EL CAPITÁN DIEGO DE CÁCERES OVANDO (XII)
HECHOS DEL CAPITÁN DIEGO DE CÁCERES DE OVANDO XII
PALADIN DE LOS REYES CATOLICOS
(1475-1487)
Crónica desde la calle cuba de mi Llopois Ivorra
El Maestre don Alonso Cárdenas, se recogió en Lobón, don Diego de Cáceres, fue hacia Trujillo, para informar a los Reyes de aquella victoria, que, ponía fin a la segunda y última intentona de invasión portuguesa, fueron momentos alegres, aquellos en los que, eliminado definitivamente el peligro exterior, se centraba ahora en terminar con los peligros internos. Se vino para Cáceres, don Diego, acompañando a los Reyes, como persona de absoluta confianza, figurando como testigo del juramento de respetar los fueros de la villa prestado por don Fernando el día 27 de febrero de 1479.
Varios meses, fue la duración de este viaje a Extremadura de los monarcas, mientras se iban apagando los últimos rescoldos de la rebeldía , Cáceres y Trujillo, fueron las villas donde más se asentaron, el Rey don Fernando, marchó a posesionarse de su reino de Aragón en 5 de junio, doña Isabel quedaba en tierras cacerenses, para desarrollar durante el verano el plan de liquidación, cercos a castillos, envíos de vituallas, actividades diplomáticas se mezclaron en esta infatigable tarea, llevada con el mayor acierto.
Durante este periodo el Capitán don Diego de Cáceres, estuvo en intimo contacto con los Reyes, como persona de absoluta confianza, actuando más en cortesano que en guerrero, aunque tambien colaboro en los asedios a Mérida, Medellín, y Montánchez, operaciones dirigidas en la lejanía por la Reina doña Isabel, y cerca del Maestre de la Orden de Santiago don Alonso de Cárdenas. En octubre, doña Isabel, se reunió en Alcántara con su tía doña Beatriz de Portugal, ultimando las paces entre los dos reinos, don diego, que seguía teniendo alguna relación con los lugares fronterizos contra los que actuó en algunas incursiones, intervino en la entrega de ellos a los portugueses. El cronista relata:
“Cuando se hizo la paz con Portugal, se hubieron de restituir las villas referidas, los señores Reyes Catolicos ofrecieron a don Diego d Cáceres Ovando, en recompensa, la cantidad de vassallos en Castilla, contenida en el Privilegio que concedieron doscientos mil maravedis de renta en alcabalas de Cáceres”.
Se iba poco a poco, poniendo punto final a la intranquilidad en Extremadura, y al pleito de sucesión en la corona de Castilla, se concedía perdón a los rebeldes en el tratado de paz, entre ellos a la Condesa de Medellín y a don Alonso de Monroy, en noviembre, se juntaban don Fernando y doña Isabel en Toledo, ocupándose de reunir Cortes, en el siguiente año, la infeliz doña Juana, “la Beltraneja”, reina sin reino y casada sin esposo, ingreso en el convento de Santa Clara, en Coímbra.
Se daba por concluido un periodo en la Historia General, la herencia de Enrique IV, habia sido liquidada para dar paso a unos reinos unidos, para el Capitán don Diego de Cáceres Ovando, uno de los cooperadores de los Reyes, se acercaba al fin de su vida histórica, realmente su misión quedo cumplida, el trono entró vacilante en la tierra extremeña, saliendo en plenitud de robustez y fortaleza, Extremadura, se pronunció por los Reyes Catolicos.
(1480-1487)
Extremadura, Tiempo de Conquistadores
Desaparecidos los bandos dinásticos, comarcales, alcantarinos y locales, el Capitán don Diego de Cáceres, primer extremeño que abdico de las banderías para convertirse en paladín nacional, llegaba a la época de sosiego, la Orden de Alcántara, a la que tantos años estuvo unido, iba a entrar en una fase de normalidad, el pleito del maestrazgo, quedo resuelto a favor de don Juan de Zúñiga, el 5 de julio de 1480, en Toledo, dieron los Reyes Cédula de confirmación, don Alonso de Monroy, el grandioso titán y valeroso guerrero, cumbre de la historia cacerense y extremeña, tuvo que conformarse con la fortaleza de Azagala, en la que iba a vivir muchos años, triste después de todas su lealtades y traiciones, hasta que olvidado y amargado bajó a la sepultura en 1511, como monumento eterno, símbolo del recuerdo inmortal de don Alonso de Monroy, perdura la mole de granito del castillo de Azagala, sobre el pico de la sierra.
Don Diego de Cáceres, tenía que despedirse su amada fortaleza de Benquerencia, se dispuso a entregarla a don Juan de Zúñiga, representado por su padre el Duque de Arévalo:
“Benquerencia de la Serena, provincia de Badajoz, partido judicial de Castuera, situada en la vertiente sur de la sierra, extendiéndose sobre un puerto, de la que fue importante fortaleza nada queda, conservándose resquicio de haber sido alcazaba árabe”.
Con el duque de Arévalo, trató don Diego, las capitulaciones de entrega, que se hicieron:
“ refiriendo, los grandes servicios que por él habia recibido la Orden, defendiendo las villas y fortalezas, de los maestres intrusos en ellas, que últimamente con haberle entregado al presente la dicha villa fortaleza de Benquerencia, se esperaba la quietud de todas las diferencias, por lo cual le remitía y perdonaba la cantidad de maravedís, que durante la posesión de la fortaleza hubiese gozado, pertenecientes a dicha Encomienda, así mismo de todo lo que hubiese cobrado de los frutos y rentas del dicho Maestrazgo”
En aquel mismo año, los Reyes dieron al Capitán don Diego, una muestra más de su aprecio, recompensando sus servicios con doscientos cincuenta mil maravedis de juro de alcabalas de Salamanca, trasladada después a las de Cáceres, sobre las que despacho Real Cédula, más tarde, en Medina del Campo en 19 de marzo de 1482.
En la villa cacerense, su villa natal, paso don Diego de Cáceres Ovando, parte de su tiempo, a partir de 1480, la madre dola Leonor Alfonso de Ovando, era enterrada en la iglesia de San Mateo, el cuñado Álvaro Gutiérrez Manivardo, actuaba como persona de su confianza en compras de fincas, el Capitán atendía la administración de sus bienes y daba fin al arreglo de su casa. Lo primeramente edificados sobre el solar de los abuelos y lo que fuera Alcázar, fue ampliada con la compra de nuevos solares a su sobrino Álvaro de Ulloa, por el precio de diez oblas de oro, que uno de los hijos de don Diego, Hernando de Ovando, pagó al vendedor el 15 de enero de 1481, con este mayor espacio la solariega casa, pudo completar la estructura que hoy se puede admirar, amplia, solida, con la espadaña de la Torre de las Cigüeñas, en el esquinazo frente a la iglesia de San Mateo:
“J.R. Mélida dice que, la torre de las Cigüeñas, podría ser del siglo XIV, siendo la casa del siglo XV, los datos dicen que fue diego de Cáceres, el que construyó la torre y la casa, y como lo hizo sobre otras construcciones de sus abuelos, pudo aprovechar algunas construcciones anteriores”
El hermano del Capitan don Diego, Francisco de Ovando, tambien tuvo casa solariega, el hoy llamado palacio de la Generala, ambos hermanos redondearon, casi, las Arguijuelas, rescatando don Diego el Castillo y tierra, que otrora se llevara el ya difunto tío Nicolas Ruiz, Francisco alzo otro castillo, el denominado de Abajo.
Como recompensa a tantos años de servicios, concesiones y rentas, habían formado un importante capital, los hijos de la enérgica doña Leonor Alfonso, supieron elevarse, histórica y económicamente, superando en mucho la categoría que les dejara por parte de padre, la escasa herencia de Hernán Blazquez Mogollón, se habia convertido en grandes fortunas y poderosas casas, eran los Ovando en la villa cacerense, una potencia de primer orden, que durante tres siglos, del XVI al XVIII, iban a monopolizar el poderío y las riquezas, siguiendo el impulso dado por el capitán don Diego de Cáceres Ovando.
Época de tranquilidad y prosperidad, pasó don Diego dentro de la vida familiar, atento al porvenir de sus hijos, todos fueron haciendo bodas adecuadas a su alcurnia y posición económica, acepto el pequeño, Nicolas, que fuera Comendador de Lares, en la Orden de Alcántara, que seguía célibe, al que la historia Universal le tenia deparado un importante destino.
El mayor de los hijos, llamado Diego de Cáceres Ovando, igual que su padre, el que seria heredero de la casa de las Cigüeñas, caso en Mérida con doña Francisca de Mendoza y Vera, hija de don Juan de Vera, comendador de Montijo y de doña Juana de Sandoval y Mendoza, siete nietos le dieron al Capitan don Diego.
El segundo de los hijos, Hernando de Ovando fue caballero de la Orden de Santiago, caso con doña Menucia de Ulloa, hija de don Gonzalo de Ulloa y de doña Juana González de Valverde, hasta ocho hijos dio este matrimonio, Hernando se construyo su solar, en la Plaza de Santa Maria, por muerte sin sucesión del primogenitor Nicolas, esta casa la heredaría Diego, esposo de doña Beatriz Coello, hija de Sancho de Paredes Golfín Camarero de la Reina Católica.
El tercero de los varones hijos de don Diego, Rodrigo, se caso con doña Maria de Carvajal, siendo su único hijo Gutiérre de Ovando, con el tiempo la primogenitura de Rodrigo, se fundió con la de su hermano Hernando.
Doña Maria de Ovando, casó con Diego González Mexia, señor de Loriana, tuvieron tres hijos, solo la hija menor Isabel Mexia Ovando, solo sobrevivió a la madre, casando esta con Francisco Dávila, hijo de Juana Velázquez de la Torre, el ama del príncipe don Juan, malogrado heredero de los Reyes Catolicos.
El Capitán don Diego de Cáceres, iba convirtiéndose en patriarca, rodeado de cinco hijos y diecinueve nietos, la esposa doña Isabel de Flores, no disfruto mucho de aquella vida tranquila, en 1482 cuando empezaba a gozar de un hogar familiar permanente, murió con la presencia del marido junto a ella, fue enterrada en la capilla del convento de San Francisco, al lado de la epístola, habia hecho construir su esposo don Diego, para enterramientos de ellos y sus descendientes.
Aunque varios son los cronistas que apuntan a un segundo casamiento de don Diego de Cáceres, y que sería con doña Catalina de Godoy, y que de este matrimonio nacerían dos hijos, Fernando de Ovando, que fuera comendador de Belvis y Navarra, en la Orden de Alcántara, y Antonio de Ovando, de quien vienen los caballeros de la Nava. Pero este matrimonio ofrece muchas dudas, y que, a cuenta de pleitos por herencias, se tiene noticias, pero en 1535, muchos años después de la muerte del Capitan, que estos hijos en realidad serian nietos, e hijos del primogénito de don Diego, y de mismo nombre, estos tambien serian ilustres personajes. Pero lo que parece es que don Diego de Cáceres, siguió viudo, rodeados de sus hijos y nietos, atendiendo a sus propiedades, y atento a la pacificación total de la pasada contienda de las banderías.
La empresa de los Reyes, una vez asegurado el trono, y libre de enemigos internos, tenía puesta su mira en el último reducto de la dominación mora, en el reino de Granda, las tierras andaluzas iban a ser por unos años, escenario de guerra, mientras las banderías agonizaban en los reinos cristianos, en el reino de Granada florecían con pujanza, Zegries frente Abencerrajes, Boabdil, contra Muley-Abul-Hacen y el Zagal, hollaban lentamente el agujero de sus tumbas. Las hostilidades entre cristianos y moros, transcurrían con alternativas:
“en 1481, ocupo el cristiano, Zahara, en 1482 se encerraba el moro en la Alhama, fracaso castellano ante Loja, y en la Rota de la Axarquía, lo compensaron en 1483, las victorias de Lopera y la recuperación de Zahara”.
“Mientras en Capitan don Diego de Cáceres, según cuenta el cronista antiguo, era ya hombre cansado, si que en todo animoso para hacer lo que pudiera en las guerras de Granada”.
La intensa vida del Capitán don Diego de Cáceres, habría quebranto sus bríos, con sesenta años de edad cumplidos, en 1485, poca cosa fue la que hizo en las guerras que iban a poner fin a la denominación mulsumana en tierras hispanas, en 1492, la misión quedo concluida, don diego fue, el típico engranaje de una generación puente, llamadas a salvar las distancias entre rebeliones feudales y la unidad del imperio, su destino, lo terminó al quedar Extremadura sometida a los Reyes Catolicos, para el resto de la historia quedaban los hijos, en Granada , el primogénito, Diego, del que los cronistas cuentas, que.
“fue gentil hombre de la casa del Rey don Fernando y trinchante de la Reina doña Isabel, en las conquistas de las ciudades de Baça y Granada… No iba caballero hijodalgo extremeño que no militase en aquella guerra bajo su mano y orden, por donde la reina Cathólica publicaba que el coronel diego de Cáceres era el Galán de Extremadura”.
Mientras los hijos lucían, el Capitán prácticamente habia concluido el recibimiento de Cédula Reales, retirado casi de todo, pero siempre presente, la presencia en los campos de Granada seria testimonial, así estaba junto al Rey don Fernando, en la toma de Alora, en 23 de mayo de 1485, y cuando se hizo dueño de Ronda, 29 de mayo de 1486, acudió el Capitán a esta empresa, sin duda llamado que con fecha de 31 de junio de 1485, hicieron sus majestades los Reyes a la Villa de Cáceres, solicitando en envío de setenta de a caballos, doscientos ballesteros y cuatrocientos lanceros, los cuales deberían estar en Córdoba el 30 de agosto, para abastecer la ciudad de Alhama y proseguir la guerra contra los granadinos.
Pero en esta campaña, la figura de don Diego pasa de puntilla, en silencio, solo un antiguo cronista, recoge unas notas sobre estas intervenciones:
“En la campaña contra los moros, el llamado Diego de Cáceres, ayudo como leal caballero Asus Altezas y fue con el Rey en la conquista de Alora y en la de ronda y en otros lugares acompaño y sirvió como caballero”.
Ya con la salud deteriorada, marcho hacia Salamanca a comienzos de 1487, más que en nada pensaba en su fin y en la sucesión de su casa, deseando de fundar Mayorazgo, pidió la oportuna autorización a los Reyes Catolicos, concedieron estos en Real Cédula de 20 de enero. En días anterior y posterior de esta fecha, el 8 y el 26 del mismo mes, despacharan otras, confirmando la merced de, los maravedis y establecieron las distintas ramas de alcabalas en las que quedaban situados, como garantía de pago de una deuda de un cuento cuatrocientos mil maravedis, los Reyes le entregaron la Villa y fortaleza de Monleón.
Puestos en orden todos los asuntos, don Diego, fue a cumplir su último servicio y a gozar su ultimo retiro en los campos de Salamanca, en el viejo y fuerte castillo que coronaba la pequeña y bien mirada villa de Monleón, y allí, año de 1487, ultimo de su existencia otorgo escritura de testamento y fundación de Mayorazgo, el 2 de febrero.
La salud de don Diego, no debía de ser nada buena, pese a la declaración que hizo en tal sentido en la firma del testamento, solo pocos meses más pudo vivir, a fines de verano entre el 27 de agosto y el 13 de septiembre de aquel mismo año, a los sesenta y dos años de edad, el noble caballero murió en Monleón, el cuerpo fue traído al convento de San francisco en Cáceres, donde quedo sepultado y donde sigue enterrado por los siglos de los siglos.
ESTE ENTIERRO Y ESTA
CAPILLA SON DE LA CASA
DEL CAPITÁN DIEGO DE
OVANDO DE CÁCERES
Murió cuando ya nacían los grandes conquistadores en Extremadura, cuando sobre las dehesas pardas iban empezando a caminar Cortes. Pizarro, Balboa, Soto, Valdivia, Orellana, Alvarado… cuando ya no eran precisos guerreros colosos como él, o como don Alonso de Monroy. A la memoria de una leal misión cumplida, queda el solar con la Torre de las Cigüeñas, en la Plaza de San Mateo, para honrar la memoria del Capitán don Diego Cáceres de Ovando.
(fuentes-Muñoz Sampedro-Tres Paladines)
(fuentes-Alonso Maldonado-Hechos de Alonso de Monroy)
(fuentes-Publio Hurtado-Castillos)
Agustin Díaz