BREVE HISTORIA DE CÁCERES-SEGUNDA PARTE (IX) LA VENIDA A CÁCERES DE LA REINA ISABEL

28.05.2022 12:13

                                                                          BREVE HISTORIA DE CÁCERES

                                                                                    SEGUNDA PARTE 

                                                                                               (IX)

Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra

En el capítulo anterior veíamos que:

fue la propia mano de la Reina Isabel I de Castilla, quien sacó seis papeletas de cada bonete, y así quedó constituido el municipio con los doce regidores designado por la suerte y cuyos cargos desempeñarían de por vida.

Pasados unos días y ya reglamentados algunos de los servicios públicos, y tras declararse protectora del vecindario partió para Sevilla,  en la creencia de dejar un pueblo pacifico y conforme en la villa cacerense.

Más otro suceso volvió a quebrantar la tranquilidad, y es que Don Alonso de Monroy, ya reconocido por casi la totalidad como Maestre de la Orden de Alcántara, le surgió otro pretendiente a esta dignidad, don Juan de Zúñiga, niño este de corta edad, hijo de los intrigantes duques de Arévalo, quienes consiguieron de su amigo el Papa Sixto IV, en día 9 de junio de 1477, cartas para que los caballeros de la Orden reconocieran al niño por Maestre, y como tal le prestasen la obediencia debida, pero nadie hizo caso, por ser violenta e inconcebible tal mudanza, y el Papa al recibir nuevas por parte del Duque,  del incumplimiento de lo mandado, se irrito sobre manera y pillo un cabreo como una mona, repitió el mandato en 2 de diciembre del mismo año, y excomulgó a los desobedientes, de los que acompaño larga lista, de las que a primeros del año nuevo se fijaron en las puertas de las iglesias cacereñas y conventos, produciendo gran escandalo y presión por parte de las señoras de la nobleza, ya que en las listas aparecían caballeros, escuderos y menestrales de la villa, que encontraban más razonable y conveniente tener a la cabeza de la Orden, a un hombre de la experiencia y merecimientos de don Alonso de Monroy, que aun niño manipulado por su ambicioso y desacreditado padre.

Mas al cabo de sangrientos disturbios, la familia Zúñiga se Salió con la suya. Este ilustre personaje legal y leal de don Alonso de Monroy, fue temido y apreciado al mismo tiempo que usado y tirado por la sentida cuando a los Reyes tanto Enrique IV como su hermana Isabel la Católica, no les interesaron sus servicios, así son los poderosos, nunca apreciaron a quien bien les sirvió.

En 27 de enero de 1479, y tras hechas las exequias en Trujillo por el Rey de Aragón, don Juan II, suegro de doña Isabel, la soberana se vino a Cáceres otra vez, en compañía de su marido don Fernando V, donde permanecieron unos pocos de días, con el fin primordial de concertar vistas con la Infanta de Portugal, doña Beatriz, tía suya, Duquesa de Viseo, con el fin de poner termino a la guerra que disputaban ambos reinos. Volvió a Trujillo y de nuevo se la vio pasar por Cáceres dirección a Alcántara, donde se entrevisto con su tía, y firmaron las capitulaciones que tanto deseaban, estamos en octubre de 1479.

Libres ya de las causas guerreras en tierras cacerenses, los Reyes Catolicos se centraron en la total conquista de España, en cuyo empeño Cáceres no omitió ningún sacrificio en hombres y dineros para hacerlo realidad, como acudió a su llamamiento mediante numerosa hueste de sus naturales que navegaron hasta Nuevo Mundo, abandonando su patria y llevando el nombre de Extremadura más allá el Atlántico, siguiendo la ruta que marcó el Almirante Cristóbal Colón.

Cuneta el cronista, que la acción por Cáceres de los Reyes Catolicos, durante su reinado fue bien notoria, que además de sus ordenanzas de 1477, y las que dio de nuevo estando en la villa cacerense en 1479, junto a su marido don Fernando, reglamentó las funciones administrativas y gubernativas de los gremios, el encauzamiento de las aguas del Marco, su distribución entre los molinos y las huertas de la Ribera, la construcción de la Fuente del Concejo, se restauraron las murallas de la villa, y se declaró protectora del estado llano del pueblo, llenó su real casa, de mayordomos y caballerizos, pajes continuos, y meninas y demás cargos palaciegos otorgadas a la nobleza cacereña, y cuando los Reyes pusieron casa al Principe don Juan, le constituyeron un patrimonio para su manutención y aprendizaje en los asuntos de gobierno y en los que entraban Cáceres, Trujillo y Salamanca.

Fallecida la Católica reina en 1504, su marido el Rey don Fernando, volvió a Cáceres en 1509, camino de Salamanca, donde pasó la pascua de Reyes y donde exhorto a los caballeros de la villa cacerense,  para que tomasen parte en la jornada que a modo de cruzada, estaba preparando el Cardenal Mendoza, contra los árabes de Orán y Bujía, cosa que hicieron y en gran número.

Para festejar la visita del Rey Fernando, el Concejo organizó una corrida de reses bravas, donde ya se iban expandido las ganadería de estas reses para la lidia.

Pasó tras los Reyes Catolicos, su hija doña Juana, llamada la loca, y tras esta desdichada principesa, el emperador don Carlos de Austria, I de España y V de Alemania, y con este llagaron aquellos flamencos, que esquilmaron y devoraron el suelo hispano, provocando los comuneros de Castilla.

Más Cáceres parece que n se unió a este movimiento revolucionario, no, no parece no, en carta fechada el 20 de junio de 1520 y enviada al concejo Cacerense, agradeciéndole la fidelidad que habían demostrado hacia su persona durante aquel movimiento, pero el cronista no nos cuentas que, hubo caballeros cacereños afiliados al movimiento comunero, concretamente de la familia Golfín, destacando el capitán Juan Gómez Golfín, que mandó a los comuneros de Coria, y tuvo durante algún tiempo en devoción del líder de aquella revolución de los comuneros don Juan de  Padilla, el pueblo de Garrovillas y su comarca, este capitán de la familia Golfín, acabo su vida en santidad en el convento de San Francisco.

Poca cosa más ocurrió en Cáceres que sea digno de hacer oídos el cronista, hasta la visita que hizo a la villa cacereña, su majestad Felipe II, a su vuelta del viaje que le llevó a Portugal, con el motivo de tomar la corona del país lusitano.

Suceso este que tuvo lugar el día de 9 de marzo de 1583, y siendo las cuatro de la tarde, después de haber pernoctado y comido en la casa de la Enjarada, y tras una cabalgada seguidos por los grandes que le acompañaban el Rey don Felipe II, se presentó ante la Puerta de San Antón, donde se habia construido un arco de hierbas, decorativo y obligado desde largos siglos atrás en esta clase de ceremonias, en torno al cual esperaban el Concejo en pleno, con el Corregidor Francisco Valcárcel y su teniente Bernal de Herrera a la cabeza, la nobleza y los hijosdalgos avecindados en la villa, los gremios, la tropa y los pecheros de ellos, con sus mejores atavíos.

Esta visita de don Felipe, duro dos días, ya que el día 11, partió hacia Torremocha, camino de Trujillo y Guadalupe.

Ente los muchos servicios que la villa cacerense presto al Rey don Felipe II “el Prudente”, se cuenta el envió de doscientos soldados arcabuceros, ballesteros y piqueros, y sesenta soldados de a caballo, que remitió a don Juan de Austria, para la guerra de los moriscos sublevados de las alpujarras a finales del año de 1569. Otro contingente de doscientos piqueros y arcabuceros, en 1580 para entrar a conquistar el reino portugués, que seguía sin avenirse en reconocerlo por su Rey. Otro contingente de doscientos hombres para facilitar  la gran empresa contra Inglaterra, que embarcaron en la Invencible, tan formidable armada que solo pudo con ella los elementos, estamos en el año de 1588.

(Funtes Floriano Cumbreño-Historia de Cáceres)

(Funtes Publio Hurtado-Castillos)

(Fuentes Biografias)

(Fuentes Miguel Muñoz de San Pedro)

(Fuentes Simón Benito Boxoyo)

Agustin Díaz Fernández