agrupado bajo un mismo régimen de explotación pecuaria. Cuando estos conjuntos ganaderos permanecen siempre  en el término y son propiedad de los vecinos, se llaman cabañas afumadas, o cabañas de la tierra, que se denominan estantes, pero si el ganado es forastero o de dueños ajenos al termino, con la autorización del Concejo van de paso, o vienen  temporalmente a aprovechar los pastos de Cáceres, entonces la cabaña se llama trashumante (de tras humus, de otra parte de la tierra) el Fuero lo nombra como ganado de fuera aparte.

Era desvelo constante la defensa de las cabañas cacerenses, y se vio forzado a ello, apenas terminada la campaña de reconquista de la Villa, para ello se aplicaron la protección que ya figuraba en los Fueros antecedentes, prohibiendo la entrada en el termino al ganado forastero sin el consentimiento del Concejo y estableciendo un montazgo  de carácter punitivo, pero sin tener en cuenta el número de cabezas sorprendidas dentro de los mojones se la apresaban de la cabaña de vacas dos cabezas, diez carneros de las de ovejas y cinco de los puercos, esto cada ocho días hasta que se marchen del término, siendo esto en realidad lo que se pretendía, más, este rigor progresivamente se fue suavizando, causa, los privilegios que fue poco a poco, adquiriendo la trashumancia, pero persistió, si no con hostilidad, cuando menos con reserva al ganado forastero, que habia de obtener el beneplácito del Concejo pñara curzar el territorio y someterse en todas las ordenanzas ganaderas, Pero, una vez acogida la cabaña venida de fuera, era  defendida contra todo desmán, y se garantizaban sus derechos con una lealtad ejemplar, a lo que no siempre correspondían de igual forma los trashumantes.  

La característica principal de la cabaña, que para formularse necesita que las cabezas de ganado sean numerosas que, como mínimo habia de constar de dos mil cabezas lanares, cuatrocientas vacunas, y doscientas yeguas, no era frecuente que semejante grey fuera del mismo dueño, por lo que los ganaderos hacían mesta, creando de esta manera lo que se llamaría aparcería de los ganados, u dueño de ganados “amo, sennor de ganados” , para ser aparcero necesitaba aportar a la cabaña por lo menos cincuenta ovejas o cabras, diez vacas o veinte puercos, sin contar las crías; La asociación era de San Juan a San Juan, y durante este periodo ningún aparcero podía separarse de la cabaña “derramar la aparcería” salvo en el caso de que se viera a salir de la tierra por enemistad o cautiverio, bajo penar de tener que pagar cincuenta maravedis a los otros aparceros. Cada uno de estos, además, se tenían que comprometer a contribuir en la proporción que le correspondiese, según el numero de cabezas que llevase en la aparcería, con su parte en la anafaga para la mantención del ganado en la época en que escasera el pasto, en el calzado para los pastores y en las soldadas de estos, y los Caballeros de la Rafala, encargados de la defensa del ganado.

Todas las cabañas de la tierra estaban regidas por una especie de Concejo de los ganados, cuya autoridad máxima residía en el juez de los Caballeros, formándose una junta compuesta por varios Alcaldes, y por un numero que variaba de jurados que eran los que ejercían la autoridad directa e inmediata de todas las cuestiones que afectaban a la cabaña.

(Fuentes Floriano Cumbreño-Historia de Cáceres)

(Fuentes Publio Hurtado-Castillos)

Agustin Díaz