HISTORIA DE LA VILLA DE TRUJILLO (II)

11.05.2023 11:40

         HISTORIAS DE LA VILLA DE TRUJILLO (II)                      

                             EL PERSONAJE

                                   Capitulo II

                           (1435-1464)

Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra

Aunque no hay datos fehacientes, nos cuenta don Miguel Muñoz de Sanpedro, que don Francisco de Hinojosa, debió de nacer por el año de 1435, (al haber pasado la infancia en Trujillo, con él futuro Clavero de la Orden de Alcántara, don Alonso de Monroy, que marcha con su tío el Maestre don Gutierre de Sotomayor, a los trece años de edad y actúa en guerras siendo muy joven aun, en 1452, los que hace suponer que Alonso de Monroy, debió de nacer sobre 1435) y que siendo muchacho, fue protagonista de un trágico suceso provocado, por la imprudente vanidad de su padre, que empieza a forjar el coraje y la decisión del que sería extraordinario paladín, ocurrió, que  un  caballero compuso unas coplas, ridiculizando al presuntuoso don Álvaro de Hinojosa, coplas que fueran muy celebradas en Trujillo, enterado don Francisco de Hinojosa, busco al poeta, dándole muerte de una estocada diciéndole:

Ponedme un pie a esta copla, pues lo sabéis bien hacer.

Esto ocurría, en los momentos en que un oscuro hidalgo cacerense, y al parecer mozo briosos de buen parecer y tolerante en los que a vicios se refiere, según algún cronista, (el primer homosexual declarado de entre los cacerenses), de familia muy noble pero de bolsa escasa,  inicia su escalada al amparo del favor del rey, su nombre don Gómez de Solís, aunque por su procedencia se le denomino tambien de Cáceres (aunque con este nombre lo citan muchos cronistas, jamás llevo esta familia, el apellido de Cáceres) este  personaje llegaría a ser Maestre de la Orden de Alcántara, protegido por decididamente por Enrique IV, este los admiraba por su arrogante estatura, su belleza y lo afable en el trato, salvó de cualquier responsabilidad a don Francisco de Hinojosa, pensando que tan decidido mancebo, le podría ser útil en un futuro, como además el muchacho, por sus bienes y rique<zas, era un buen partido, no tuvo reparos en prometerle en matrimonio con su hermana, doña Juana de Solís, (alguno la citan como doña Leonor de Solís, equivocadamente), nadie podría pronosticar como los sucesos se precipitaron, llegando más lejos lo que el vanidoso cacerense pudo imaginar, el Rey, don enrique IV “el impotente” llevado de sus debilidad por don Gómez de Solís, elevo al Maestrazgo de Alcántara, en 1558 consiguió bula papal con el nombramiento.

Estas mercedes que le llegaron de improvisto, hizo que modificara sus planes de futuro, todo un Maestre, podía enlazar a sus parientes con las primeras casas de la nobleza del reino, y  aun siendo don Francisco de Hinojosa, caballero de casa muy principal de las de Trujillo, ya resultaba poca cosa para su hermana, Gómez de Solís, quiso se rompiera el compromiso contraído, compromiso que se hizo cuando los dos jóvenes, no tenían edad para el matrimonio, el de Solís, empeñado en que no se celebrase la  boda con don Francisco de Hinojosa, se dedicó a buscarle mejor situado y más importante marido a su hermana doña Juana de Solís, esta, enamorada del valeroso y gallardo don Francisco, no estaba dispuesta a renunciar a su amor por él, así las cosas, doña Juana, espero durante algunos años a que su hermano consintiese la boda, hasta que aburrida y cansada en la espera, no tuvo inconveniente en recibir en su alcoba a su enamorado, y por una ventana de la torre del homenaje del solar de la  familia Solís, retozaron en su anticipada y negada luna de miel, de aquellos polvos gozos vinieron estos barros, y la bella doña Juana de Solís, quedo preñada, embarazo buscado para obligar a don Gómez de Solís a acceder al casamiento, cuanto antes,  con don Francisco de Hinojosa.

Al parecer, el embarazo de doña Juana, no causo mucha preocupación de don Gómez, pero el embarazo se ocultó cuidadosamente, y tan solo algún familiar más allegado tuvieron noticias del suceso, al fin la boda tan deseada de doña Juana de Solís con el hidalgo trujillano don Francisco de Hinojosa, quedó acordada que se celebraría con todo esplendor en la villa de Cáceres, y la villa cacerense, histórica, se dispuso a testificar los formidables festejos, largamente contadas por los cronistas locales.

Coria el año de 1464, don Gómez de Solís, dominaba en todo el esplendor de su poderío, don Francisco de Hinojosa, estaba a punto de entrar en la historia, durante los festejos de sus suntuosas y trágicas bodas.    

LA TRAGEDIA

 Entre la concurrencia, escogida, que se había reunido en Cáceres para asistir a la boda de Francisco Hinojosa con doña Juana de Solís, figuraba el Clavero de la Orden de Alcántara, Alonso de Monroy, caballero de noble estirpe, este hercúleo y valeroso personaje, sin duda la gran figura representativa de la historia interna de la comarca cacerense, ambicioso inquieto, leal y decidido, compendiase en don Alonso de Monroy, todas las cualidades y defectos de la raza cacerense, de fortaleza física fue asombro de la época, el hombre más recio que se conocía, nunca hombre encontró con su lanza que se mantuviera en su silla, mudada constantemente de caballo, porque no podían sufrir su peso, sus armas ofensivas y defensivas, eran tan pesadas, que era espanto poderla sufrir hombre, solo otro famoso extremeño nacido pocos años después, Diego García de Paredes, el Hércules y Sansón de España, supero en fuerzas al Clavero don Alonso de Monroy.

La madre de don Alonso, fue doña Juana de Sotomayor, hermana del Maestre de Alcántara Gutiérre de Sotomayor, por estar muy ligada esta familia a la nobleza de Trujillo, se crió don Alonso en esta ciudad, en las casas de las Calzadas, cerca de las del padre de Francisco de Hinojosa, allí estuvo hasta llegar a los trece años, a cuya edad se lo llevo su tío el Maestre, confiriéndole luego la Clavería de la Orden. Parece ser que ya de muchachos no se tuvieron muchas simpatías Hinojosa y Monroy, quienes, en los años infantiles, se apedreaban a menudo uno con el otro, Andando siempre en rencillas, el tiempo no modifico la aversión de Francisco hacia el Clavero, aversión que también sentían los hermanos Solís.

Don Alonso tuvo noticias de las grandes fiestas que se preparaban en Cáceres, estando en Montánchez, donde había ido de visitas a doña María de Monroy, su hermana, mujer del comendador Portocarrero, que tenía aquel castillo, el anuncio de los festejos nupciales trajo al solar cacerense, nobles y pecheros de toda Extremadura:

Casa una hermana el Maestre

Con un caballero joven,

Que en el solar de Trujillo

Francisco Hinojosa es noble.

Van llegando caballeros

Prevendados, ricos-homes

Para rendir pleitesía

Que a tal señor corresponde.

Fue mucha la alegría que en esos días se notaba por las calles de la villa de Cáceres, por todas partes se veía gente deambulado con sus mejores ropas de fiestas.

Y como  era costumbre por entonces, entre caballeros, entretenerse luchando, después de un banquete en casa del Maestre, varios convidados lucieron sus habilidades en este terreno, pero nadie se atrevió a medir sus fuerzas con el gigantesco y hercúleo Clavero don Alonso, salvo el novio, que se acercó a él Clavero rogándole que luchase con él, porque era extremado luchador, un gesto digno de tenerse en cuenta, allí estaban los más esforzados y  valerosos caballeros de Extremadura, y solo uno, Francisco de Hinojosa, se consideró capaz de enfrentarse con el temido paladín.

Trato el clavero, Monroy,  de excusar la lucha, cediendo por fin a los ruegos del Maestre, a condición de que le atasen un brazo atrás, como siempre solía hacer en tales casos, pero altivo y digno el novio, respondió que, con aquella ventaja, no lucharía, en consecuencia, no hubo lucha cuerpo a cuerpo, sin embargo, el choque psíquico había sido lo suficientemente grande para herir a Monroy y a Hinojosa, al primero en su orgullo, al encontrar a alguien que se atreviese a afrontarlo cara a cara, el segundo en su dignidad, al querer situarle en un plano inferior (la versión de que no hubo lucha la dio Hinojosa, pero la opinión general es que si la hubo, venciendo Monroy, que pese a no haberle atado el brazo, lo mantuvo atrás sin hacer uso de él)

Al día siguiente se celebraba en la plaza los juegos de cañas, en los cuales todos los caballeros iban a lucir su gallardía y fortaleza, mientras el pueblo se apiñaba tras las empalizadas, balcones, ventanas y torres, lucían sus galas fastuosas, las más bellas damas y los más ilustres señores de la nobleza de toda Extremadura, se había dado cita en la plaza cacereña, la misma que admiramos hoy en día, observados por la torre de Bujaco, una maravillosa estampa de muchedumbre y curiosidad.

A un lado, unos tablados muy altos se alzaban, para echar por encima las cañas y bohardos (juegos de cañas, es simular un combate, en vez de lanzas se usaban cañas, para no herir al contrario) varios nobles habían probado ya su destreza en el juego, cuando el Clavero, cuya pujanza no tenía igual, estimando pueril tirar objetos de tan poco peso, tomó una lanza jineta y desde su caballo, la arrojo con fuerza , pasando los tablados, ante la admiración y vítores de la asombrada multitud, esta prueba colocaba a todos los caballeros en un plano de inferioridad y en una situación desairada, como tantas veces había ocurrido en la historia, los pequeños sucesos, era augures de grandes acontecimientos, aquellas miles de almas congregadas en la plaza mayor cacerense, no podían sospechar que la alegre diversión, que presenciaban en días tan festivo seria el prólogo de una guerra civil.

(fuentes Miguel Muñoz de Sampedro-Tres Paladines)

 

Agustin Díaz