LAS CONQUISTAS DE CÁCERES XIV

12.02.2025 12:11

  LAS CONQUISTAS DE CÁCERES

     XIV

Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra.

El problema que planteaba la repoblación del territorio cacerense, era el mismo por el que habia pasado Alfonso IX para repoblar su reino de León y Galicia, y a ello se remitía para poblar Cáceres. Judíos, Moros, ya fueran libres o esclavos los que no respondieran por ninguna deuda o delito, ni por enemistad o creencia religiosa, el problema de persecuciones por religión y razas, quedó para siglos más tarde, y los que aún hoy día sufrimos, pregonado por las derechas rancias y casposas y sus seguidores de mente obtusa, entre ellos mucha gente menguada y obrera, que se hacen caso de las mentiras vertidas por odio en las redes sociales, “paguitas, viviendas, comida, trabajo” esta gente de mente simple jamás quedan ver la verdad, pero esto, esto es otro tema.

Más los musulmanes “moros” y judíos que quedaron en Cáceres, en el barrio que llevaba su nombre “Calle Moros” hoy General Margallo, la judería Vieja, hoy barrio de San Antonio de la Quebrada, detrás del impresionante Alcazaba, donde es casi seguro que fueran buscando el amparo militar y sobre su sinagoga, se levantaría después la ermita dedicada a la advocación de San Antonio de Padua.

“En 1470, Adolfo Golfín, pidió licencia al obispo de Coria, Iñigo Manrique de Lera, para construir iglesia en casas de su propiedad, y donde antes rezaba el judío, le concedió la licencia el prelado y a últimos de este año, el párroco de San Mateo, ofició la primera misa”

Primeros Pobladores:

Su extensa área revela su importancia en aquellos tiempos, de Norba Caesarina, fundado hacia el 24 a.c. por Cayo Norbano Flaco,  propia no de un vicus, o municipio tributario de una colonia, sino una gran población, pues podía albergar a unas cinco mil personas, número elevado, en el que por entonces, en la que ciudades como Tarragona, que era capital de provincia a la que daba nombre y abarcaba la mitad de España, no contaba con más de seis mil habitantes.

Construido el pueblo, es natural que acudiesen a él los aborígenes del contorno, propicios a disfrutar de las relaciones sociales y comodidades que ofrecía la vida urbana, demostrando su engrandecimiento, el gran número de, Piras, (piras funerarias,) Cipos (Pilastras o columnas erigido en menoría de alguna persona) cenotafios (monumentos funerarios), Exvotos (ofrenda  hecha a una divinidad) y copiosas inscripciones, unas conservadas muchas desaparecidas, en las que refulgían los ilustres y universalmente conocidos , los sobrenombres de las familias Cornelia, Celsa, Nigelia, Norbana, Sulpicia, Quintina…

No es de presumir que todas hubiesen venido a habitar, en Norba Caesarina desde que se fundó, lo más probable es que se hubiesen inscritos en su vecindario, cuando el emperador Marco Salvio Otón, 28-abril - 32 d.c.- 28 abril de 69 d.c. recordando la estancia de esta parte de España, como legado de sus predecesores Neón y Galba, envió a sus poblaciones principales muchas familias patricias, para que aumentasen su contingente y le dieran lustre.

La irrupción de  los pueblos germanos, debió mermar un tanto su vecindario, pero cuando llego el diez irae (día de la ira), fue cuando Leovigildo aniquiló la ciudad de Norba Caesarina, la reconstrucción debió de ser lenta y muy laboriosa, siendo este periodo histórico el de la dominación agarena, el más oscurecido, escondido, poco claro, de su pasado, lo único claro es que en este periodo la cerca amurallada no se amplió, teniendo espacio suficientes para cobijar a sus residentes , en su mayoría militares, durante  muchas centurias fue uno de los centros de confinamiento más importante de la región, calificado gráficamente por don Lucas , obispo de Tuy, como Oppidun fortissimum barbarorum, (ciudad fortísima de barbaros).

Rescatada definitivamente por don Alonso IX de León, este monarca estimó en gran manera, y contado con hacerla centro de un dilatado distrito, le señaló un término amplísimo, para que con sobrados elementos de vida se  multiplicarse el vecindario, neutralizado así el natural recelo que este abrigaba en un principio de perder cuanto tuviera, si tornaban a apoderarse de ella de nuevo los musulmanes, prohibió a las órdenes religiosas tuvieren propiedad inmueble en la villa, dio a esta un solo fuero para nobles y plebeyos, eximio a sus pobladores del pago de montazgo, les reveló de toda deuda y compromiso contraído antes que la villa se conquistase, y les dio un mes de ferias, tiempo en verdad excesivo, pero con el cual el Rey procuraba, que los feriantes se aficionases al medio ambiente cacerense, y aquí se establecieron si no todos muchos de ellos, Castellanos , Leoneses, Gallegos Portugueses, fueron el origen de los primeros pobladores.

Moros quedaron pocos en la localidad, los que persistieron en ella, fueron los judíos, raza que conviven con todos los pueblos y todas las religiones, cuyo núcleo principal moraba en el barrio de San Antonio de la Quebrada, con su sinagoga en el sitio que ahora ocupa la ermita del mismo santo, estamos hablando del barrio de la judería vieja, la judería nueva surgió dos siglos más tarde, por la calle de la Cruz y alrededores” ·

Vinieron los tiempos de Juan I de Castilla, que se enzarzó en guerras con los portugueses, tratando de reivindicar para su esposa doña Beatriz, hija de don  Fernando, Rey de Portugal, la corona de su padre, pero la fortuna le fue adversa, en la célebre batalla de Aljubarrota, en 1.385 siendo el día 14 de Agosto, y entrando victoriosos los Lusitanos al año siguiente  en nuestra provincia, incendiaron y arrasaron, La Aliseda, Arroyo y otros pueblos de los alrededores, vinieron sobre Cáceres y le pusieron sitio, y como no pudieron tomarla , la incendiaron y destruyeron gran parte de lo edificado de muros afuera.

Reconstruyéndose la ciudad, en más o menos tiempo, pero ya en el siglo XV,  se contaba como formadas las calles  de Fuente Nueva, Camino Llano, , San Antón, Parras, Barrio Nuevo, Valdés, De los Mártires, que más tarde sería de  Moros , por haberse instalado en sus casas , muchos de esta condición , y hoy calle Margallo, Nidos, Juan Peña, Roa, luego del Organista y más tarde Pedro de Sande o Sande a secas, y Villalobos, es  decir que ya en tiempos de los Reyes Católicos, el pueblo cacereño era casi, como es hoy, a su trazado me refiero.

El vecindario había crecido, según expresan  ordenanzas que estos monarcas dieron a la villa en 1.479, al resolver quejas de los judíos por razón de las contribuciones, que el concejo les imponía, el número de vecinos subía a 2.000, nunca había ascendido a tantos, más a los pocos lustro, volvió a disminuir la población, primero con la expulsión de los judíos, la aljama cacereña era la más numerosa de Extremadura, según el empadronamiento, en tiempos de Juan II, y en segundo lugar, con el desbordamiento de población hacia el nuevo mundo, donde gente de lustre, y aventureros que `persiguiendo unos las fortuna otros para aumentar la propia, dejaron sus tranquilos hogares el busca del Potosí tan decantado, partieron cientos y de ellos noventa y nueve, perecieron bajo las emponzoñadas flechas de los americanos , a los rigores del clima, o a las estrecheces de la miseria o el hambre , pero podía más el reclamo de la gran e irresistible riqueza”.

En el siglo XV, tenían los judíos casas sobre la plaza mayor, este era el recinto donde se celebraban los tornos, juegos de cañas y demás justas, así como el lugar de celebración de festejos.

El morisco que, perduró durante más siglos, lego algunas de sus industrias, como las filigranas e oro y plata, en telas sobrevivieron las labores del arte Mudéjar con sus trabajos en telares, en cuestión de arquitectura predominaba el elemento decorativo del Alfiz que, encuadraba el vano de  puertas y ventanas de las casas fuertes y palacios,  y el uso de ladrillos en bóvedas de rosca y el esgrafiado en los lienzos de paredes.

“Y en estos terrenos, levantaron sus viviendas los gremios, adosados a la muralla o muy cerca de ella, le correspondió al pueblo judío instalar sus tiendas en el ángulo Noroeste, donde se encuentran las calles que se llamaron Zapatería nueva y Zapatería Vieja, hasta la Torre del Horno, con vistas a la explanada que desde su posición bajaba en declive, hoy la conocemos como Plaza Mayor, existen documentos en el archivo municipal que permiten identificar las casas o tiendas de los mercaderes que, durante y a partir del siglo XV, ocupaban la franja del terreno que discurre por delante del Arco de la Estrella . En primer Lugar y pegado a la torre de Bujaco, estaba el auditorio, tribuna donde se reunía el Corregidor, Regidores y alcaldes de la Villa, donde celebraban audiencias y daban lectura a los pregones, detrás entre el auditorio y la Torre, la Ermita de San Benito y San Juan Bautista, edificio pequeño que, al desaparecer se edificó en el la ermita de la Paz”.

“Y cualquiera que muriese en Cáceres, o lo mataren en Cáceres se entierre”.

“Mando tambien al Concejo de Cáceres y le concedo que tenga ferias, entre la ultima quincena de abril y los quince días primeros de mayo, y en estos dos meses que vengan seguros atreguados todos a los que a esta feria vinieran o quisieren venir, tanto cristianos como judíos, como sarracenos como enemigos, así como otros ya esclavos ya libres, así de la tierra de los sarracenos o de los cristianos”.

“Demás desto quiero que, la casa del clérigo que de mi mano tuvieren iglesias de Cáceres, tengan la misma caución que mi palacio”.

“Mando tambien que el concejo de Cáceres, no vaya a juntas con otros concejos, cuando sucedieran, si no es al pié del puente de Alcántara, hasta que se vuelvan recuperar los castillos de Trujillo, Santa Cruz, Medellín y después de la recuperación destos, donde se adviniere con los demás concejos”.

Los fueros, y los otros que surgieron, yo, nombrado Rey Fernando, concedo a vosotros Concejo de Cáceres, y os confirmo y firmemente establezco que, se guarden inviolablemente, si alguno quisiere quebrantar esta carta o disminuirla en algo de lo que en ella está escrito, caiga en la ira de Dios omnipotente y me pague una caución de mil áureos y el daño que sobre ella viniere doblado. Hecha la carta en Alba de Tormes en día 12 del mes de marzo del año de 1269, yo, el dicho Rey Fernando reinando en Castilla y Toledo, León y Galicia, Badajoz, Baeza, esta carta que mandé hacer de mi mano propia roboro y confirmo”.

Y dispuso el fuero del que, en Cáceres muriese en Cáceres fuera enterrado, entonces las iglesias y sus alrededores fueron siempre los lugares de enteramientos, pero las constituciones sinodales del Obispo Francisco Mendoza y Bobadilla, obispo de Coria (1533-1550) en 1537, dan una serie de disposiciones sobre los laudes, “que no sobre salgan del suelo los enterramientos y que las mujeres no hagan llantos sobre el suelo ni digan responsos, es decir el derecho de los enterramientos dentro de las iglesias.

En la Iglesia de Santamaria, iglesia del siglo XIII y Concatedral desde 1557, se conservan dos lapidas del siglo XIII, en el muro oriental exterior hay dos arcos ojivales de enterramientos, según algún cronista el cementerio interi0or debió ser posterior, toda vez que la iglesia estaba aislada y desapareció la calle al construirse el convento de Jesus, primero beaterio, después convento de Jerónimas en el siglo XV, actual sede de la Diputación Provincial de Cáceres.

Tambien en la iglesia de Santa Maria, bajo dos arcos dos lapidas de alabastros con la inscripción;

“Aquí yace en el enterrado, descansando, Miguel Juan Yáñez y con su generación de hijos, nietos y biznietos y sus mujeres y yernos, era de 1354 febrero II.

En este nicho don Juan con su mujer, los hijos y nietos en la segunda, en paz descanse lector fiel de la Virgen Maria ( la Madre) saluda por los míos y mi abuelo a nuestro señor era de 1354”.

Al parecer restos son los enterramientos más antiguos encontrados en Cáceres, y en ellos cuatro generaciones y es muy probable que la primera generación viniera a la conquista, con las huestes de Alfonso IX.

En el mes de ferias disponía el fuero que.

“quien quisiere venir a esta feria de Castilla, de Aragón de Navarra, sean parte que sean, judíos, moros cristianos ya enemigos, siervos o libres de cualquier parte que sean vengan con siete treguas, o la tregua de Dios, que duraba desde el miércoles por la noche al lunes por la mañana, y los que vinieren a esta feria contratados que peche diez áureos, mitad para el Rey, mitad para el Concejo y para el falsario el daño doblado”.

A través de las rubricas de las cartas del fuero concedido a Cáceres y según el cronista, queda bien dibujado y definido la organización de la villa cacerense dentro de sus murallas, siendo el mayor problema la repoblación de la tierra conquistada, ya que sin tener tiempo de descanso los conquistadores pasaron a la Cuenca del Guadiana y la guerra contra el musulmán y la repoblación pasaron a ser de interés primordial, León tenía agotado su potencial humano, no conseguía una repoblación con la rapidez requerida para el territorio de Cáceres, y unidas a la corriente emigratoria de Castilla con destino a Andalucía que ofrecía terrenos más fértiles y mejor clima la puebla con más facilidad, y con la nobleza que vino a la conquista y sus militares bajo la bandera de San Fernando en sus grandes conquistas.

Y así las cosas la Extremadura quedó sujeta a sus propios medios para poblar este extenso territorio, leoneses, zamoranos, salmantinos, no habían llegado todavía a romper con sus pueblos de origen, y el termino municipal quedaba envueltos por las Ordenes Militares, la del Temple, la de Santiago, la de Alcántara, estas no admitían que gente extraña a ellos en sus encomiendas.

Así Cáceres y todo su territorio quedó aislado, y teniendo que asimilar a moros, unas veces como cautivos otras forros libres o transferido en collazos en sus campos, más no existen noticias, según el cronista, que hablen de los que se quedaron y de los que huyeron, aunque es de suponer que debieron de quedar en buen numero, antiguos iberos, romanizado, arabizado y que nuevamente volvía al cristianismo.

En el fuero de las leyes hay un elemento manifestado, como es la Ordalía, en el que todo queda a juicio de Dios, en la composición en la imposición de la pena de muerte, en la de cortar manos al insolvente, etcétera, preocupa y mucho la defensa de sus campos, de sus viñedos, de sus colmenas, de sus bosques y sus leñas, de sus pastos y de sus ganados.

(Fuente Orti Belmonte-Conquistas)

(Fuentes Floriano Cumbreño-historia)

Agustin Díaz Fernández