BREVE HISTORIA DE CÁCERES-SEGUNDA PARTE (XXIII)

08.07.2022 11:41

                                                                     BREVE HISTORIA DE CÁCERES

                                                                        SEGUNDA PARTE (XXIII)

Crónica dese la calle Cuba de mi Llopis Ivorra

Adarves.

Pocas ciudades pueden ofrecer una perspectiva tan exclusivamente medieval como la que ofrece nuestro Adarve contemplado desde el pie del Arco de la Estrella, mirando a la derecha por la empinada cuesta, La vieja palmera de los jardines de la Casa de los Mayoralgo, sombrea un arco tendido para dar paso desde dicho palacio a la descrita Torre de los Pulpitos.

 A la derecha corre el paramento interior de la muralla con su gris mampostería en la parte inferior, sobremontada por el rojizo tapial, donde el muro rectilíneo avanza en la pendiente y se pierde en el horizonte a la altura de la puerta de Santa Ana, mientras que a la izquierda se destacan las tintas severas de los viejos palacios.

Hacia la parte media del muro hay un rompimiento en el que se ha practicado una escalera para descender al Mercadillo, al Ayuntamiento y a la Plaza Mayor, y desde este rompimiento pueden verse a la derecha la Torre del Horno, hoy enlucida y a la izquierda, mirando ya por dentro del Adarve, la de la Hierba, de tapial y bastante bien conservada. Entre estas dos torres se solía reunir el Concejo de la Villa unas veces, otras en Santa Maria, y allí se elevó la primera Casa Ayuntamiento de la que se conservan vestigios en las edificaciones que respaldaban al mercado que se construyó en 1931 en el denominado Atrio del Corregidor, hoy Foro de los Balbos, y que desapareció en 1960

Arco de Santa Ana.

Siguiendo la línea ascendente de la muralla y ya al culminar la cuesta se abre la puerta de Santa Ana. Puerta esta de los tiempos de la reconquista de la villa.

Al interior y sobre el arco se abre una hornacina que contiene un cuadro representando a Santa Ana y la Virgen, hecho en menos que mediana pintura del siglo XVIII.

A la derecha de esta puerta avanza una torre que se une a la muralla por otro arco que cae fuera del recinto, formando este conjunto de edificaciones un extraño rincón que es lástima que haya perdido todo carácter por las obras posteriores, pues todo ello acusa gran antigüedad. La torre mencionada, era la defensa de estas puertas.

Iglesia de Santiago

Siguiendo la pendiente de la cuesta que enfrenta la Torre de los Espaderos y torciendo a la izquierda al final de la misma, nos encontramos en la Iglesia de Santiago, fundación de aquellos fratres de Cáceres que en los años de la reconquista de la cuenca media del Tajo fundaron en ella su casa matriz.

Los documentos que de la Iglesia de Santiago

hemos encontrado hasta no se remontan por lo que a la Historia del Arte se refiere, más allá de 1549. la Iglesia de Santiago antes de la citada fecha de 1549, era otro templo dedicado al mismo Apóstol, pero si más humilde que el actual. Se construyo este en lugar de aquel y aún quedan en la fábrica del más moderno restos del antiguo, no tantos como suponen algunos ni tan pocos que no permitan formar una idea de cómo fue. Desde luego era de estilo románico, que  lo atestigua un resto del pilar de planta cruciforme, con columnas adheridas, hoy cortado, que se encuentra a mano derecha conforme se sale de la capilla de los Guzmanes o de las Animas, y lo corrobora la serie de canecillos que corren a lo largo de la fachada oriental así como tambien el escudo gracioso de su ingenuidad primitiva, que representando a Santiago peregrino esta sobre la clave del arco de entrada, en el mismo lienzo de pared.

(Fuentes A. Floriano-La Iglesia de Santiago de los Caballeros. Cáceres 1915.)

Lo más probable, a juzgar por la posición de tan escasos restos, es que la iglesia fuera en su principio de una sola nave, que estrechase hacia la cabecera para formar la capilla principal, y que en el siglo XIV o principios del XV, sufriera una radical transformación agregándole las dos capillas laterales abriéndosele las puertas de los costados y cegando la primitiva que debio hallarse a los pies de la iglesia, cegándosela al construir la torre actual.

En tal situación, un eclesiástico D. Francisco de Carvajal, Arcediano de Plasencia y pariente de D. Bernardino, el turbulento Cardenal de Santa Cruz en Jerusalén, se hace cargo de la capilla mayor de Santiago y se propone arreglarla dotándola como convenia a su magnificencia.

Existen datos nos comenta el historiador, que esta reforma es del año 1549 y en 23 de abril, y por él. los maestros de hacer campanas Juan de la Bárcena y Pedro del Campo, se comprometen a fabricar dos para nuestra iglesia, sin nombrar para nada al Arcediano. En 14 de Mayo del mismo año hace testamento el platero Jaques de la Rúa,  y habla en el de la lampara de plata que hace con Alonso Lucas para la iglesia, sin que tampoco nombre a don Francisco de Carvajal como patrono de la misma; pero es un hecho innegable que en 20 de Junio de 1550, otorga García del Valle, cantero, en nombre de Rodrigo Gil, maestro de cantería, vecino de Salamanca, la primera carta de pago por la elevación de la Capilla Mayor de Santiago que hacía por cuenta del Arcediano de Plasencia. Cabe por tanto suponer que entre 1549 y 1550 se comenzaron las obras, que se suceden sin interrupción hasta el final de I55I.

No sabemos si en el 52 estuvieron las obras en suspenso pues de este año y por lo que a la iglesia solo se sabe que el de la construcción de otra campana de tres quintales por el fundidor Juan de Ayala.

En Noviembre del 1553, la capilla está terminada, tasada y pagada con 4.900 ducados, precio en que la concertó Gil; pero debieron contratarse más obras posteriormente con otros canteros, pues en Julio del año siguiente Hernán López y Pedro Martin, canteros, se dan por pagados de cierta cantidad de maravedis por todo el mampuesto para la capilla nueva, obra que reconocen y tasan Sancho de Surgen desavenencias con el obispado por la elevación de la capilla principal y para acallarlas se conviene en Marzo de 1554 la elevación de toda la nave central, comenzándose el derribo de tejados por Hernán Gil, albañil.

En 26 de marzo de 1556 todo está terminado

La iglesia después de estas reformas quedo con una sola y amplia nave, con capillas laterales, no formando cruz, sino abriéndose hacia la mitad del cuerpo total del edificio. Al fondo del ábside se abre la capilla mayor con el retablo principal dedicado a Santiago, y abajo al lado del evangelio, hallase el altar dedicado a la Purísima, frente a la entrada de la Sacristía. Todo lo enumerado, altar Mayor, el de la Purísima y sacristía, está separado del resto del templo por una reja y por fuera de ella se abren las capillas de las Animas

y del Amor Hermoso (Osma). Mas hacia los pies de la iglesia y al lado de la Epístola se abre la capilla de Jesus Nazareno. Las obras que tan espléndidamente dotara Arcediano de Plasencia D. Francisco de Carvajal, tuvieron en el año 1570 digno coronamiento con la colocación en su capilla principal de un retablo salido del taller del coloso de la imaginería española

Alonso Berruguete.

Fue este retablo obra de un gran empeño, y si las historias en el esculpidas y pintadas no son lo que debieron ser, delatan, como ha dicho un crítico, haber sido pensadas para otro ideal, que no llego a realizarse por causas ajenas.

Consta el retablo de dos cuerpos, un vaneo, y el coronamiento o remate, formando tres calles, que ocupan las tres octavas del ábside, elevándose sobre un basamento labrado en piedra de cantería. En el vaneo, a uno y otro lado del hueco que ocupo en otro tiempo la custodia o sagrario, que hoy ya no existe, en grandes relieves apaisados se destacan en posición horizontal las figuras de los evangelistas San Juan y San Mateo. Sobre el mismo hueco del sagrario y en la calle central del primer cuerpo aparece la figura de Santiago a caballo, peleando, historia que tiene fronteras la de la Adoración de los Reyes, al lado del evangelio y la Impresión de las llagas de San Francisco en el de la epístola, componiendo estas tres historias, separadas entre por columnas cariátides, todo el conjunto del primer cuerpo.

Forman el segundo las tres historias enumeradas de Evangelio a Epístola, La entrada de Jesus en Jerusalén, la Virgen con el Divino niño en sus brazos y la Resurrección del Señor.

Corona todo el retablo, que está limitado en sus extremos laterales por dos grandes columnas corintias enguirnaldadas, un Calvario con las tres consabidas figuras de Cristo, la Virgen y San Juan, dispuestas en la forma tradicional que se da a esta representación, más las estatuitas de San Pedro y San Pablo, que, juntamente con los ángeles tenantes que a un lado y otro del retablo y sobre las grandes columnas sostienen el escudo de los Carvajales, rematan toda la composición que es de un conjunto armonioso, brillante y muy sentido, cuajado de detalles y de figura , en medio de borrones y des dibujos, debidos a la deleznable y defectuosisima técnica del estofado, pintado y dorado, hechos a última hora, de prisa, no por Berruguete, en Cáceres y de muy mala gana. La historia de esta obra de arte es de las más accidentadas que se conocen. Contratado en Cáceres por Berruguete en 24 de Noviembre de 1557  y dadas las fianzas estipuladas en 30 de Mayo del 1558, a propósito de estas y de las pagas se promueve discusión entre el escultor y los patronos de la obra, abandonando aquel su ejecución para irse a labrar en Toledo el sepulcro del Cardenal Tavera, trabajo durante el cual, le sorprende la muerte, sin que se pueda averiguar lo que a la sazón habia hecho en nuestro retablo, que sospecha la critica que debiera ser muy poco aunque la viuda del escultor afirmase por el contrario que el retablo estaba casi al terminar, pues quince meses después de la muerte del maestro y durante los cuales, según afirmación de sus familiares, se trabajó en el sin levantarla mano, aun se hallaba sin pintar ni dorar y que todavía en 30 de Diciembre de 1562 no lo entregan porque a causa de los fríos no podían hacerse las mencionadas operaciones.

En el verano del año siguiente, aun no estaba listo buscando la familia de Berruguete espaciosas razones para disculparse y se pierden en disculpas, dilaciones y aplazamientos otros dos años pues hasta septiembre de 1595 no llega a Cáceres la primera expedición del retablo llegando la segunda poco después, más habiéndose mojado por el camino y maltratada por los trasbordos de unas carretas a otras que por imprudencias de los que lo acarrearon hubieron de acontecer.

Don Antonio Floriano cree que además de esto debio venir incompleto, y que  Francisco Rodríguez Pintor y Santiago Robles, ensamblador en Julio de  1567 trabajan en la tarea de pintar y asentar el retablo y en el 1569 interviene tambien en la obra Antonio de Cervera pintor, vecino de Plasencia, y en el mismo año un escultor, Juan de Santillana se compromete a hacer los guardapolvos, y hasta nos cabe la sospecha que dejamos apuntada en algún lugar de que este autor tallase toda la obra del calvario. Por estas circunstancias, y a pesar de ser bien manifestada la majestad de la concepción de esta obra, se notan defectos en su ejecución y en algunas partes algo más que defectos, ello aparte de la falta de unidad técnica que delata bien a las claras la intervención de muy distintas manos. Sin embargo, la obra no solo no carece de interés, sino que por el contrario en las partes donde se adivina la mano del maestro (San Francisco, Ángel que está a la derecha de la Virgen) este muestra toda la pujanza de quien adquirido un renombre en la imaginería española que después no ha sido superado.

Entre otras obras de arte cabe citar la magnífica reja que separa la Capilla mayor del resto del templo, muy armoniosa, con sus medallones en relieve a la romana. Fue labrada en Peñaranda por el rejero Francisco Núñez y se colocó en el lugar donde hoy se encuentra en la segunda mitad del siglo XVI.

A los pies de la iglesia, junto al cancel del lado del Evangelio y bajo un dosel se encuentra una venerable talla policromada representando al Crucificado, y que es una de las más notables obras del arte cristiano en nuestra ciudad, Clavado en su madero y muerto, fino de talla en las piernas rígidas y alargadas hasta el perizoma, la talla se detiene en minuciosidades anatómicas un tanto estilizadas en el busto, logrando una simetría obligada por la actitud hierática de los brazos extendidos.

Sobre su hombro derecho se inclina la cabeza en la que se refleja la serena majestad de la muerte, La talla es minuciosa, y Es seguro que ya pertenecía a la vieja iglesia de Santiago anterior a la reforma del arcediano.

(Fuentes Floriano Cumbreño-Guía de Cáceres)

(Fuentes Publio Hurtado-Castillos)

Agustin Díaz Fernández