BREVE HISTORIA DE CÁCERES-SEGUNDA PARTE (XIV) CASA DEL ÁGUILA Y GOLFINES

14.06.2022 11:17

                                                               BREVE HISTORIA DE CÁCERES

                                                                    SEGUNDA PARTE (XIV)

Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra

Sigamos nuestro recorrido por la ciudad monumental de Cáceres, os paramos ahora al paso por el Callejón de la Monja.

Casa del Águila.

Se sitúa frente al antiguo cementerio de San Mateo, junto a la Casa del Sol, la casa del Águila debe su denominación a un Águila de hermosa trazas, que campeaba en el escudo de mármol que se puede ver en la puerta de entrada, que era blasón de los Sande, Marqueses de la Piovera y Valdefuentes, en esta casa nació el afamado General Álvaro de Sande, gran servido de Carlos I y Felipe II, a los que sometió grandes ejércitos y ciudades, entre ellas las turcas, llegando a Capital General de Milán.

Esta casa contaba con una torre del homenaje, que por mandato de la Reina Isabel la Católica en 1477, fue descabezada y sus posteriores dueños no volvieron a levantar.

Construida en el siglo XV, de estilo Gótica, De esta casa solo quedan restos de lo que fue su fachada con torre, una ventana a la izquierda con adornos góticos en arco conopial (arco algo apuntado, pero que tiene  una escotadura en la clave, de modo que tiene un vértice hacia arriba se encuentra formados por dos arcos cóncavos y dos convexos), que se apoya en una columna y está bajo alfiz ( elemento arquitectónico, generalmente una moldura rectangular , o enmarca un arco o el vano de una puerta), por encima restos de adornos esgrafiado., tiene también otra ventana en la parte derecha en arco de medio punto.

Palacio Golfines de Abajo.

Linaje de bandoleros, que dejaron su vida de miserables y bandidajes, se establecieron en Cáceres mediado el siglo XIII, donde se acreditaron como cumplidos caballeros y figurando entre a la cabeza de la principal nobleza cacerense, ya por ser hombres de bien, ya por  sus riquezas, mercedes y favores que le otorgaron los monarcas.

Su morada, una de las más lucida y suntuosa de la villa, ubicada en la Plazuela de los Golfines, junto a Santa Maria, reedifica durante el siglo XV o principios del XVI, por Alonso Golfín señor de Torres Arias y Corchuelas, lugar de descansa de los Reyes Catolicos, durante sus visitas a la villa cacerense. Como lo acredita un anagrama esculpido dentro de una corona en lo alto de la fachada en la que se lee:

                                            FER DE FER

Otro rotulo en el mismo frente de la fachada principal dice:

                        ESTA CASA ES DE LOS GOLFINES

Y debajo del escudo de armas de la familia, cuartelado con dos castillos, uno en cada cuartel 1 y 4, y flor de lis en el 2 y 3, típico ajimez (ventana cerrada con celosía, que se puede ver de dentro para fuera pero no al revés) y coronado de gótico lobulado, bellas guirnaldas, angelotes desnudos, foliado arrabáa, y ya en la cornisa del edificio, crestería elegante  calada con grifos alados y grandes florones, que dan un conjunto plateresco-ojival.-renacentista, de impresionante efecto.

En medio de la fachada destaca una torre que avanza unos metros hacia la plazuela, de idéntica ornamentación, ya en la esquina de la casa se alza otra torre del homenaje, de gran elevación de planta cuadrada y cubierta con ventana de arco deprimido (formado por dos cuadrantes y una línea horizontal) y saliente, esta torre es más antigua que la anterior, y que perteneció en el siglo XIV a Gómez Tello, favorito del Rey Pedro I “El Cruel” y que le sirvió de morada cuando vino a la villa cacerense y mandó matar a los Caballeros Giles.

 Sobre el origen y la condición social de los Golfines, solo hay sombras, algunos cronistas los colocan como provenientes de Cataluña, otros que era de Galicia, aquellos otros contaron que vinieron de Castilla, tambien contaron que provenían de la Casa Real de Francia, y llegaron con propósito de guerrear como cruzados o a batallar contra el moro, tampoco sabe el cronista si fueron una sola familia o una asociación de guerreros organizadas, para vivir sobre el país.

Pero, llegaron los tratados de paces de los príncipes cristianos de la península, corría el año de 1210, y el Monarca de Castilla, proyectó unir los esfuerzos de todos contra el infiel, para reivindicar el honor de las huestes castellanas que tan mal parados habían quedado en la batalla de Alarcos, se envió para tal empresa al arzobispo de Toledo, don Rodrigo, a la capital del catolicismo, a solicitar al Sumo Pontífice, indulgencias y cruzada, para y según costumbres de la época, tomando la señal de la cruz acudiesen a combatir al moro.

Cuanto se le pedía al Papa Inocencio III, fue concedido, el Arzobispo, peregrinó de reino a reino, exhortando a nobles y plebeyos que acudiesen a la empresa proyectada, y dieron tal frutos sus predicas que, en la primavera de 1212, la ciudad de Toledo, ciudad de punto de reunión de los cruzados, fue tal la aglomeración de soldados que no se cogía por ningún lado, entre estas huestes alrededor de sesenta y dos mil extranjeros, mucho extranjero parece, más bien al cronista se le fue la mano al contarlos, pero sirva como demostración de que fueron muchos los que acudieron de otros países, y fue el Rey Alfonso VIII de Castilla el que acaudillo a tan importante hueste, secundados por los de Navarra y Aragón, y dio como resultado al final de la jornada el triunfo para el cristiano sobre las tropas musulmanas en la batalla de las Navas de Tolosa.

Terminada la contienda, la mayor parte de las compañías extranjeras volvieron a sus países de orígenes, aunque algunos, muchos se contarían, de los paladines que habían acudido a la cruzada, pero precisamente los más disolutos y maleantes, se quedaron en España, donde vieron que era más fácil ganarse la vida que en sus países de origen, y resulto que,  camparon a su antojo, sin ley ni obedecer a Rey, empleando escaramuzas unas contra los moros, otras contra los señores y lugares de las comarcas por donde medraban, y resulto que una de estas cuadrillas más famosas fue la de los Golfines.

Nos cuenta don Publio Hurtado, que el cronista Bernardo Desclot, en sus crónicas o conquistas de Cataluña, escritas sobre 1300 decía:

“Que habiendo Golfines aun en armas, los que llaman Golfines, son catalanes, gallegos, o de las montañas de Castilla, en su mayor parte hidalgos, que por tener poca hacienda para vivir como tales, por haber jugado o derrochado lo que tenían, o bien por algún delito, y ausentados de sus sitios con sus armas por no saber otro oficio, ni formas de vivir, instalados en los puertos de Muradal, y fortificados en aquellos abruptos montes en la frontera del moro, salían a robar y hacer prisioneros a cuantos moros y cristianos pasaban por el camino, el que va de Castilla a Córdoba y Sevilla, de donde se sustentaban en el monte, y quedando con este ejercicio y practicas guerreras, fuertes y de trabajos valientes y atrevidos, que el rey de Castilla no ha podido, aunque procuró consumirlos”.

Otro cronista escribía:

En el siglo XIII, habia en Andalucía y Extremadura, un bando de mucho poderío, llamado de los Golfines, que causaba muchos estragos y grandes quebrantos a los moros, en las montañas del puerto de Muradal y sus alrededores, envanecidos los Golfines, con sus riquezas y poderío, obraban con total independencia de los Reyes, hasta que don Alonso X el llamado Sabio, les obligó a reconocer su autoridad y a prestarle entera obediencia , ocurrió que uno de sus jefes, llamado Alfón Pérez Golfín, que fue el primitivo de los de la ilustre casa de Golfín, y que cuyas armas son: Escudo acuartelado, el 1º,y el 4º de plata y una flor de lis de azur, el 2º y 3º de gules y un castillo de oro.

El autor de la Historia de Toledo, Martin Gamero, cuenta:

Los estragos que repartieron los Golfines por la comarcas, las tropas ultramontanas de las que se valió Alfonso VIII en su gran cruzada contra los moros, el hambre horrorosa que diezmó la población, dejando yermas y arrasadas muchas aldeas, poblado y haciendas, en el año 1213 , y los desórdenes ocurridos durante el breve reinado de Enrique I, habían dado lugar a que armaran en los montes de Toledo, de Ciudad Real y Talavera, tremendas bandas  de ladrones y asesinados, llamados Golfines el apellido de sus primeros jefes, a quienes la espesura de los bosques y lo abrupto del terreno dieron cobijo; y para defender sus vidas y haciendas de la rapacidad de estos individuos, los dueños de colmenas y otros aprovechamientos en aquellos punto, formaron hermandad, comprometiéndose a perseguir sin descanso a los bandidos, y lo hicieron con tanta actividad y con tan buenos resultados en los pueblos donde llegaron sus expediciones, que el hijo de doña Berenguela, autorizo ésta hermandad expresamente, calificada de santa por su intención, dotándola de para que se perpetuase, de jurisdicción propia, análoga a su objeto, y para que pudiese subsistir, del derecho de asaduras o pasaduras, este derecho consistía en cobrar una cabeza de cada hato de animales que pasase por los montes, tal fue el origen de la Santa Hermandad vieja de Toledo, Ciudad Real y Talavera. (Extremadura como tal, todavía no existía)

Nos sigue contando don Publio Hurtado, que contaba Matías Gil en las Siete Centurias de la Ciudad de Plasencia:

Corría el año de 1307, y el mismo Rey Fernando IV de Castilla, y en las Cortes de Valladolid y a instancias de los procuradores de Plasencia, Fernando Pérez del Bote Y Fernán Pérez Monroy, despachó  privilegio y provisión real, por el que se otorgaba al concejo de Plasencia la custodia y guarda de los puertos de su término, para impedir el daño y robo que pudieran hacer a los que por ellos pasasen, los famosos y temidos Golfines, estos Golfines eran oriundos de Francia , se apoderaron de varios castillos en las sierras de Cáceres y desde allí partían a robar la cabaña de trashumantes, al paso de extremo a extremo, tuvieron después sus casas en Cáceres, y adquirieron títulos de nobleza.

Tambien el escritor Pedro de Ulloa y Golfín, en el Memorial de Álvaro de Ulloa, escrito por él y perteneciente a la parentela de los Golfines, cuenta:

Hallamos a los Golfines, muy belicosos en Extremadura y en otras provincias, y tanto que los Reyes hacían mercedes, con la calidad de los que los recibiesen, hiciesen guerra a los Golfines, con esta condición, dio Sancho IV a Fernán Pérez del Bote, caballero de Plasencia, facultad para levantar sus casas fuertes de morada en la Cabeza de Belvis, con treinta vasallos, y que tales fueses capaces de defenderse de los Golfines y hacerles guerra, y con la misma Pedro Sanchez de la Cámara , el lugar de Jaraicejo, en cuyo término tenían ocupado en castillo de la Jara entre otros, y el Rey Fernando IV a García Sanchez de Trujillo el lugar de Val de Palacios, que estaba en su poder como, por privilegio dado en Burgos en 8 de septiembre, que era de 1333, que es el año de 1295.

fuertes, fueses los Golfines linaje particular, o muchos que se coligaron con este nombre, que contra ellos se establecieron las Hermandades viejas de Talavera, tambien concedió con el mismo pretexto de guerrear a los golfines a la Orden de Calatrava, ciertos privilegios  y la Mesta le tributaba ciertos carneros que parece llevo el Comendador Mayor, junto con otras mercedes a diversos caballeros.

La Mancha, Toledo, Talavera, todos unidos en la lucha común, pero no Cáceres, Plasencia ni Trujillo, sin saber por qué estas ciudades no se les unieron, cuando a nuestras villas tambien llegaban los cuadrilleros, y hasta los habia de sus vecindarios, un Sebastián González Montero, natural y vecino de Cáceres, comisario de la Santa Hermandad de Ciudad Real, en esta villa.

La principal guarida de estos malandrines, era el castillo de Jara, junto al pueblo de Jaraicejo, confluencias de los territorios de Cáceres, Toledo y ciudad Real, tierra de abundancia en castillos, desde donde dominaban todos los contornos, siendo uno de sus jefes de aquellas bandas dañinas en tiempo de Alfonso X el Sabio, Alfón Pérez Golfín, el primero que sometido a la obediencia del Rey,  y dejaba su vida de vandalismo, estableciéndose en Cáceres y fue el tronco de una poderosísima familia, que aunque Alfonso Ulloa y Golfín, dice que los sometidos a esta familia fueron algunos, no los nombra, ni se ocupa más que de Alfón Pérez.

Pero este Alfón Pérez, no se estableció en la villa cacerense, por miedo a la justicia del Rey, que en constante lucha con su hijo Sancho y sus secuaces, andaba escaso de soldados y dineros, fue cosa de amor, el causante de que este Alfón Pérez Golfín, sencillamente se enamoró, y fue la causa que le hizo dejar el monte y entrar en obediencia del Rey.

Corría el año de 1262, cuando se le dio la dehesa, hacía años que moraba en Cáceres, casado con Maria Gómez Tello, hija del alcalde de la villa cacerense, Gómez Tello, al menos que tan principal caballero como sin duda don Gómez lo era, consistiese en casar a su hija con el capitán de los bandoleros, y por tanto enemigos del Rey, siendo él autoridad en Cáceres, y se aviniese a que su hija, pasase la vida de madriguera en madriguera, con los sobresaltos consiguientes de la peligrosa vida del marido.

Entre sus hijos el primogénito Pedro Domingo Golfín, y Alfonso Pérez Golfín, canónigo de Coria y juez del Rey en Cáceres. Antes de 1291 y a frey Juan Álvarez Golfín, Comendador de Castilnovo, en la Orden de alcántara en el año de 1284, estos cargos requerían madurez de juicio y respetabilidad, aunque antiguamente se proveían los cargos, en niños, mitras, maestrazgos y otras dignidades, lo hacían en personas de las familias reales o de algún prócer de los que estaban muy cerca de los monarcas, y los Golfines ni sus allegados no llegaban a tanto.

Nos dice el cronista que:

Alfón Pérez Golfín, vio a Maria Tello, no se sabe dónde ni cuándo pero la vio, y se enamora de ella al punto, y que para logar su mano tuvo que prometer y quizás abandonar por anticipado su vida de aventuras, ya casado, se acomodó al ben vivir de toso hombre temeroso de dios y la justicia, Gómez Tello, su suegro, era una de las personas más ricas e influyentes de la villa, figurando entre los capitanes que habia ayudado al Rey Alfonso IX de León, a conquistar la villa del poder del moro, y en el reparto que este hizo de parte de los terrenos del terminó entre los que vinieron a auxiliarle, y en premio de su ayuda, Tello fue de los más agraciados, que además de rico era alcalde del Concejo de la villa cacerense, cargo que equivalía a los que andando en el tiempo seria como el de Corregidor, y desde entonces y como un siglo más, los Tello ejercieron gran influencia en el municipio, a veces decisiva, por lo que es de suponer y lo más razonable, que estuviera empeñado en que su yerno Golfín, se labrara buena fortuna  acosta del Municipio, cosa que se hacía con regularidad, y que se repetía a lo largo de  los tiempos, su gestionar en la Corte, donde otros Tello, parientes suyos, estaban en  gran privanza y servían en la casa real, que hicieron valer la retirada de Alfón Pérez Golfín del bandolerismo, como retirada realizada en servicio de la corona, obteniendo de Alfonso IX, la carta que ordenaba al concejo cacerense que le diera dehesa, esto es casi con seguridad lo que ocurrió, aunque con las debidas reservas.  

Pero con esto no se puso fin a la aventura de los Golfines, muy al contrario, siguieron con sus fechorías durante siglos, como lo demuestran las muchas de las albalás (Cedula Real, por la que se concedía privilegios) cartas pueblas además de otros privilegios, llegando a equivaler la palabra Golfín a un ladrón de ganados y malandrín; Pero paisano de la villa cacerense, fue Alfón Pérez Golfín, y que recorriendo su descendencia llegamos hasta otro Alfón Pérez Golfín que debio ser nieto de aquel, y apodado el viejo, que alcanzó hasta el reinado de Juan I, y que fuera padre de tres hijos, que fueron cabezas de tres casas principales, Alfón Pérez Golfín,  que fuera el progenitor de los caballeros Torres, Mariscales de Castilla, Pedro Alonso Golfín, “el viejo“, poderoso caballero y que fuera el mantenedor del rango y apellido de su casa y Gómez Pérez Golfín, procurador de la villa con Gómez Tello, su tío, en las Cortes de Valladolid en 1333 y que dio nombre a la dehesa  de Gómez Pérez, de la que era de su propiedad.

Pedro Alonso Golfín, “el viejo”, el mantenedor del apellido y rango de la casa y familia, dos de los hijos, de los varios que tuvo, fueron a su vez, cabezas de las dos casas principales de los Golfines cacerenses, los Golfines de Arriba y los Golfines de Abajo, y que cuando la parca vino a por él en 1426, fueron tantos los bienes que dejó, que aun repartidos entre los otros seis hijos, pudieron estos figurar entre las familias mejor acomodadas de la villa, tambien influyo en que tanto él como sus hijos, habían ido eligiendo por esposas a las damas más afincadas del término, como Tello, Mogollón, Valverde, Maimones, Sotomayor, y de generación en generación habían ido aumentando los haberes de la familia.

Alfonso Golfín. Señor de Torres Arias, Fuente de la Higuera y Corchuelas y García Golfín, Señor de la Casa Corchada, este fue el jefe de la casa de los Golfines de Arriba. Ubicada en la hoy calle de los Condes, el primero, fue el jefe de la casa de los Golfines de Abajo, ubicada en la plaza de los Golfines, solar que originalmente fue la casa de los Tello, familia que a lo largo de los tiempos volvieran a unir sus apellidos. Tenían sus enterramientos los de esta familia, en san Mateo, entre la capilla de los Sande, que sería después sacristía, y de los Saavedra, donde se aprecian en sus sepulcros, escudos con las armas de Golfines y los Ulloa con los que estaban enlazados, y que habiendo tenido los Golfines de Abajo, sus enterramientos en el convento de las Monjas Jesus, y que la capilla mayor edifico uno de los de aquel apellido y les pertenecía, y que cuando se derribó el convento, los restos fueron trasladados a la cercana Santa Maria.

(Fuentes Floriano Cumbreño-Historia de Cáceres)

(Fuentes Publio Hurtado-Castillos)

(Fuentes Simón Benito Boxoyo-Noticias)

(Biografías)

Agustin Díaz Fernández