EL CAPTIÁN DIEGO DE CÁCERES OVANDO (IX)
HECHOS DEL CAPITÁN DIEGO DE CÁCERES OVANDO
PALADIN DE LOS REYES CATOLICOS
(1475-1476
Crónica desde la calle Cuba de mi Llops Ivorra
Con doscientos de a caballo, don Diego cumplió con la importante misión, que el cronista la relata:
“E porque muchos así de caballo como de pie, iban desordenadamente en pos de los portugueses, el Rey a un su Capitán que llamaban don Diego Ovando de Cáceres, que, con doscientos hombres a caballo, fuese a tener a la gente, que no fuese desordenada, fasta que todos los de su hueste fuesen salidos de la ciudad, e puestos en orden de batalla”.
El ejercito castellano, ya en perfecto orden de marcha, avanzó tras el enemigo, al llevar este tres o cuatro horas de camino cuando la hueste de don Fernando pudo iniciar el seguimiento, para compensar la ventaja y entorpecerá en ,lo que se pudiere, la marcha del ejercito portugués, un destacamento con trescientos de a caballo ligeros, habia partido rápidamente, empezando las escaramuzas con la retaguardia enemiga, logrando deshacer a más de setenta jinetes, y apoderarse de mucho fardaje, aunque de manera lenta se iba acortando la distancia.
En el orden de la marcha don Fernando, iba el en centro de la formación, a su derecha marcaban seis escuadrones, mandados por Álvaro de Mendoza, Pedro de Guzmán, el Obispo Ávila, Vasco Vivero, Bernal Frances, y Pedro de Velasco. A su izquierda, tendidos hasta la margen del Duero, los otros, capitaneados por Pedro González de Mendoza, Cardenal de España, los tíos del Rey, Almirante de Castilla y Conde de Alba Liste, el Duque de Alba y don Jarcia Osorio, don Diego de Cáceres, iba junto al Cardenal Mendoza.
Tras el cruce de un paso estrecho, los portugueses desembocaron en terreno llano y amplio, como a unas cinco millas de Toro, entre esta ciudad y el pueblo de San Miguel de Cros, el monarca portugués, Alfonso V, dándose cuenta de que le era imposible o casi, entrar en su base estratégica sin que cargaran los castellanos contra sus huestes, decidió dar la batalla en aquel lugar, posicionando sus escuadrones en orden de combate.
En situación de mucha ventaja, partía el de Portugal, habia elegido campo y con tiempo de sobra de poner en orden a su gente, contando tambien en que sus tropas estaban más descansadas, y recibieron refuerzos de su guarnición de Toro. Los Castellanos, venían rendidos por el rápido avance, sin ni siquiera haber comido, además el día estaba terminándose, el sol se empezaba a ocultar.
La tropa castellana, deseaba el combate, pero don Fernando, estimó prudente tomar consejo de sus capitanes, el Cardenal Mendoza, cruzo el angosto paso para reconocer el campo de batalla y las posiciones en enemigas, de vuelta al campo castellano, las noticias que trajo eran que los portugueses esperaban en perfecto orden de batalla.
Otra vez volvieron las dudas, y otra vez fue la figura de don Diego de Cáceres la que destacó, dando su opinión, sabiendo de que era antiguo el crédito con el que contaban don Diego, con el Rey don Fernando, el cronista nos relata el razonamiento hecho al Rey por el de Capitán cacerense:
“El Capitán don Diego de Cáceres Ovando, que veía indiferente el ánimo del Rey, con más disciplinas que elogios, dijo que tan mal seguro acierto era arrojarse con temeridad al peligro, como perder la ocasión por cobardía, y que aquel campo era un teatro donde la fortuna representaba uno de los grandes juegos de su mudanza, entre dos Reyes cuyo poder tenia tan tentas las coronas de Europa, que cuando las armas terminaran los sucesos, ni el vencedor se podría jactar de glorioso, ni el vencido lastimarse desdichado, pero que coger las banderas al rumor de un ejercito que estaba tan sujeto a rendir las suyas, como triunfar de las ajenas, era facilitar la empresa a quien ni se las podía prometer por más soldado, ni la podía afirmar por más prevenido, y que le habia aprendido de la experiencia de tantos largos trabajos en la guerra que no hay mayor vencimiento que emprender animoso, y retirarse cobarde, que, como el Rey don Juan su padre, pudiera haber hecho tantas resistencia a las armas Francesas, soberbias siempre, si el primer acontecimiento de fortuna se diera a la del enemigo. Que las mayores victorias se habían perdido por confiar en el principio los que puede asegurarse en el fin, que Cesar dijo a Pompeyo, que no habia sabido vencer, porque pudiéndole matarle se conformo con rendirle, y que así, no solo convenia dar la batalla, pero acabar la guerra necesitando tanto al de Portugal, que volviese forzado a su reino el que le dejo ambicioso”
Estas y otras opiniones decidieron al Rey don Fernando, las tropas cruzaron el estrecho paso, tendiéndose en el llano frente al enemigo, la batalla estaba a punto de comenzar.
Don Alfonso V, ocupaba el centro de la formación Portuguesa, junto al estandarte real, junto a él, sus hombres de armas, y los caballeros traidores castellanos que le seguían, al mando del ala izquierda, el Principe don Juan, y el Obispo de Évora, con gente muy escogida de los de a caballo, el ala oeste, el conde de Pharo, era su capitán, además de otras escuadras a las órdenes del incansable y inconstante Arzobispo de Toledo y de los Condes de Mensat y Villarreal.
Suenan trompetas y clarines de guerra, gritos en los respectivos campos, Fernando, Fernando, y de Alonso, Alonso, acompañados con las ordenes de ataque, El Principe de Portugal arremetió con brío y e intrepidez, ante el empuje de su caballería, los griterío, el humo y el estruendo de las espindargas, retrocedieron dispersos trecientos jinetes de los castellanos, pronto fue superado este contratiempo, se empezó a luchar en todos los sectores con arrojo y valentía, durante tres horas, la batalla no daba ganador, por momentos cogían ventaja los portugueses, al punto la ventaja parecía para los de Castilla, todo estaba indeciso, la noche se echaba encima.
Don Diego de Cáceres. Combatía junto a Mendoza. Que enardecido por la batalla gritaba a voz en cuello:
“Traidores, aquí está el Cardenal”
En los lugares de más peligro y sangrientos, se encontraba el Capitán don diego durante la batalla, junto al Cardenal de España, don Pedro González de Mendoza.
El Rey, don Fernando, avanzaba contra el estandarte del Rey don Alfonso V de Portugal, trabándose una reñida lucha por conseguir el regio trofeo, trofeo que, al fin fue ganado, el Cardenal de España y el Capitán don Diego de Cáceres, intervinieron en esta lucha, el Cardenal de España, una vez fue ganado, aun quería seguir en la persecución del Alférez portugués, que sostuvo la enseña, pero viendo la necesidad y prioridad de acudir a otros sectores, donde se combatía con saña, y considerando lo otro secundario, el Capitán hablo a Mendoza, según nos cuenta el cronista:
“aquel caballero, el Diego de Ovando de Cáceres, que habemos dicho, le dijo, Seguid señor la victoria que Dios ha querido dar hoy al Rey, e no os ocupéis en esto que está ya vencido”
El enemigo derrotado en el campo de batalla, el triunfo completo, el monarca portugués, con el temor de caer prisionero, de dio a la huida, amparado en las sombras de la noche, el resto de la tropa vencidas se recogieron desordenadamente en Toro, el único que consiguió mantener su hueste sin ser desbaratada fue el Principe de Portugal.
Aquella noche el Capitán don Diego de Cáceres, regresó a Zamora, con el ejercito vencedor, tras dejar escrito su nombre en las páginas de la gran historia.
batalla de Toro
(1476-1479)
EXTREMADURA-REYES CATOLICOS.
Con la batalla de Toro, se puso fin de momento a la contienda internacional, volvieron los portugueses a su país, los Reyes de Castilla, volvieron a ocuparse de pacificar su reino, así como del sometimiento de señores y lugares, en estas tareas también se empeño don diego, aunque fueran lejos de tierras cacerenses y extremeñas, en las acciones en tierras Toledanas, sin que que su participación tuviera destaque, más el del cumplimiento del deber y lealtad a los monarcas, si lo cuenta el cronista :
“Diego de Cáceres, valeroso soldado y muy obediente a las ordenes del Rey don Fernando, como antes lo fuera a su padre en la guerra de Navarra, desde el principio en la de Portugal hasta las campañas en tierras de Toledo, siempre se portó como cumplido guerrero”
Aparte de estas acciones, su puesto importante lo tuvo en Extremadura, adonde vino pronto, el 5 de mayo, en Benquerencia, armó caballero a Hernando Alonso Grande, a quien el Rey, habia concedido tal honor en premio a sus servicios, por Real Cédula dada en Zamora en 20 de marzo, la ceremonia se celebró con todas las solemnidades, ante le escribano Pedro Martin, y como testigos, Diego Mexia, Álvaro Folguer y el Comendador don Fray Nicolas de Ovando, hijo de don Diego, el protonotario y secretario del monarca, Felipe Clemente, dio fe de como al ser requerido el Capitan, tomó la regia carta en sus manos, la puso sobre su cabeza, en señal de acatamiento, y luego con su espada, hincando de rodillas Hernando Alonso Grande, le dio con ella tres golpes y le dijo, ¡quedas armado caballero!.:
“por el poderío a mi dado por esta carta del Rey, yo, en su nombre, vos armo caballero, e Dios que es sobre todos poderoso, vos faga buen caballero, y el apóstol Santiago e vos de victoria contra moros, enemigos de nuestra Santa fe Catholica y contra aquellos que fuesen contrarios a la fee de Cristo y en deservicio de dicho Señor y Rey y del Reino, en favor e ayuda de las viudas e huérfanos, y en la orden de caballería a todo su leal poder”
Don Alonso de Monroy, liberado ya del duro y largo cautiverio, en la prisión de Magacela, siendo confirmado por don Fernando y doña Isabel, Reyes de Castilla, como Maestre de la Orden de Alcántara, por Real Cédula de 6 de enero, con su resolución de siempre, actuaba en defensa de los soberanos, postura esta que coincidía con la de don Diego de Cáceres. Las pasadas inquinas no fueron obstáculo para llegar a una inteligencia, la fidelidad del Capitán no podía trastocarse por ningún motivo, aparte de que las faenas a realizar eran múltiples, por lo que no iban a faltar trabajo para todos, lo primordial era seguir con las incursiones al país vecino de Portugal, toda vez que don Alfonso V, seguía manteniendo desde su reino, los derechos de esposo de doña Juana “la Beltraneja”, para don Alonso de Monroy, quedaron estas aventuras y en rescatar las plazas que aun quedaban en poder de los nobles que se habían alzado en rebeldía. Don Diego de Cáceres, siguió con la tarea de propaganda y tratar de unir a los dos bandos locales cacerenses, florecientes al refugio de la invasión portuguesa, el Capitán don Diego, era en Cáceres, el fundamento de la seguridad de los Reyes:
“Doña Isabel, contaba dentro de la villa cacerense, con fervorosos partidarios, entre los que se encontraba el Capitán don Diego de Cáceres Ovando”
Siempre juntos y previsores don Fernando y doña Isabel, trabajaron para despejar cualquier embarazosa situación, entere Monroy y don diego, y de destacar entre los cacerenses el lugar prominente que, por sus grandes méritos y servicios, disfrutaba don Diego el favor de los monarcas, para ello despacharon Real Cédula en 12 d mayo, dirigida a la villa cacerense, en ella hablaban de ¡ por causa de algunas torres, que están en algunas casas principales, de dicha villa, se han hecho y han acaecidos grandes escándalos e movimientos e ruidos e feridas e muertes de omes”
Para remediar estos asuntos, habían mandado por Corregidor a Gonzalo Valderrábano, y ahora ordenaban el desmoche de todas las torres e las casas nobiliarias, con la única excepción de que pueda don Diego de Cáceres- dicen los monarcas- nuestro Capitán, labrar su casa que tiene en esa villa cacerense, en la forma y manera que él quisiere. Mientras la desconfianza era de todos y contra todos, del único que no las habia era del Capitán, cuya lealtad y heroísmo estaba fuera de toda duda, y eran premiados con esta excepcional distinción, que lo proclamaban antes todos y públicamente como el primer paladino cacereño de los Reyes de Castilla, los que serían conocidos al poco como Reyes Catolicos.
Todas las torres fueron desmochadas, don diego, en virtud del honrosísimo privilegio, pudo construir en su solar una hermosa torre coronada de almenas, en memoria de sus actos heroicos.
(fuentes-Muñoz Sampedro-Tres Paladines)
(fuentes-Alonso Maldonado-Hechos de Alonso de Monroy)
(fuentes-Publio Hurtado-Castillos)
(fuentes-Floriano Cumbreño-Historia de Cáceres)
Agustin Díaz