EL EMPECINADO EN LA VILLA CACERENSE AÑO 1823 (II)
HISTORIAS DE LA VILLA DE CÁCERES
EL EMPECINADO EN LA VILLA CACERENSE
1823 (II)
Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra
Avanzaron hacia Madrid, sin apenas encontrar resistencia en su marcha tras cruzar la frontera por Irún, el ejercito español temía hacer frente al francés, a aquel ejercito que se denomino los cien mil hijos de San Luis al mando del Duque de Angulema, por lo que los liberales, trasladaron a Fernando VII a Sevilla, para evitar que cayese en manos del francés, allí constituyó el gobierno de la nación.
El avance del ejercito de Angulema hacia la capital andaluza, hizo conveniente de trasladar al monarca a Cádiz, único suelo español que no pudo ser pisado por el francés durante la Guerra de la Independencia, Fernando VII , se negó a este traslado, su propósito era que fuera liberado por el ejército francés, ante esta posición, las Cortes, reunidas de urgencias en Sevilla el 11 de Junio, y por mayoría de 68 votos, uno de ellos el de don Álvaro Gómez Becerra, este había sido corregidor de Cáceres durante la Guerra de la Independencia, le declararon incapaz para gobernar, y se nombró una regencia, aunque provisional para regir la nación mientras no se formarse nuevo gobierno constitucional en Cádiz, al día siguiente Fernando VII fue trasladado también a esta ciudad.
Situada la capital gaditana, por la tropa del Duque de Angulema, durante los meses de julio y agosto, fueron batiendo los fortines que rodeaban Cádiz, el 31 de agosto rindieron el último de ellos, el Trocadero, por cuya victoria dieron su nombre a la famosa plaza de Paris. Conquistadas las fortalezas y fortines, las murallas gaditanas detuvieron a las tropas de Angulema, que para no dañar al monarca que trataba de liberar, renunciar a bombardear la ciudad, contando con la rendición de esta mediante la negociación, contando con la ayuda de la hambruna que ya empezaba a hacer estragos entre la población , tras casi un mes de parlamentos, el 30 de septiembre se llegó a un acuerdo, Fernando VII, proclamo un manifiesto, prometiendo que nadie seria molestado por sus opiniones o conducta políticas, pudiendo salir del reino el que quisiera hacerlo, el 1 de octubre, llego el Rey al Puerto de Santa María, rápidamente dictó un decreto, en el que se retractaba de todo lo dicho, declarando nulo todo lo realizado por el gobierno liberal desde el 7 de marzo de 1820.
Termino, en estas fechas el trienio liberal, y comenzó la persecución y condenas a los simpatizantes, la represión comenzó con el Almirante Valdés, héroe de Trafalgar y gobernador militar de Cádiz, que pilotó la falúa que llevo a Fernando VII desde Cádiz, al cuartel general de Angulema, y que fue condenado a muerte aquella misma noche.
LOS TRES AÑOS CONTITUCIONALES EN CÁCERES
En la villa cacerense, por entonces aun no era ciudad, imperaban las ideas absolutistas, las personas influyentes de la nobleza cacereña, como el Marqués de Ovando y el Vizconde de la Torre de Albarragena, las profesaban como salvaguarda de sus privilegios de clase, si a ellos añadimos la enorme influencia que el numeroso clero tenia en el pueblo, a nadie le extrañó que el pueblo cacereño en mayo de 1814, tuvo conocimiento del Real decreto, de Fernando VII, anulando la labor de los legisladores gaditanos, se congregase en el Ayuntamiento y exigiese a los regidores, que los dos ejemplares de la constitución que allí se guardaban, se quemasen en la plaza mayor por mano del verdugo, como así se hizo, incluyéndose al improvisado auto de fe, un ejemplar que se guardaba en la audiencia. El restablecimiento del régimen constitucional en 1820 no recibido con entusiasmo por nuestros predecesores cacerenses, y que la constitución fuera atacada desde el pulpito, a nadie le extraño, en la festividad del santo José, diez días después de haber jurado el Rey, Fray Domingo Madruga, superior del convento de Santo Domingo, tronó contra ella con tal vehemencia y termino, que, al bajar del púlpito, por orden de la autoridad, fue conducido a la cárcel de la villa.
En enero de 1821, había pasado casi un año, amanecieron empapeladas las esquinas de la villa, con pasquines animando a los vecinos a la rebelión contra el gobierno liberal, en el mes de octubre se volvió a repetir, y en diciembre obligo al despliegue militar por el riesgo de una insurrección popular. Estos actos pueden indicar al equivoco de que en Cáceres no hubiera liberales, que si los había, y muy significativos en todas las clases sociales, pero eran minoría, esa mezcolanza de personas de tan encontradas opiniones políticas, hechas valer estas, muchas veces en formas violentas, en un núcleo urbano tan pequeño como la villa cacerense en aquel tiempo, tuvo en vilo a la villa durante los tres largos años del periodo liberal, dejando de lado las incomodidades de las convivencia diaria y el riesgo de que muchos cacereños , nos cuenta el cronista, sufrieran amano airada a causa de sus opiniones políticas, el trienio constitucional en general resulto ser beneficioso para Cáceres.
Durante el antiguo régimen, la capitalidad de Extremadura, residía en Badajoz, de la que administrativamente dependía la villa cacerense, con el trienio de dividió en territorio extremeño en dos provincias y Cáceres, ocupó la capitalidad de la alta Extremadura, como sede que era de la Real Audiencia, disputando tal privilegio a Plasencia y Coria, para lo que alegan estas en su favor ser cabeceras de diocesis, no se resignaron y lo estuvieron reclamando durante los años de gobiernos liberales.
Fuentes ( biografias- Alfonso Artero)
Agustin díaz