EL RETABLO DEL MAESTRO BERRUGUETE II - CÁCERES

10.11.2023 11:20

                 EL RETABLO DEL MAESTRO BERRUGUETE

               IGLESIA DE SANTIAGO DE LOS CABALLEROS

                                          CÁCERES II

Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra.

En el capítulo anterior lo dejábamos en que, transcurrido quince meses y más desde la muerte del maestro lo que vine a confirmar lo que todos sospechaban, y era que Berruguete apenas si habia empezado a trabajar en el retablo.

Se vuelve a reclamar por parte de los patronos, y todavía procura la familia del Maestro Alonso de Berruguete ganar más tiempo, argumentando a los que en 30 de diciembre del año de 1562 van a requerirles, que aún no manden a por el retablo ya que en esa época del año en la que se estaba, no podían hacerse las operaciones de estofado y demás a causa de los frios, quedando prometido que estas operaciones se realizarían en el mes de marzo.

Más todo indicaba que ni a un la parte de la escultura que dejó terminada don Alonso y más cuando de nuevo requeridos durante el verano de 1563, contestaban que el retablo no estaba aún terminado y le echan la culpa a Juan de Angulo, el cual no ha querido dar la madera ni clavazón, ni oficiales, al parecer esto eran contrariedades las dos primeras no hacían falta para dorar ni estofar el retablo.

Por fin, y ya en los últimos meses de año de 1563, salió desde Valladolid destino Cáceres, el retablo tallado por el gran Berruguete, más esta fecha que nos marca el cronista hay que ponerla en cuarentena, no es posible que el retablo tardara casi dos años en el viaje Valladolid-Cáceres, ni aunque hubiera venido en el tren de Extremadura, lo cual indica que salió de Valladolid mucho más tarde ya que llego a Cáceres en septiembre del año de 1565, la primera remesa, que estaba compuesta pop trece cajas y unos palos que, dijeron traerse para la guarda y reposo seguro del retablo, y los lienzos con los que venía cubierto pesando todo junto 747 arrobas y 2 libras, según se comprobó pesando el cargamento pieza por pieza entre los días 24 y 25 de septiembre , ante el escribano Antonio Gutiérrez, estando presente el mayordomo de la capilla Juan de Mena y los carreteros vecinos de Garrovillas Juan Rivero Sánchez, Juan Molano, Diego Duran Barbancho y Andrés Gómez, que fueron los porteadores de esta primera entrega.

Nos cuanto don Antonio Floriano que, de documento que así lo expresa llegaron a Cáceres las dos grandes columnas que limitan lateralmente el retablo y que pesaron cada una de ellas con las cajas donde venían 86 arrobas menos 8 libras y en otra caja que pesó 81 arrobas y dijeron que llegó la imagen de Santiago montado a caballo, “pero por los visto el escribano que levantaba acta no la vio, por lo que no llega a afirmarlo como afirma los de las columnas”, hubo alguna caja más que se pesó y que era igual el peso de la de donde venia Santiago, una la concesión  de Nuestra Señora, el contenido del resto de las cajas también lo ignora el escribano que levantó el acta.

Ocurrió entonces que, la expedición no debió quedar satisfechos con los resultados del viaje, ya que se negaron a volver a Valladolid en bus ca de lo que faltaba por traer, estando así las cosas los patronos y Juan de Mena en su nombre, no encontrado carreteros que quisieran realizar el porte, envió a Valladolid a Antonio López con amplios poderes para que contratara en la por entonces corte de España, trajinadores que quisieran trasladar el resto del retablo a Cáceres.

Y fueron Antonio López, por un lado y Juan de Angulo por otro, en Vadillo de la Sierra el primero, el otro a Valladolid, entre los dos buscan carreteros, y sucedió que fue Juan de Angulo el que al parecer tuvo más suerte o mejor mano para los tratos, ya que mientras Antonio López concertaba un acuerdo con Baltasar Muñoz en que se transportaba hasta Cáceres lo que aun faltaba por traer del retablo y por un importe de 5500 maravedis por cada carga de 40 arrobas, Juan de Angulo, por su parte contrató a otro carretero que llevara la carga hasta Peñaranda, y por un importe de 8000 maravedis por este primer trayecto con la esperanza que una vez en Peñaranda le fuera más fácil contratar a alguien que trajese la carga hasta Cáceres.

Y Ocurrió que cuando Antonio López y Baltasar Muñoz, llegan a Valladolid, se encuentran con que el retablo ya va camino de Peñaranda, y el carretero de Vadillo de la Sierra no se conforme con perder ni un poco ni un mucho del contrato que con el se habia pactado, más al fin se avino a hacer la segunda parte del trayecto, es decir desde Peñaranda hasta Cáceres, pero con la condición de que del total que al hubiera que pagarle por la traída del retablo hasta la villa cacerense, y a razón de los 5500 maravedis cada carga de 40 arrobas como se tenía concertado, se pagara al otro carretero, el que se concertó con Angulo 6600 maravedis y que los otros 1500 que faltaban hasta completar los 8000 del acuerdo los perdiese la capilla.

Y así, ya convenidos Antonio López y Baltasar Muñoz, salen de Valladolid dirección Peñaranda, alcanzado las carretas que traían el retablo antes de cruzar el Duero.

Ya en Peñaranda unos “ganapanes” descaran el retablo de las carretas de Valladolid y las cargan en las de Baltasar Muñoz, siendo este el que al final la traslada hasta Cáceres.

A la llegada a la villa cacerense, se pesa la expedición al igual que se hizo con la primera entrega en presencia del mayordomo Mena, y el escribano Antonio Gutiérrez, resultado, todas las cajas pesaban 160 arrobas, equivalentes a cuatro cajas de 40 arrobas, que ajustadas como estaban a 5500 maravedis más los 648 maravedis que hubo de pagar por el portazgo en el camino, ascendía a un total de 22648 maravedis.

¡Ya está el retablo el Cáceres! ¡Aleluya carajo! Por fin, ¡Alabado sea el señor! tras tan larga espera a cada santo le llega su día, ya está aquí el retablo, pero… ¿en qué condiciones llegó?

Unos afirmaron que, como consecuencia de las grandes lluvias que sobrevinieron durante el camino de la venida del retablo a Cáceres, causaron muchos daños y de mucha consideración a la obra, sobre todo en lo relativo a la pintura y el dorado, y con el objetivo de remediarlo, vinieron de Valladolid por encargo de la viuda del Maestro Berruguete, el pintor Francisco Rodríguez, que según parece era persona de confianza de la viuda y el ensamblador Robles, estos ya en Cáceres arreglaron los desperfectos.

Según nos cuenta don Antonio Floriano, en la mayor parte de los documentos de la época de esto no aparece nada, y es por lo que algunos cronistas estaban en la creencia de que el retablo salió de Valladolid sin pintar ni dorar.

Más lo que es seguro es que el retablo, no debió salir de Valladolid en muy buenas condiciones, y entre todos lo mataron y el solo se murió, pues los patronos en sus prisas por traer el retablo a Cáceres no comprobaron el perfecto estado de revista del mismo, y los herederos del Maestro Berruguete por la tardanza en dejar vencer todos los plazos en la ejecución del trabajo encargado, esto puede justificar las prisas de los patronos que quizás temían perderlo todo, decidieran traerse el retablo tal como estuviera a Cáceres, aun con el riesgo de que por el mal tiempo por el camino se les despintasen.

¿oiga, y del pleito qué?

Vamos allá, con el pleito ocurrió que, los patronos examinaron el retablo, encontraron numerosas faltas con arreglo a lo escriturado, se contrataron tasadores y todos estuvieron de acuerdo en una cosa, ¡aquello no valía los 3000 Ducados! Estaba a la vista el estado del retablo, todos dedujeron que la mayor parte de la obra no la habia ejecutada el maestro Alonso de Berruguete, lo que se tenía era el resultado de la talla por los oficiales de su taller tras la muerte del maestro, repintado por el tal Rodríguez, esto hizo sin duda crecer el desencanto de los patronos, desengaño que se reivindico con el dictamen de los tasadores, lo cual la consideraron “como una mediocridad”, como muchas de las que se hicieron durante el siglo XVI, estos tasadores se avinieron en que el trabajo no llegaba a costar 954000 maravedis.

Ocurrió que, ante esta tasación, los herederos del escultor, y antes el mismo Berruguete, habían recibido muchos más maravedis que a lo que ascendía el total, el procurador de la capilla solicitó que se ejecutara contra aquellos y según se deduce estos fueron hasta encarcelados,, pero continúan las apelaciones que hacen que el pleito dure 26 años y de sentencia en sentencia y apelación tras apelación llegó la sentencia definitiva en la que se dicta que, los herederos  del Maestro Alonso de Berruguete tenían que restituir a los patronos de la capilla 196043 maravedis, cantidad esta que ya habían recibido demás de lo tasado.

Y según parece en el retablo de la iglesia de Santiago el Mayor, la historia de San Francisco es lo único que salió de la mano del Maestro Alonso de Berruguete.

(Fuentes Floriano Cumbreño-Retablo)

(Fuente Simón Benito Boxoyo-Noticias de Cáceres 1794)

Agustin Díaz Fernández