EL CERCADO CACERENSE I

31.07.2023 12:11

                        El CERCADO CACERENSE

                                            I

Segunda Mitad siglo XII

Los Al-Muwahhidum

Cronica desde la  calle Cuba de mi Llopis Ivorra

El territorio estuvo cambiando de dueños, de los que en el convergían y muy lejos de establecer una frontera propiamente dicha que dieran fortaleza y prosperidad al territorio, hasta más o menos el año de 1172 donde los almohades pudieron concentrar mayores recursos para su control, tras el sometimiento del oriente andalusí, aunque el inevitable guerrillero Portugués Geraldo Sin Pavor ( sin miedo) el llamado Cid Portugués,  y hasta su neutralización, sembró el territorio de muertos, desolación y tierra quemada, teniendo noticias de sus primeras fechorías en 1165 hasta su muerte a manos de Abu-Y’a Qub en 1174, que fue decapitado por intentar traicionar al Kalifa Almohade, aunque la muerte del Portugués no pacificaría el territorio, ya que los reyes cristianos que marcaban las fronteras, con distinta intensidad seguirían presionando la fronteras, aunque el reino leones tenía limitada su capacidad su capacidad de guerra, que era mucho menor que la del reino  de Castilla, Portugal se descubrió como el auténtico desestabilizador de la zona, forzando continuos y profundos ataques, especialmente hasta 1169, logrando algunos éxitos lejos de sus base de operaciones como eran, Alcacer do Sal, Lisboa y Evora, esta constituía una autentica cuña con el territorio andalusí desde 1165, que en plena grandeza militar, ni los almohades pudieron conquistarla, dada la desarticulación del Garb Al-Alandaluz que, con baja demografía, escasez de centros urbanos, y problemas en abastecimientos, que ya evidenciaron en épocas anteriores, más la cercanía geográfica con el bajo Guadalquivir, sede efectiva del poder Almohade en la península, la única salida que tenían era la de invertir enormes recursos tanto humanos como económicos, como medida neutralizante del empuje de los reinos cristianos.

Así las cosas mostraron su mejor arte en atacar y defender las fortalezas, ya que la arquitectura almohade muestra un elevado grado de sofisticación, que da forma al resultado final de las obras, de tal manera que son todos perfectamente reconocibles las edificaciones construidas por los árabes, así se impuso la tapia hormigonada, reforzadas en basamentos y ángulos, con acabados estandarizados, hicieron extensiva la erección de antemurales, torres albarranas, así como los  accesos acodados, presididos por arcos túmidos en ocasiones rebajados.

El Recinto Almohade.

Según los cronistas empeñados en el envite, nos cuenta que el trazado en el cercado exterior amurallado con más la disposición de las torres defensivas queda datado en el periodo Almohade, aunque lo que vemos en la actualidad, ya que el recinto original quedaba divido en tres partes bien diferenciadas, así la alcazaba ocupaba la parte más elevada del recinto murado por los romanos, en un emplazamiento central, desde el punto noroeste de la Alcazaba salía un muro hasta que enlazaba con la torre del Horno, y dese el entorno del aljibe, en el interior de la alcazaba se conectaba directamente con la Coracha de los Pozos, mediante pasadizo escalonado y abovedado y protegido presumiblemente con un par de lienzos de muro, además de cubrir las salidas al exterior, de esta manera quedaría el recinto amurallado dividido en dos espacios más, donde en el mayor se ubicaría la Medina, y en el menor la Albacara, destino a la tropa militar.

Coracha.

Esta construcción consistía una proyección hacia el exterior con una serie de elementos defensivos, muros, torres, y pasadizos que aseguraban el agua, en Cáceres los Almohades fortificaron un antiguo un aljibe con agua permanente, dada sus condiciones de corrientes de agua acumulada en el subsuelo sobre capa impermeable pudiendo extraerse mediante pozos,

Es decir, “inmejorables condiciones freáticas”, sobre el que edificaron una gran torre con habitáculos, dotado con brocales para extraer el agua. Un pasadizo escalonado y abovedado, uniría esta sala con el interior de la alcazaba y en cuyo aljibe se depositaria el agua extraída.

La torre del aljibe exterior, reutilizado en la estructura de la coracha, fuertemente defendida por las torres de los Aljibes y de los Pozos que se encontraba en una elevada posición, así mismo quedaba bien defendido el tramo del muro abovedado que discurría extramuros quedaba especialmente defendido tanto como por el espigón la torre de los Pozos como el que unía este con la torre del Aljibe, tambien el vínculo de la Coracha con la Alcazaba, refrendado por la torre de los pozos , que además de emplazarse desde esta zona una salida al exterior directa desde la Alcazaba, que salía dirección al rio, para aprovisionarse de leña, y forraje para los animales, pero es de suponer que tras la conquista por el de León y Galicia, y se supone que anterior al siglo XVI, de edifico un muro de mampostería que cerraba el franco Sur de las construcciones árabes, reforzando el antemuro del recinto, formando más o menos un cuadrilátero y cuyo interior fue ocupado en la Edad Moderna, y como consecuencia de ello quedo enterrado parte del pasadizo abovedado, antemuro y la posible entrada directa desde la Alcazaba.

El Recinto Murado.

Tal y como fue concebido el recinto, en su forma y su estructura, forma parte de la arquitectura militar, patrocinando por las anteriores construcciones árabes en el occidente Andalusí (Garb-Al-Andalus) , que por su homogeneidad muestran una imagen de patrón a seguir, contando con las torres defensivas y el uso masivo del tapial, en las construcciones de las portadas monumentales en la villa cacerense no se puede saber el material utilizado toda vez que no quedan rastro de ellas, como tampoco de la Coracha de los pozos.

Torres Defensivas.

En todas las posiciones ocupadas y fortificadas por los Al-Muwahhidum, o los unitarios Almohades, en los territorios Central y Occidental fueron dotadas de torres albarranas, poligonales y algunas que mezclaban los dos estilos. El recinto cacerense presenta cantidad excepcional de torres albarranas, de las dos son octogonales, y nos cuenta el cronista que casi en la totalidad de las torres han podido comprobar que estas fueron levantadas sobre torres originales de menor altura, estas posiblemente de la época romana, estas torres albarranas en su espigón, contaban con una entrada abierta en el muro por un arco, para permitir el paso por el adarve o paso de ronda del antemuro, las torres poligonales, las del recinto cacerense, son de planta cuadrada como tambien lo son las albarranas.

Ya en su origen las torres albarranas estaban dotadas de cámara a la altura del adarve, que se pueden apreciar todavía hasta en ocho de las torres existentes, se aprecia mejor son el las torres de la Yerba o la del Horno, con otra forma en las del Postigo o la del A-Ver, se estima que en su origen no disponían de estas cámaras, debiendo ser de construcciones posteriores, pero no muy lejanas en el tiempo. El espacio interno de las torres albarranas de la Yerba y la del Horno, están organizadas con dos cámaras rectangulares con bóvedas de cañón, el acceso al terrado se efectuaba por una escalera acodada con entrada en la primera cámara.

Las torres del Postigo o la de A-Ver, son de cámaras rectangulares y una sola, con bóvedas tambien de cañón, estas no cuentan con acceso al terrado, se accedía al mismo por una escalera emplazada en el espigón de la torre, estando protegida por un pretil, escalonada ascendente, pero sin duda el habitáculo más sostificado de las torres albarranas es la de los Pozos, una maravilla de cámaras abovedadas.

Construcción.

Durante el periodo de ocupación Almohade, el recurso de construcción estaba basado en el tapial, haciendo de esta técnica de construcción la principal de sus edificaciones, quedando relegadas casi al olvido, la mampostería y los sillares llamados de acarreo eran utilizados puntualmente en basamentos sobre los que se elevaba las diferentes hiladas de encofrado, o bien como material de refuerzo en ángulos, así como raro era el empleo de sillería de nueva labra, ya que estas se empleaban el creación de puertas monumentales de acceso.

Como ventaja del uso del tapial parta la construcción, era que se podía recuperar para reutilizar el material al momento y de casi todos los elementos del encofrado, este encofrado estaba basado casi en su totalidad en la madera, con alguna excepción como el uso de alguna plancha de hierro o sogas.

Ya fuera para fines militares, al levantar los muros por su gran anchura y espesor implica el uso y procedimiento al igual que para una pared estrecha, así mientras en los tapiales se apoyan en unos travesaños llamados agujas dispuestas de forma transversal encima de la hilada inferior y ocupando toda la anchura de la pared, y ya fuera por comodidad o tal vez por economías se disponían por medias agujas, clavadas con cuñas de madera a la hilada inferior a través de unos orificios practicados en la parte volante de las medias agujas se introducían en  los costales, estos son vara verticales con el motivo de sujetar los tapiales, constituyendo la parte esencial del encofrado que cada uno de ellos se componían de varias tablas horizontales unidas entre si por listones verticales clavados por fuera. Y para evitar el vuelco de los tapiales con cuerdas tensaban los costales desde unos postes centrales, estos impedían la caída hacia el exterior, haciendo oposición de unos puntales que, sujetaban los tableros por dentro con el propósito de evitar el derrumbe hacia el interior.

Y ya una vez montado debidamente el encofrado, se procedía al rellenado con capas de argamasa, apisonaban estas capas conforme se iban vertiendo en el sitio encofrado, en la villa cacerense, en las construcciones de carácter militar, el relleno estaba compuesto de tierra apisonada y mesclada con cal, con la buena cal que se cocía procedente del calerizo cacereño, esta mezcla se le confería una gran dureza y resistencia, tanto es de esta manera que los técnicos la denomina (el hormigón de Cal) y tras el secado del tapial se procedía al desencofrado para reutilizar todos los elementos que se podían recuperar, más como era imposible la extracción de las medias agujas se procedía a serrar la parte que salía del muro, o cabeza de las medias agujas, con el paso del tiempo la podredumbre y desaparición de estas piezas de madera confieren esa apariencia típica de estas obras de tapial, en la que la superficie se muestra surcada de pequeños orificios llamados mechinales.

Y como es natural tambien dejaban sus huellas las agujas al encofrar un Marlon sobre el pretil, que para el paseante que tenga la curiosidad, todavía se puede apreciar al perder el material de relleno o disimulo con la que tapaban las hendiduras, según parece los alarifes almohades, estandarizaron esta técnica de construcción, particularmente en las construcciones de carácter militar.

(Fuentes Samuel Márquez-El recinto Almohade)

(Fuentes Pablo Gurrian-El recinto Almohade)

Agustin Díaz Fernández