HISTORIAS DE LA VILLA DE CÁCERES-GUTIERRE DE SOTOMAYOR (IX)

20.05.2020 11:28

                                   HISTORIAS DE LA VILLA DE CÁCERES

                                           GUTIÉRRE DE SOTOMAYOR

                                     MAESTRE DE ALCÁNTARA (IX)

DE OLMEDO A LAS BODAS REGIAS (1445-1447)

Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra

En El capitulo anterior, habíamos dejado al Maestre, recibiendo los parabienes y agasajos de la heroicidad demostrada ante el Rey de Navarra y los Infantes de Aragón, junto al condestable don Álvaro de Luna y el monarca don Juan II.

Con el rey y con don Álvaro de Luna, ocupando al paso los lugares, el Maestre fue d Simancas a Torrelobatón y Medina de Rioseco, en este punto, se encontraban la mujer del Almirante y su hija, doña Juana Enríquez, esposa del Rey de Navarra, viudo ya de la autentica reina de aquel país y vuelto a casar, marcharon luego la comitiva por Aguilar de Campos y Bolaños, hacia la villa de Mayorga, donde iba a ser recibido el Condestable d Portugal. Cinco o seis días duro la egregia visita, concertándose durante este tiempo la boda de la Infanta Isabel de Portugal, con don Juan II, recién viudo de su primera esposa doña María de Aragón

Don Gutiérre era, ya sin duda, figura destacadisima de la corte castellana, pudo intimar con el viajero, que era un inteligente muchacho de dieciséis o diecisiete años, al que su alteza obsequió, con un esplendido collar valuado en diez mil florines, con un collar magnifico, acaso el mismo vendría luego don Pedro, en demanda de préstamo al Maestre Gutiérre de Sotomayor, quien más tarde tendría en su `poder el collar del Condestable de Portugal. Partió el visitante, la Corte y con ella el Maestre don Gutiérre, fue a Burgos y Ávila, donde se dio a don Álvaro el Maestrazgo de Santiago, del que había sido su administrador, vacante, por la muerte del Infante enrique, siguieron luego por San Martin de Valdeiglesias y Talavera de la Reina, camino de Extremadura, llegaron a Cáceres en 6 de octubre, donde confirmó don Juan II, la donación de la villa a su el Príncipe, desde aquí fueron marchando por en entones Arroyo el Puerco, hoy de la Luz, y Piedrabuena, hacia Alburquerque, las topas del Maestre, las de Lorenzo Suarez de Figueroa Señor de Zafra, y los caballeros llegados de Trujillo, Mérida y Cáceres, hicieron posible el dominio de los cantones desleales, entre ello , el que fuera la base fundamental de los aragoneses, de la villa y el castillo de Alburquerque.

La parte mayor del éxito de estas empresas, corresponde al Maestre, que fue la gran palanca que puso en movimiento a los extremeños, las tropas de Mérida, las trajo uno de sus caballeros alcantarinos, Juan de la Vera, los doscientos jinetes y otros tantos peones de Trujillo, su yerno Luis de Chaves, los trescientos de a caballo y los ciento cincuenta infantes cacereños, don Diego de Ovando, miembro de una de las familias ms incondicionales suyas, que más tarde sería el Capitán Diego de Cáceres Ovando, gran paladín de los Reyes Católicos, cientos de hombres vinieron con él, al llamamiento del gran personaje, cuyo prestigio no tenían igual en Extremadura.

Rematada la empresa de Alburquerque, le fue concedida la plaza en señorío a don Álvaro de Luna, Con este y con el Rey marchó el Maestre Gutiérre de Sotomayor, al castillo de Azagala y hacia Badajoz, concedía el monarca las villas extremeñas a algunos de sus cortesanos, llegaba el instante de las recompensas para la familia Sotomayor en el mismo real de Olmedo, en donde una día des de la victoria, el 20 de mayo, se dio la real cedula, con orden de proveer en don Fernando de Sotomayor, hermano pequeño del Maestre, el obispado de Coria, vacante por muerte del rebelde don Martin Galos, este nombramiento jamás se llego hacer efectivo, aunque el monarca reitero la orden desde Medellín el 27 d octubre del mismo año, porque la santa sede , hizo distintas designación, la mitra fue para Alonso Enrique, y hasta puso el Papa juicio sumarísimo, contra la corona de Castilla en 1446, don Fernando se que sin ser obispo, y hubo de conformarse con la magnífica propiedad de Bótoa.

La fortuna del Maestre Gutiérre de Sotomayor, ya cuantiosa por anteriores mercedes y por su gran labor administrativa, se vio aumentada con los premios de su actuación en Olmedo, se le concedió a más de Hinojosa, Puebla de Alcocer, y Gahete que ya tenía, las villas de Alconchel, Zahinos, Herrera, Feunlabrada de los Montes, Villarta y Helechosa, con su anejo de los Bodonales, desgajadas algunas de la jurisdicción de Toledo, varios pueblos más seguían aumentado el patrimonio del Maestrazgo , las muestras de regia confianza, seguían en aumento, desde Badajoz fue a Medellín, Villanueva de la Serena y Guadalupe, acompañando al rey, quien a l alejarse de la región , lo dejó por gobernador de Cáceres, Trujillo y de toda Extremadura.

En tareas de gobierno y pacificadoras, pasó don Gutiérre el año 1446, ya por los últimos meses, quiso tomarse algún descanso, y lo hizo en la casa de  la dehesa Araya, bien ajeno a suponer que iba a vivir el más desagradable y peligroso episodio de su vida. Entre el lucido séquito de caballeros y donceles que compartían su retiro, figuraban Juan Alfonso de Migolla, el ya citado Diego de Cáceres de Ovando, primo del anterior, y Juan de Saavedra, nobles cacereños, altamente ofendidos con su jefe, a causa de que este, fatalmente inclinado a los galanteos, durante una de sus visitas a Cáceres, se decido a galantear a doña Jimena Álvarez, esposa de Migolla y prima de Saavedra, como a los tres alcanzaban el agravio, habían planeado vengarlo durante la temporada campestre.

Al amanecer de una fría mañana, el Maestre don Gutiérre de Sotomayor, salió de la casa de campo, dispuestos a cazar entre los encinares de Araya, para defenderse de las inclemencias del tiempo, llevaba ropa de pellejo cerrada, cabalgando y armados con sus lanzas, le acompañaban los tres vengadores, no se habían alejado de la casa, y estuvieron ya libres de miradas indiscretas, Migolla arrimó el acicate a su caballo, acometiendo violentamente al Maestre, de una lanzada lo hizo rodar por tierra, derribándolo de su cabalgadura, creyéndole muerto, el agresor y sus compañeros emprendieron la huida dirigiéndose Diego Cáceres y Saavedra hacia Aragón, Migolla tomo camino de Sevilla..

(Fuente Miguel Muñoz de San Pedro-Tres Paladines)

Agustín Díaz