CEMENTERIOS DE LA VILLA CACERENSE II

16.01.2024 11:01

 CEMENTERIOS DE LA VILLA CACERENSE II

Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra.

En el capítulo anterior veíamos como se elegia el lugar para edificar cementerio en la villa de Cáceres:

Y ya con estas disposiciones y en 1805 las autoridades municipales deciden buscar el emplazamiento más conveniente para construir un nuevo cementerio que satisficiera las necesidades de la población. En primer momento se pensó para este menester la era de los Mártires, junto a la primitiva ermita de este nombre, que fue demolida en el año de 1845, para construir en su lugar la Plaza de Toros, al final se desechó este paraje y se eligió la falda noreste del denominado Teso de San Blas y en una propiedad conocida como Cerca de los Muertos.

La compra del terreno para cementerio ascendió a 30.033 reales, y los trabajos de adecuamiento y adecentamiento de la cerca dirigidos estos por el maestro de obras Narciso Gallardo, quien replantea una cerca un perímetro casi cuadrangular con cien varas castellanas aproximadamente, unos 83,5 metros para cada muro que limita y que contiene en su interior un espacio cuadrado para dar cabida a las sepulturas agrupadas por cada una de las cuatro parroquias.

Y en esas andaban, cuando les pilló la guerra de la Independencia 1808-1814 y cuyas desastrosas consecuencias hicieron que se retrasara la inauguración del nuevo cementerio, así lo refleja la queja de un vecino anónimo en la Asociación de Cáceres, primer periódico manuscrito y cuya publicación en 1813 corría a cargo del regidor Álvaro Gómez Becerra y del escribano de la Audiencia Claudio Constanzo:

“El ayuntamiento está tratando de construir los cementerios que se mandaron hacer fuera de las poblaciones, hace ya bastantes años y esta obra es más necesaria y de más utilidad, ya que la sanidad pública ganara y mucho, y la decencia de las iglesias no perderán nada, podremos entrar en ellas a cualquier hora sin temor a que nos hagan daño las exhalaciones de los cadáveres y la casa de dios tendría un piso más cómodo y estarían más limpios y aseados, dejando de ser un depósito de hediondez y podredumbre, dicen se dispone la purificación de las cárceles, hospitales y demás reuniones de miseria, ¿pero que se adelantara con eso si una de las cosas más esenciales se queda en pie? La policía de las iglesias ¿Qué es cosa de lo más interesante, porque no se ejecuta? ¿y porque no han de cuidar los señores curas cuando menos que, los cuerpos queden bien sepultados, y las losas cubran uniformes y cogidos con bastante cal, ¿no se lograría por este medio tener un piso cómodo, y se evitaría que la podredumbre exhalara miasmas pestilentes en perjuicio de la salud del pueblo? ¿Por qué han de permitir enterrar a los pobres en el contorno de las parroquias expuestos a ser pasto de perros y cerdos? ¿acaso no esté destinado el reino de los cielos para las almas de estos según las bienaventuranzas? ¿pues por qué no han de poder tener cabida sus cuerpos donde la tiene los ricos? ¿es posible que exista esto entre cristianos? Y que no puedan borrar ciertas máximas antiguas, ¡coño estamos ya en 1813!

Más sucedió que en el de 1814, por fin se hizo realidad el deseo de acondicionar el campo santo fuera de la población, pero el proyecto de cementerio en la Cerca de los Muertos, quedaba de momento guardado en el cajón donde se guardan los proyectos pendientes del ayuntamiento, así las cosas, los avisados y entendidos de la villa cacerense se ponen a buscar otro terreno, y lo encuentran alrededor de la ermita del Espíritu Santo* y ya en 1814 se veían los primeros enterramientos en este cementerio provisional de la villa.

Tambien seria encargado del acondicionamiento de este campo santo a Narciso Gallardo y la capilla fue pagada por Pedro Cayetano Golfín y Colón, nacido en 1765 y finado nen 1828, Conde de Torrearías, este cementerio en el año de 1828 todavía seguía en uso, al compás que el de San Blas, que ya llevaba varios años dando servicios de enterramientos.

*Pascual Madoz en su diccionario Historico-Geografico de 1855:

Hubo otro cementerio frente a la arruinada ermita del Espíritu Santo, que dejó de usarse por ser insuficiente*

Daba comienzo el siglo XIX, y hasta los años cincuenta del mismo, la villa cacerense sufre un incremento de mortalidad con trazas de catástrofe, las causas fueran varias, la guerra de la Independencia entre loa años 1808-1814, malas cosechas sufridas en los años 1816-1817, desordenes políticos del periodo constitucional y la venida a la villa del Empecinado entre los años 1820-1823, epidemia de viruela de 1835, la epidemia de colera de 1855-1857,* en el año de 1837 se sitúa la cifra de fallecidos en 437 habitantes, lo que supone una tasa del 40% de una

 población que rondaba los 7400 habitantes,*

*J.A. Campesino-Estructura y paisaje urbano de Cáceres 1982*

 Estas circunstancias dieron en saturar los cementerios, así las autoridades se vieron obligadas a clausurar el cementerio del Espíritu Santo, por falta de espacio para más enterramientos.

Y al cerrar este campo santo del Espíritu Santo, la gestión del ayuntamiento de la villa cacerense fue nefasta, dejaron el cementerio abandonado a su suerte, con una superficie del suelo dejaron a la vista del publico los huesos de los difuntos allí sepultados con los problemas derivados de una carente higiénicas, junto con una horrible administración que motivaron un sinfín de quejas que en 1844 la gestión pasó a manos de la Junta de la Beneficencia dependiente de la Diputación Provincial.

*aunque se ha publicado que esta portada era la entrada al antiguo cementerio del Espiritu Santo, no se corresponde con la realidad, en esta cerca nunca hubo cementerio, el cementerio estubo hubicado en los alrededores de la ermita*

Y ya con la gerencia de la Junta de la Beneficencia un 20 de diciembre de 1844 se hace publico el primer estatuto de cementerios donde se detalla la categoría de los enterramientos y los distintos precios, ya fueran sepultados en sepulcros perpetuos o temporales, hasta esta fecha los cadáveres eran conducidos al cementerio cubiertos tan solo con un sudario y a través de las calles de la villa, con gran peligro para la salud pública, y más en el caso que fuera persona fallecida por cualquier enfermedad contagiosa, al mismo tiempo que la gestión de los entierros pasan a depender de agencias funerarias en detrimentos de las cofradías, se impone el depósito de cadáveres en caja, al menos durante el traslado del cadáver hasta el cementerio.

La mayoría de las tumbas se seguían excavando con un hoyo en la tierra y a veces se lo acompañaba con una cruz con un número que identificaba al difunto, mientras los privilegiados de la sociedad seguían conservando el privilegio de recibir sepultura en las iglesias y conventos, pero con la gestión de la Junta de beneficencia se comienzas a construir en el cementerio los primeros nichos adosados a los muros y superpuestos hasta en tres alturas.

Resultó que, estas sepulturas por su novedad no gustaba al pueblo por su novedad, y hasta se mostraban reacios a enterrarse en ellos y tal vez fuera este el motivo por el que se decidiera inaugurar este sistema de inhumación trasladando desde el convento de la Concepción, cenobio que habia sido clausurado por la amortización de Mendizábal en 1836, los restos de Juan Duran de Figueroa, que fuera uno de aquellos llamados Indianos y natural de la villa cacerense y su mujer Isabel Baca, quienes en su testamente dejaron la manda de fundación del convento en el año 1604.

De este convento de la Concepción que ya en 1843 se encontraba en ruinas, se aprovecharon materiales y elementos arquitectónicos y ornamentales  para construir la capilla del cementerio, en esta capilla se encuentra la escultura en mármol blanco de la Virgen con el niño, esta imagen procedía de la fachada del Convento de San Francisco con la advocación de la Virgen de la Estrella, esta Virgen fue la que mando tallar a un escultor de Badajoz el Obispo Sancho Antonio de Velunza y Corcuera en el año de 1726, para colocarla en la hornacina del recién construido Arco de la Estrella y donde nunca llegó a estar ya que fue sustituida por la encargada por Bernardino de Carvajal y Moctezuma.

*El mencionado Convento de las monjas concepcionistas, se abrió al culto en 1611, seis años después de la muerte de su fundador y patrono, estaba ubicado entre las calles de las Ruizas y de la Cadena, ya desaparecidos del callejero, en 1836 con la desamortización de Mendizábal, en 1843 este edificio fue comprado por el Ayuntamiento que ya se presentaban en ruinas en la subasta de bienes nacionales, y en 1848 fue derribado el edificio conventual y urbanizar el solar en la plazuela que llevaría el nombre del Convento, es decir plaza de la Concepción*.

Volviendo al cementerio, en los muros de los patios más antiguos se encontraban los nichos de los difuntos de profesiones liberales, personajes ilustrados y de las clases medias acomodadas del siglo XIX y primera mitad del XX. Políticos, militares, empresarios, comerciantes, altos funcionarios, abogados, magistrados y hasta algún miembro de la nobleza:

Antonio Reyes Huertas 1952, el fotógrafo Javier García Téllez 1963, Joaquín Muñoz chaves 1923, José Muñoz chaves 1890, Luis Sergio Sanchez 1864, Juan Sanguino Michel 1921, el escultor Eulogio Blasco 1960, Joaquín Castel 1913, José Ibarrola 1944, Diego Maria de Crehuet 1956, y otros destacados miembros de la sociedad cacereña.

Ya durante la segunda mitad del siglo XIX, la Diputación Provincial y a través de la Junta de Beneficencia seguía ocupándose de la administración del cementerio, aunque el ayuntamiento cacerense seguía siendo el propietario, más las autoridades municipales se mantenían en el empeño de reclamar las competencias para la administración y conservación del campo santo y ante las negativas incluso se planteó la contratación de un nuevo cementerio municipal en la falda de la sierrilla.

De siempre la historia del cementerio estuvo escasa de nichos, con el problema de realizar exhumaciones, y en 1855 tuvieron que ampliar con un segundo patio con dimensiones parecidas del original, pero a pesar de esta ampliación y alguna que otra obra de mejora ya en 1893 el recinto de la Cerca de los Muertos, denotaba un gran estado de abandono y ruina.

(Fuentes Antonio Rodríguez González-cementerio)

(fuente J.A.Campesino-Estructura y Paisaje Urbano)

(fuente Publio Hurtado)

Agustin Díaz Fernández