HISTORIAS DE LA VILLA DE CÁCERES-FRAY NICOLAS DE OVANDO
FREY D. NICOLAS DE OVANDO
Crónica desde la calle Cuba de mi llopis Ivorra
Fue el Freire Nicolás de Ovando y Cáceres, hijo del capitán Diego Fernández de Cáceres y Ovando y de su primera mujer Isabel Flores de las Varillas, Dama de la Reina Isabel I de Castilla, ilustre familia cacereña. Aunque nacido por accidente en Brozas, en 1.460, obtuvo desde bien joven, con el hábito de la orden militar de Alcántara. La encomienda de afincado en la capital extremeña desde mediados del siglo XIV, al de Cáceres.
Toda esta familia vivió activamente la guerra de sucesión de Castilla (1474-1479), sucedida a la muerte de Enrique IV, y desde muy pronto todos se alinearon en el partido de la reina castellana Isabel la Católica como partidarios incondicionales suyos. En suma, la primera formación de Nicolás de Ovando siguió una doble preocupación: la lealtad sin fisuras a los Reyes Católicos, y, por otra parte, el fortalecimiento de los valores religiosos, y de integridad y responsabilidad morales que guiaron su vida.
El año de 1487, sufrió la muerte de su padre, pero en lo personal supuso un hito importante en su vida: fue una de las diez personalidades, gentiles hombres, experimentados y virtuosos y de buena sangre, escogidas por su relevancia en las cuestiones militares, en los asuntos públicos, en las letras y en las artes, así como por su religiosidad, y designadas por los Reyes Católicos para acompañar al príncipe don Juan, primogénito de los Reyes y heredero de sus Reinos, en una especie de ensayo de Corte, con sede en la villa de Almazán, creada por los Reyes con mucha ilusión con el objetivo de reunir a los hijos de los nobles más importantes de Castilla para ser educados junto al príncipe. El recuerdo de la guerra civil pasada les animó a buscar la unión entre la Corona y la nobleza. La muerte de este joven príncipe, el 4 de octubre de 1497, deshizo aquel proyecto en que participó activamente frey Nicolás de Ovando.
Ingresó muy joven en la Orden de Caballería de Alcántara para dedicarse al servicio de la Iglesia y de la Monarquía y en 1478 era ya comendador de Lares, una de las más importantes encomiendas de esa Orden Militar, cargo que ocuparía hasta el año 1503, en que fue ascendido a comendador mayor de la Orden de Alcántara.
Frecuentando la corte, en donde su padre tenía mucha y legitima influencia, fue conocido y tratado por los monarcas, que lo nombraron individuo de la servidumbre del príncipe D. Juan y de tal modo se portó en el desempeño de su cargo, que los reyes lo distinguieron más y más cada día, llegando a formar elevado concepto de su sagacidad y prudencia.
Para remediar la desastrosa administración Francisco Bobadilla en la Isla la Española, capital entonces de todas posesiones ultramarinas de Occidente, pusieron los monarcas sus ojos en Ovando, al que confiaron el gobierno y la capitanía general de la Isla.
Nicolás de Ovando fue nombrado Gobernador de las Islas y Tierra Firme el 3 de septiembre de 1501, en sustitución del juez pesquisidor Francisco de Bobadilla, quien poco antes había depuesto de dicho cargo a Cristóbal Colón. Con la llegada de Ovando a La Española comenzó el período de auténtico asentamiento y colonización de los españoles en las Antillas. La flota que lo condujo al Nuevo Mundo zarpó de Sanlúcar de Barrameda el 13 de febrero de 1502. Esta poderosa escuadra al mando de Antonio de Torres estuvo compuesta por treinta y dos naves y llevaba a bordo 2.500 personas, entre ellas fray Bartolomé de las Casas. La flota llegó a Santo Domingo el 5 de abril.
Apenas asumió el cargo, Ovando hizo el juicio de residencia a Bobadilla y ordenó su embarque a España en la misma flota en la que él había arribado. Las diferencias entre Ovando y Cristóbal Colón se hicieron manifiestas cuando el primero hizo caso omiso de las advertencias del segundo sobre la posibilidad de que un huracán sorprendiera a dichas naves. La catástrofe se produjo, y entre los desaparecidos se contaron el jefe de la Armada, Antonio de Torres, y el ex-gobernador Bobadilla. Pese a este revés, en lo sucesivo, Ovando hizo pública su oposición abierta a los consejos del Almirante Colón y se intensificó la enemistad entre ambos.
A poco de tomar posesión de su gobierno, tuvo noticias de que en la provincia de Jaragua se tramaba por parte de los indígenas una conspiración contra los españoles. Encaminóse a ella y convoco a los caciques a una fiesta, ellos confiados en demasía o inocentes de la maldad que se les imputaba, acudieron a la invitación, y ya reunidos, Ovando hizo la señal convenida previamente con los suyos , y acometidos de improviso los inermes convidados , fueron unos pasados a cuchillo, y otros churruscados vivos en una inmensa hoguera.
Solo se libró por el pronto de la muerte la reina Anacaona , mujer de excepcionales prendas tantos físicas como intelectuales, pero de egreso a Santo Domingo, se la sometió a un proceso sumarísimo, más pro-formula que para desentrañar la delincuencia de la haitiana, y se la condenó a ser ahorcada.
¡Y el tutelar pénate lloró en el rincón más apartado del hogar el infamante suplicio de su egregia protegida!
Se sospecha que por razones de estado, tan contrarias a veces a rodo sentimiento humanitario, obligaron a D. Nicoles a inmolar aquella mujer, tipo de generosidad y aun de caridad para los mismos españoles, a pesar de deber a uno de ellos la deshonra de su preciosa hija Higuamota.
Más la musa popular , interprete libérrimo de la conciencia de los pueblos, se encargó de vindicarla de tal afrenta, y en el drama, n la leyenda, en el romance, ha cantado enternecida por muchas generaciones, no su delito si no su martirio , tras la provincia de Jaragua, sometió la de Higüey, cuyo cacique Cotabanamá fue también ahorcado.
El siguiente objetivo de Ovando fue acelerar el proceso de asentamientos urbanos con el que se esperaba garantizar una colonización acorde con las normas centralizadoras de la Corona. Para lograrlo se adoptó el modelo castellano de la Baja Edad Media de hacer calles anchas, rectilíneas y perpendiculares. Así se reconstruyó la ciudad de Santo Domingo, que tras ser destruida por un huracán fue trasladada a la orilla derecha del río Ozama. A continuación, en la región de Jaragua, al suroeste, se crearon las ciudades de Santa María de la Vera Paz, Salvatierra de la Sabana, Santa María de la Yaguana, San Juan de la Maguana y Arzúa de Compostela. Al mismo tiempo, en el norte de la isla se erigieron las villas de Puerto Real y Lares de Guahaba.
Frey Nicolas de Ovando
Patrocinó y de su gobierno partieron, a la conquista de islas y tierra firme, los célebres capitanes, Juan de Esquivel, Diego Mesia, Juan de Grijalva, Diego Velázquez, Vasco Núñez de Balboa, Diego de Nicuesa, Juan Ponce de León, de Ojeda, Francisco de Garay, y su deudo y protegido Hernán Cortes.
Pacificada si la isla, encauzó su administración con tal integridad, que para volver a España, al cabo de siete años de gobierno, tuvo necesidad de pedir quinientos pesos prestados.
Nicolás de Ovando regresó a España y fue premiado por los Reyes Católicos con la concesión del título de Comendador Mayor de la Orden de Alcántara. Murió el 29 de mayo de 1511 en el transcurso de una Junta Capitular de la referida orden. Fue enterrado en la Iglesia de San Benito de Alcántara. Ovando, de carácter prudente y equitativo, dejó un mapa de la isla Española y unas memorias que no se llegaron a publicar.
(Fuentes Publio Hurtado)
Agustín Díaz