EL PENDÓN DE SAN JORGE (IV)
EL PENDÓN DE SAN JORGE (IV)
PATRON DE LA VILLA CACERENSE
Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra
El capítulo anterior lo dejábamos, con las tropas cacerenses encabezados por el Pendón de la Villa, a petición de su majestad de turno, y se hubo de enviar al poco, nuevos socorros a la misma villa en 1708, por los constantes embates enemigos.
El 18 de mayo de 1708, se mandó armar a todo el vecindario, porque el enemigo habia saqueado el pueblo de La Aliseda, temiendo que se vinieran a repetir el expolio a la villa cacerense.
Nos cuenta don Publio Hurtado, que no sabe ni le consta, que Cáceres fuera requerida para que enviase, o si se envió, tropas a Badajoz en el año 1801, para aquella guerra que sirvió de sorna para los historiadores, que el pueblo dio en llamar guerra de las Naranjas, pero sí que, al vencindario se privó de todo los carros y carretas, así como de ganado de carga, para atender al suministro de tropas expedicionarias, y cuya indemnización subió a una suma considerable.
Para la Guerra de la Independencia, no figura el dato como para puntualizar ni el numero de soldados que se alistó y envió el Concejo a los ejércitos nacionales, ni la cuantía de las exigencias de pago de que fue víctima, Franceses, Ingleses y Españoles, Generales comisionados de las juntas Suprema y de Provincia, Intendentes, comisarios, Jefes de Partidas, todo era el reclutar gentes y a pedir dineros, granos, paja, vestuario, armamentos, bagajes, lo que la villa cacerense, no pudo facilitar, más que en escasas proporciones y obligados por amenazas de muerte.
Así las cosas, a partir de esta época, el ayuntamiento cacereño, siendo ahora absolutista, ahora liberal, creó y disolvió, según las circunstancias del momento, cuerpos armados de Milicia Honrada, de tiradores, de Milicia Nacional, Legal y voluntaria, de Húsares Constitucionales, de Milicia Urbana, algún que otro cuerpo más, cuyos servicios fueron más o menos eficaces a los fines para los que se crearon, y a los que pertenecieron las banderas y estandartes que acompañan en las vitrinas del Salón de Sesiones al antiguo Pendón de la villa cacerense.
Otro de los usos que se le daban a esta simbólica enseña, era el presidir la aclamación de los monarcas, cuya ceremonia tenía lugar en esta forma que nos relata don Publio Hurtado:
Señalado el día de la aclamación, se convocaban a ella a los caballeros de la localidad y se prevenía por medio de pregón, que el vecindario dispusiese colgaduras y luminarias, para dar más solemnidad al acto, se limpiaban las calles de la carrera, y se construían tres tablados en la Plaza Mayor, Plazuelas de San Mateo y Santa Maria, de dos metro y medio de altura y siendo de amplitud adecuada, revestidos de ricos paños y se ornaban con follaje.
Más avanzada la época, se extendían más las bellas artes, a os reyes se les retrataba en lienzos, al orden por el coste de los erarios del concejo, se colocaban en el testero del ayuntamiento, cerca del balcón central, y bajo un aparatoso dosel, la imagen del monarca, entre colgaduras de seda, que caian y tapaban las puertas de las canecerías, ubicadas en la planta baja del edificio, donde se formaba guardia de Honor.
El día designado y al romper el alba, los clarines, timbales y tambores, y desde el portal de la casa del Corregidor , daban la señal convenida, y las iglesias echaban a vuelo sus campanas , los villanos curiosos y con ganas de juerga, iban acudiendo a la Plaza Mayor, la compañía de soldados, que proporcionaban los gremios de sus mismos miembros, para cubrir esta ceremonia, cuando no habia tropas profesionales, con sus petos ballestas, picas y arcabuces, formaban delante de los Portales, frente al Ayuntamiento, y los caballeros, hidalgos y curiales, vestidos con sus mejores coletos, chupas y garnachas,, se apercibían para la ceremonia.
Ya en las salas capitulares, todos los elementos oficiales, los invitados, el Corregidor, tomaba el Pendón de la Villa, colocado de ante mano en el sitio presidencial y formulaba:
“Escribanos de este ayuntamiento, denme por testimonio, como en nombre de esta Villa de Cáceres, y por ella, entrego a… Alférez de este Concejo el Pendón Real, para que por esta Villa lo levante y lo alce por el Rey don…. Nuestro señor, que dios guarde muchos años”.
A lo que contestaba el miembro que era nombrado:
“Y yo lo recibo, pronto a ejecutar tan solemne acto, y todo o demás que se ofrezca en favor de mi Rey natural, como firme y leal vasallo.
Terminada la recepción y la ceremonia de aceptación del Pendón, partía la comitiva de las casas Consistoriales, yendo delante cuatro trompeteros a caballo, tras ellos los ministros ordinarios, ósea el Aguacil Mayor de la villa. A su derecha el Alcalde Mayor de la Hermandad, y a su izquierda el aguacil Mayor del Campo, tras ellos marchaba el Sexmero de Concejo y su tierra, después los porteros del Ayuntamiento, vestidos de damasco carmesí con sus mazas doradas, a continuación, los Reyes de Armas, con cascos o morriones. Petos y espalderas, una de ellos era el portador de una corona y de un cetro el otro, seguían la comitiva los escribanos del Municipio, y tras ellos los capituladores y convidados, cerrando el cortejo el Corregidor con vara alzada que llevaba a su derecha al alférez de la villa, con el Pendón desplegado. Todos jinetes en caballos, paramentados con sus mejores galas, y mayor liujo posible.
Al llegar a el tablado montado en la plaza, descabalgaban y subían a él, el corregidor, el Alférez, los dos regidores de mayor antigüedad, dos escribanos y os reyes de armas, el de menos antigüedad, gritaba, en alta voz.
“ Oíd, oíd, oíd, y el más antiguo repetía por tres veces, silencio, silencio, silencio, hecho esto, el Alférez, voceaba, Castilla, Castilla, Castilla, por el Rey don… haciendo ondear el Pendón, contestando a coro el Corregidor y todos los demás del cortejo, Amén, desatándose la muchedumbre en atronadores vivas, que se mezclaban con el repique de campanas, redoble de tambores y toques de clarines”.
Volvían a montar a caballo y se repetía el acto en los tablados levantados en las plazuelas de San Mateo y santa Maria, volviendo de esta al ayuntamiento por las calles Tiendas, Godoy, Camberos y Zapatería, colocando el Pendón en el balcón de las casas Consistoriales, en el que permanecía todo el día y toda la noche, iluminado con profusión y bien custodiado.
Costumbre era, tras esta ceremonia, el arrojar monedas de plata al pueblo, por cuenta de Alférez, en cantidad adecuada a sus posibles y dar libertad a los presos por causas livianas y de escasa delincuencia, así como de comer un rancho extraordinario a los de mayor delincuencia.
Desde el siglo XVI, en adelante, cuando ya estaba en posesión la casa de Ovando del Alferazgo Mayor, era otras partes del programa la traída y llevada desde la casa del consistorio del Pendón que tenia lugar procesionalmente, las justas de caballeros que se celebraban al día siguiente en la Plaza Mayor, aderezada vistosamente, los toros que por las tardes se corrían y el sarao que tenia lugar por la noche en casa del mismo alférez.
El tercer uso que se hacia al Pendón de la villa cacerense, era el pasearlo anualmente por las calles, el día de San Juan, día de gran festividad para el orbe católico, ese día vestidos de gala, regidores, magnates e hidalgo de la Villa, oficiales del Concejo, y cuantas personas representaban algo en el vecindario, lo acompañaban procesionalmente por las calles y lo colocaban después en el balcón del Ayuntamiento, hasta la anochecida, en la que se volvía a llevar de la misma forma a la casa del Alcalde o Regidor en que se guardaba, el Municipio libraba 12.000 maravedis, para que el concejal que lo custodiaba, diese tal dio un almuerzo a la gente que acudiese a la puerta de su casa, a honrar el antiguo estandarte, y a tomar parte en el publico regocijo, esta cantidad siguió presupuestándose para este fin, incluso después de haber otorgado el Rey don Felipe II el Alferazgo Mayor de la Villa a don Pedro rol de la Cerda en 18 de octubre de 1566 a titulo de perpetuidad, para si y sus descendientes, estos fueron los marqueses de Camarena la Vieja.
(Fuente Publio Hurtado-Ayuntamiento y Familias)
(Fuente Antonio Floriano-Historia de Cáceres)
Agustin Díaz