EL CAPITÁN DIEGO DE CÁCERES OVANDO (X)

16.02.2021 11:42

   HECHOS DEL CAPITÁN DIEGO DE CÁCERES OVANDO (X)

          PALADIN DE LOS REYES CATOLICOS

                    (1475-1476)

Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra

Tambien con fecha 12 de mayo, los Reyes de Castilla, emitieron otra Real Cédula a favor de don Alonso de Monroy, comunicándole que la posesión de Benquerencia estaba resuelta entre los Reyes y el Capitán don Diego, por un acuerdo en el que este entregaría al Maestre Monroy, la fortaleza citada, pero reteniéndola en su poder todo el tiempo que los monarcas estimaran oportunos, toda vez que ellos deberían indemnizarle antes de la entrega, como consecuencia, se ordenó a don Alonso de Monroy, respetara la posesión y el percibo de una renta de un cuento ciento treinta y seis mil trescientos maravedis sobre varias dehesas.

Esta Real Cédula, es modelo de tacto y diplomacia, el fuero de don Alonso, quedaba a salvo con el acuerdo de entrega de Benquerencia a la autoridad maestral , pero ni se privó a don Diego de la alcaidía, ni los Reyes la dejaron de tenerla en tan seguras y leales manos, no era nada cómoda ni embarazosa la situación, ante la necesidad de tener a su lado al Maestre de Alcántara, que además era un magnifico y temido guerrero, no dudaron en atraerse a su lado a don Alonso Monroy, aunque sabiendo que el nombramiento hecho por él Papa a favor de don Juan de Zúñiga, no podían darle de lado, el ir en contra de este nombramiento, entrañaba peligros grandes de índole religiosa, trataron no ovante de salvar los momentos mas delicados, sin perder lo que tenían seguro y ganando ayudas, este es el momento de que el Capitán don Diego de Cáceres, no entregara la fortaleza de Benquerencia. Era tan importante la labor de don Diego en el terreno de la propaganda a favor de los Reyes de Castilla, fue de gran importancia, por toda Extremadura fue ganando adeptos a los Reyes Catolicos, la región estaba dividida, la labor de don Diego fue fértil, tanto que el cronista dice de ella:

“Las gentes de acostamiento que el leal caballero Diego de Ovando, habia levantado para la batalla de Toro, al regresar a sus tierras, llenas de aquel amor que doña Isabel le inspiraba, lo habían encendido en todos los corazones plebeyos, con quien era ya preciso hacer, buena cuenta en los negocios públicos”.

Siguiendo las regias orientaciones políticas, el Capitán don Diego de Cáceres, dedicaba a su gente a captar la voluntad del pueblo, siendo con ella el primer en establecer esta innovación en terreno de la Extremadura.

Imponiendo su valor y autoridad en la villa cacerense, gobernando su alcaidía de Benquerencia, formentando entre el pueblo llano, el amor y fe en los Reyes, don Diego estuvo el resto del año y parte del siguiente, mientras don Alonso de Monroy conquistaba en Portugal, la villa y castillo de Alegrete, guerreaba por el recate de su Maestrazgo y volvía a Trujillo, por dos veces, a la obediencia Real, de acuerdo con el ilustre trujillano Luis Chaves, al respecto el cronista nos cuenta:

“Y vino por dos veces el clavero a Trujillo, en favor de don Luis Chaves, y le entregó las llaves de ella y desbarataron y mataron a Ternero, Capitán de la duquesa de Arévalo o Béjar, y desbarataron los Vargas, teniendo la ciudad por el Rey, por lo cual se debe mucho a los señores Chaves de Trujillo”.

Don diego, tenia intimo contacto con el Rey don Fernando, al que daba cuenta de todo y pedía consejos por cartas y mensajeros, a una de estas contestaba don Fernando, desde Toledo, en 8 de febrero de 1477, en cariñosa carta particular, de las que son estas frases “Vuestra carta recibí con Saavedra, vuestro sobrino e oídas las cosas que de vuestra parte me dijo, tengo en vos en singular servicio e agradezco a vos mucha la grande afición, que tenéis a mi servicio lo cual bien habéis demostrado, por obras de que vos sois en encargo y placiendo a nuestro señor en merced en que vos entiendo facer, vos lo reconoceré”.

El monarca sobre las noticias enviadas por don Diego, que debieron ser de importancia para su negocio, el Rey, le encargaba que atendiera los recados verbales que el citado Saavedra le traía, en la espera de la venida de su secretario, Juan Pérez, al que prometía pronto enviar, sin hacer hasta la llegada movimiento alguno. La contestación reflejaba que vigilaba y estaba debidamente informado de las cosas extremeñas, eran muchos los asuntos que inquietaban por la región, tantos que, para despejar las incógnitas, decidieron los Reyes, su venida a Extremadura, de momento doña Isabel, la que, en el mes de abril, salió de Toledo y vino a Guadalupe, desde allí fue a Trujillo, ocupándose en esta Villa de la entrega de la fortaleza, aun en poder de Villena.

“En este año de 1447, estuvieron los Reyes, parte de él, en Toledo, e por abril partió el Rey para el cerco de Cantalapiedra, y la reina hacia Trujillo, e habia fortaleza que tenia Pedro de Baeza por el Marques de Villena, fue de Cáceres a Sevilla”.

Solicitó ayuda la reina. Doña Isabel, acudió al unto el Capitán don Diego de Cáceres, con su gente de Benquerencia, el acontecimiento del castillo de la villa de Trujillo, era de grande importancia, pero no el único, muchos otros problemas habia que resolver, siendo de más importancia la conquista y demolición de fortalezas, el cronista relata, sobre esto:

“Constituían el mayor azote de las poblaciones del término de Trujillo, las repetidas depredaciones de los sicarios y salteadores, llevadas hasta os últimos confines, en el furor de la guerra, los dos bandos enemigos habían construido defensas en posiciones estratégicas e inexpugnables, además de las que estaban en seguro desde remotos tiempos, las fortalezas de Magacela y Benquerencia, era alcaide de esta última don Diego de Cáceres Ovando, valeroso soldado, y no interrumpió sus ejercicios militares, cuando vio a la Reina ocupada en aquietar las turbulencias de Trujillo!.

Con bien asegurada Benquerencia en manos de don Diego, doña Isabel, vino hasta Trujillo don Diego de Cáceres, para seguir las actividades bélicas a las órdenes de su Alteza, a pesar de su parentesco con los caballeros de la ciudad, favorecedores del alcaide de la fortaleza y enemigos de Luis Chaves, pero como partidario del prestigio de la corona anteponía a todas las circunstancias los deberes como leal vasallo, lamentándose de la actuación de sus parientes, entregados a procedimientos tan censurables.

A pesar de lo desagradable de la situación, que le creaba la falta de lealtad de algunos parientes trujillanos, don Diego, puso el mayor entusiasmo en servir a la Reina, doña Isabel. Uno de estos parientes, era Juan de Vargas, que tenía en su poder la fortaleza de Madrigalejo, desde el cual, y frente a una banda de salteadores y desalmados, creaba auténticas barbaridades. La reina decidió, ocupar y demoler este y los demás castillos enemigos, don Diego de Cáceres, fue a sitiar Madrigalejo, e hizo pacto de rendición, pacto que luego quisieron romper los cercados, esto dio lugar a que la reina ordenara proceder con toda dureza, don Diego, partidario de la conquista, pero no de la demolición del fuerte, estas demandas por parte de Capitán, cayeron en saco roto, el cronista cuenta:

“Don Diego de Cáceres, tampoco se conformaba con la demolición de la fortaleza, solo aceptaba la devolución, pero como la reina Isabel, se negase en absoluto, despechado por la negativa, se volvió con sus gentes de a caballo a la fortaleza de Benquerencia”.

Arrasado fue el castillo de Madrigalejo, cuando don Diego, ya habia partido, las peticiones de clemencia entraban dentro de la lógica, su postura era delicada y difícil entre amigos y parientes, aunque la actitud de la reina fue la justa y la más prudente, la marcha de don Diego con su gente de armas, no supuso grande quebranto a la Reina, la lealtad estaba probada, hasta es posible que se la facilitase la misma Reina, para evitarle una embarazosa situación, poco más tarde volvían a reunirse con doña Isabel en Cáceres, donde vino la Reina, después de la entrega de la fortaleza de Trujillo, que se consiguió el 24 de junio, el 30 de aquel mes juraba respetar los fueros cacereños, días después, el 9 de julio, comunicó a los nobles, las justas y pacificadoras ordenanzas que habia redactado para el buen gobierno de la villa cacerense, las que juraron todos los presentes, entre los que figuraba el Capitán don Diego de Cáceres Ovando.  

(fuente-Muñoz Sampedro-Tres Paladines)

(fuente-Alonso Maldonado-Hechos de Alonso e Monroy)

(fuentes-Publio Hurtado-Castillos)

Agustin Díaz